Creatividad a través del juego en la Casa del Bicentenario

Inspirados en obras de artistas argentinos, niños a partir de siete años realizan en un entorno lúdico, producciones plásticas que les permiten reflexionar sobre el valor de las palabras y la comunicación, en talleres que ofrece la Casa Nacional del Bicentenario, del barrio  de Recoleta.
Una de las propuestas, denominada «cARTEando», abreva en litografías de Néstor Goyanes, quien se inspiró para producirlas en la correspondencia que se enviaban en el 1800 sus abuelos llegados desde Europa.
Esos cuadros integran el grupo de obras expuestas en la muestra «Imaginarios presentes-Imaginarios futuros», ubicada en ese centro cultural. Los niños, que llegan acompañados por sus padres, son guiados por los coordinadores hasta las obras «Cartas a Sara» y «Desde la otra orilla» de Goyanes, que operan como disparadores para que los pequeños visitantes se conecten con el universo de la correspondencia.
Números, letras, sellos, sobres, rostros en blanco y negro impresos en papel de arroz son los elementos que identifican los niños en la obra de Goyanes, y a partir de ella cuentan que alguna vez escribieron «cartas a Papá Noel» o dicen que a los grandes solo les llegan cartas para pagar», en alusión a las facturas de impuestos y servicios.
A partir de esos comentarios reflexionan sobre esa forma de comunicación que -como dicen los niños- hoy fue reemplazada por las llamadas telefónicas o los mensajes a través de «la compu».
Ya, en el ámbito del taller y sobre una gran mesa redonda rodeada de asientos, la guía Analía Marcolini abre una valija que guarda cartas de una mujer, que en su niñez dejó el país para ir a vivir a España.  De esa valija extrae pasaportes, sobres y postales que la mujer enviaba y recibía de sus amigos, y que guardan recuerdos y sentimientos de quienes las escribieron.
Este abordaje permite a Marcolini y a Mariano Sayavedra -ambos del área de educación de la Casa- iniciar a los pequeños en la producción de sus propios trabajos.
Les proponen tomarse una foto con un celular para incluirla en la obra que producirán y así los niños se ponen en pose: eligen sonreír o ser los más serios, frente a otro coordinador, que imprimirá la fotografía lograda.
Luego, sobre la gran mesa redonda, los talleristas ponen manos a la obra y trabajan con papeles, biromes, pegamentos, pinceles y pinturas, y en una mesa contigua, buscan piezas de madera que tienen inscriptos sellos postales, números o el mensaje de «entregado».
Así, los niños pintan las piezas de madera para luego estamparlas sobre los papeles, de textura similar a la que utilizó Goyanes para confeccionar su obra. Las madres también colaboran y los ayudan a ubicar los sellos o escribir alguna carta que ellos les dictan.
Una vez que pegan en el papel el sobre con la carta escrita, la foto personal y ponen los sellos, la obra puede darse por finalizada. El grupo se toma una foto que quedará como recuerdo de esta actividad que se realiza los jueves hasta mediados de marzo a las 15, para niños a partir de los siete años.
Maia, de siete años, que se destaca todo el tiempo por sus comentarios, cuenta que escribió una carta para sus padres que en breve cumplirán años, y cuando se le pregunta en qué grado está, cuenta que pasó a tercero, porque las maestras evaluaron que estaba «adelantada», para quedarse en segundo.
«Me sentí muy bien y me divertí mucho con las cosas que hice. En mi casa hago inventos: veo cosas y a partir de esas cosas reconstruyo otras nuevas», explicó con soltura y solidez la pequeña Maia.
Otra de las obras que sirve de incentivo para la creatividad de los niños pertenece a Pablo Lehmann, y en el marco del taller «Laberinto de palabras» se propone a los niños observar cómo las palabras se pueden convertir en obras de arte.
De una forma similar a la que hizo Lehman -que pasó su tesis a cartulina, la partió en mil pedazos y la puso en un cuadro, que pintó de rojo- los niños descubren hasta dónde se puede llegar apropiándose de las letras, en una actividad que se realiza los martes, a las 15.
La propuesta de verano para los niños se completa luego de los talleres artísticos, con funciones de cine, los martes y jueves, a las 16.30, organizadas por el cineasta José Ludovico, en las que se proyectan películas de directores argentinos, europeos y latinoamericanos.
En febrero, los asistentes podrán disfrutar de «El niño y el mundo» (Brasil), «El inventor de juegos» (Argentina), «Pin & Pon, la gran aventura» (Países Bajos) y Wickie y el tesoro de los dioses (Alemania), entre otras.
Estas actividades continuarán hasta marzo, en la Casa Nacional del Bicentenario, donde se exponen, también, cerca de 90 pinturas, esculturas, videoinstalaciones, fotografías y objetos que son patrimonio del Palais de Glace, la Universidad de Tres de Febrero, el museo Franklin Rawson, de San Juan, y la Cancillería argentina.

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