Dependencia Afectiva

Por Silvana Santoro

Algunas personas establecen vínculos afectivos caracterizados por una imperiosa necesidad de asegurar la relación con la persona elegida. Temen ser abandonadas. El apego excesivo, las actitudes de admiración-sumisión y la necesidad de confirmarse permanentemente ante el otro, confluyen en una dependencia emocional exagerada.

Estas personas tienen un notable déficit de autoestima: distorsionan su autovaloración, ignoran sus valores positivos y maximizan los negativos. Como contrapartida, sobrevaloran e idealizan a su pareja. Que, generalmente, son personas narcisistas, despectivas y egoístas; con capacidad de manipular a aquellos que se someten al poder de sus encantos. Entorno que retroalimenta la desvalorización.

Paradójicamente, quien padece dependencia emocional, tampoco ama, sólo procura asegurarse no ser abandonado.

¿Cuáles son las causas de la dependencia emocional? Sin duda, la historia afectiva primaria. Estas personas que no pueden quererse ni respetarse, porque no han sido queridos ni valorados en su infancia. Sus vínculos fueron distantes y sobre todo ambivalentes: si bien no fueron abandonadas, tampoco fueron confirmadas.

Existe un momento en el crecimiento del niño normal, en que es motivo de orgullo de sus padres y sus logros son reconocidos y festejados: His majesty the baby (su majestad el bebé, para Freud). A través del espejo que devuelven los padres, se construye y se internaliza la estima que otorga la capacidad para estar sólo.

Las personas con dependencia emocional han tenido fallas en esa etapa. Por eso, el otro valorado tiene que estar siempre allí para sostener su imagen. A lo largo de la vida asumen posiciones y eligen relaciones que los mantienen y confirman en ese lugar.

Quienes poseen estas características suelen llegar a la consulta precisamente cuando el peligro de ser abandonadas es inminente o ya están viviendo esa situación. A través de un trabajo terapéutico con un vínculo terapeuta-paciente planteado al comienzo de la dependencia, se logrará construir un yo más fortalecido. Esto permite establecer relaciones afectivas más satisfactorias, basadas en el equilibrio y la reciprocidad.