El Grito Villero

Por Mariane Pécora

Las villas porteñas son tan contundentes que se hacen invisibles. Invisibles como los cartoneros y los desposeídos que viven en la calle. Están ante nuestros ojos pero no los vemos. Nuestra impotencia los invisibiliza para protegernos de la locura. La clase política los invisibiliza porque son la muestra palpable de su fracaso. El poder los invisibiliza porque su vergonzosa esencia reside en la pobreza.

Pero resulta que un día cualquiera, hartos de tanta indolencia, los invisibles deciden juntarse y corporizarse. Montan una carpa gigantesca en el Centro de la Ciudad y entablan un diálogo directo con la sociedad. No cortan calles, no entorpecen el tránsito. Ponen el cuerpo en una huelga de hambre que se extiende hasta dejarlos exhaustos. Y resisten.

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Denuncian el desmanejo del Estado porteño de las partidas presupuestarias asignadas a las villas y exigen:
• Que se dé cumplimiento a las leyes de urbanización de sus barrios.
• Que se declare la emergencia habitacional de las Villas.
• Que lleve a cabo una auditoria de las cooperativas y empresas que trabajan en sus barrios.
• Que regulen alquileres y subsidios habitacionales.
• Que se deje de criminalizar la pobreza.

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La Carpa de la Dignidad Villera permaneció 53 días en la Plaza de la República. Pasaron por allí millares de porteños que se solidarizaron con los reclamos. Y casi un centenar de hombres y mujeres participaron, en forma rotativa, de la huelga de hambre líquida. A la lucha que inició en solitario la Corriente Villera Independiente se sumaron organizaciones sociales como La Poderosa, Marea Popular, el Frente Darío Santillán, el Movimiento de Trabajadores Excluidos y Los Pibes de Barracas. También adhirieron a la medida el Movimiento Comunero, los juntistas de las comunas porteñas, diputados nacionales, artistas e intelectuales.

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El Premio Novel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel fue uno de los primeros intelectuales que expresó su apoyo: “El gobierno de la Ciudad debería actuar a favor del pueblo, el problema de la urbanización de las villas debe ser atendido, hay muchos niños sin atención médica y no hay infraestructura: luz, gas ni cloacas. Los funcionarios deben cumplir la función para la que fueron asignados, que no es otra que servir al pueblo”, señaló y agregó: “La Ciudad tiene que oír el reclamo de los vecinos».
Pérez Esquivel dijo esto el décimo día de la protesta. 27 días después, en declaraciones a Radio Vorterix, Mauricio Macri decía que la medida no representaba a ninguna villa y acusaba de extorsionadores a sus protagonistas: “hace años venimos aguantando las extorsiones”. Para entonces, la participación en la huelga de hambre se había intensificado y diversificado al incorporarse estudiantes, militantes y deportistas. Una muestra notoria de la adhesión de los sectores medios de la sociedad al grito villero.

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Ni la llegada del frío, ni los aguaceros, ni la inmensa soledad de la intemperie doblegó la voluntad de seguir luchando. El martes 10 de mayo, veinte instalaciones precarias montadas con lonas, plásticos y tirantes de madera, reforzaron el acampe. Simbolizaban un asentamiento urbano y testimoniaban las carencias de las barriadas porteñas. Villa Obelisco, pasó a llamarse desde ese día la Plaza de la República.

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Dos días después. Mientras Mauricio Macri esquivaba favelas en Brasil para asistir a la apertura del campeonato mundial de futbol. María Eugenia Vidal, a cargo de la Jefatura de Gobierno porteña, anunciaba la firma del acuerdo que pondría fin a la protesta. El jueves 12 de junio, los vecinos y vecinas de las villas, los representantes de la Corriente Villera Independiente y de la organización La Poderosa, junto a la Defensoría del Pueblo, la Vicaría de las Villas y la Federación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) sellaron un acta acuerdo con el Gobierno de la Ciudad:
1. Las partes acuerdan integrar de inmediato una mesa operativa por el derecho a la electricidad en las villas, entre Edesur, Edenor, la UGIS (Unidad de Gestión e Inclusión Social) y la Defensoría, para relevar todo el tendido eléctrico de las Villas de la Ciudad, optimizarlo y garantizar el acceso universal y seguro a este servicio.
2. La Defensoría del Pueblo se compromete a aportar dos ambulancias equipadas para el manejo de urgencias en las Villas, y contará con la colaboración de la mutual Senderos de la CTEP en todos los requerimientos vinculados a la gestión y administración de las mismas, incluyendo eventualmente contratación de personal y pago de combustibles.
3. El gobierno porteño y la Defensoría se comprometen a cursar una solicitud a AYSA para conformar una mesa operativa por el derecho al agua para las villas con el objetivo de avanzar veloz y eficazmente en la revisión del sistema de aguas y la colocación de redes troncales garantizar acceso universal a este servicio.
4. Se realizarán obras troncales para cloacas en las villas 1.11.14 de Bajo Flores, Villa 31 de Retiro y Villa 20 de Lugano. Punto central para iniciar la urbanización de las mismas.
5. Se conforma la mesa permanente de diálogo para la integración urbana de las villas, que se compromete a trabajar mancomunadamente por el bien común y la justica social, a condición de que se levante la carpa instalada en la Plaza de la República.
6. El Gobierno compromete a impulsar un proceso de auditoría de las cooperativas que operan en las Villas, donde la Defensoría del Pueblo actuará en calidad de veedor.

Tras cincuenta y tres días de resistencia, los nadies, los invisibles, lograron lo que parecía imposible, que el Gobierno de la Ciudad los convocara a una mesa de diálogo y sellara un acuerdo para iniciar a la urbanización de sus barrios. La única condición era que levantaran la carpa instalada en la Plaza de la República.

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El viernes 13 todo era júbilo en villa Obelisco. Rafael Klejzer, referente de la Corriente Villera Independiente, luego de reconocer a las mujeres como el alma de la resistencia, calificó este acuerdo como una gran victoria para las villeras y los villeros: “porque ya no se puede hablar de políticas en la Ciudad sin tenerlos en cuenta”, y agregó: “este actor “invisibilizado” ha adquirido tal protagonismo que de ahora en más ningún político podrá ignorar la problemática de la vivienda en la Ciudad”.
En otra parte del discurso, Klejzer, señaló: “Esta lucha se ganó porque derribamos el mito de que los sectores medios de la ciudad de Buenos Aires no son solidarios. Derribamos el discurso hegemónico de las corporaciones mediáticas. Hemos puesto sobre la mesa que los vecinos y vecinas de la Ciudad han planteado su solidaridad de manera horizontal y no la caridad vertical que, como describe Galeano,  se da de arriba hacia abajo”.

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“Nosotros, los que nos teníamos que ir de la Ciudad, los que según el Ingeniero no representamos a nadie, hemos logrado en con este acuerdo que el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires no pueda moverse un centímetro de lo pactado”, señaló más tarde Klejzer y celebró la unificación de los reclamos en una única lucha que nucleó a distintas corrientes políticas, “entendemos que sólo con unidad se le puede torcer el brazo al Gobierno”, dijo y añadió: “Lo hemos logrado, le hemos torcido el brazo a esta política neoliberal que ningunea a las villas”.

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“La urbanización no es un problema de presupuesto o un problema de dinero. Es un problema ideológico. La falta de vivienda y la exclusión social es un problema político”, señaló el referente villero y agregó “al calor de esta problemática se forjan en las villas nuevos jóvenes luchadores, que dan batalla desde sus propias convicciones. Y si hay algo que los políticos no van a poder comprar son sus consciencias”

v.o5Mientras cada uno de los huelguistas tomaba la palabra y agradecía la solidaridad de los vecinos,  se comenzó a desmontar la carpa. Una vez que la plaza estuvo impecable vinieron los festejos. El ritmo de la cumbia sacudió el frio de la noche que caía sobre la Ciudad. La única de cincuenta y tres, sin hambre ni angustia, en la que abrazaron una porción de esperanza.

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