Cuando la violencia es un modo de relación

Lic. Silvana Santoro

Existen relaciones en las que la agresividad, forja un vínculo muy fuerte que, si bien genera malestar, se convierte en un condimento necesario sin el cual el otro o la relación misma carecería de interés. Este modo de meterse adentro del otro, logra en este tipo de relaciones un contacto mucho más permanente e intenso del que se podría alcanzar a partir del amor y la ternura.

Si bien uno de los miembros aparece en forma manifiesta como agresivo o violento, del otro lado suele haber provocaciones inconscientes. Siendo común que los roles alternen. Lo que indica que este es un juego de a dos, donde existe un acuerdo inconsciente de ambos participantes. Esta dualidad, es la causa por la cual, a pesar del malestar, estos vínculos perduran. Cuando se produce un distanciamiento se vuelve con la esperanza de que las cosas cambien, pero en realidad se busca más de lo mismo.

Una relación violenta no implica únicamente violencia física, que incluso puede no existir. Estas pueden ser algunas de sus manifestaciones:

•  Generar discusiones permanentes y por cualquier causa.

•  Desvalorizar o denigrar al otro en forma manifiesta o indirecta.

•  Escenas de celos y demostración de posesión y desconfianza.

•  Infidelidades descubiertas dedicadas inconscientemente al otro.

•  Planteo periódico de dudas respecto al amor hacia el otro.

•  Desatenciones o amenazas de separación recurrentes.

El trabajo terapéutico con este tipo de parejas no garantiza que puedan abandonar su modalidad. El buen pronóstico depende de la plasticidad que adopten para construir una relación más armoniosa y menos posesiva. Donde la pasión se ponga en otros aspectos de la vida de cada cual, permitiendo el desarrollo de las individualidades. Es decir, donde se abandonen los modos infantiles de vincularse para dar paso a los vínculos adultos.

Puede suceder que sólo uno de los miembros esté dispuesto al cambio, en ese caso la separación será un hecho ya que se rompería la alianza inconsciente.

Es imprescindible el abordaje psicoterapéutico para el trabajo y la elaboración de la modalidad -generalmente aprendida desde los vínculos familiares primarios- que cada uno lleva a la pareja. Si bien en algunos casos la separación es el único recurso posible no necesariamente es la solución. Lo más probable es que si no media un trabajo terapéutico se vuelva a repetir en otra pareja una relación similar. Sucede también que aunque ocurra la separación, permanezca la violencia a través de lo queda en común: la educación y manutención de los hijos.