La historia del saqueo millonario a la familia Cerutti durante la dictadura militar

por Juan Rapacioli

El secuestro, la desaparición y el saqueo económico que sufrió la familia Cerutti -dueña de una importante finca mendocina ubicada en Chacras de Coria- en la última dictadura cívico-militar argentina, es relatado por María Josefina Cerutti en «Casita robada», una impactante investigación que explora, con ritmo literario, su historia familiar.
El libro (Sudamericana) relata lo ocurrido la madrugada del 12 de enero de 1977 en la finca familiar de Chacras de Coria, Mendoza: el secuestro de Victorio Cerutti, abuelo de la autora, y Omar Masera Pincolini, su tío, llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), centro clandestino de detención al mando del ex almirante Emilio Eduardo Massera.
En la ESMA, Victorio, con 75 años, fue torturado para lograr que firmara la cesión de sus terrenos -valuados en 16 millones de dólares- donde tenía la Casa Grande, lugar en el que se crió la autora y que en 1998 fue declarada Patrimonio Histórico de la provincia y en 2014 el Estado Nacional la transformó en un Archivo Nacional de la Memoria.
A partir de ese recuerdo atroz, Cerutti reconstruye, con precisión periodística y estilo literario, la historia de su familia, empezando por Manuel, el nono, un inmigrante italiano pionero de la vitivinicultura de fines del siglo XIX en Mendoza, fundador de la empresa Bodega y Viñedos de Manuel Cerutti.
“Empecé a escribir ‘Casita Robada’ hace cuarenta años. El día que Kuky, mi mamá, se divorció de mi padre y nos llevó a vivir a Buenos Aires. Cuando nos fuimos de la Casa Grande. Almacené recuerdos en el cuerpo. Guardé cartas y archivos en mi casa. Recordé y reproduje el amor con el que crecimos”, cuenta Cerutti en uno de los capítulos del libro.
Y en otro momento describe el lugar donde creció: “En la Casa Grande hablar de política era lo mismo que freír una milanesa, hacer una salsa de tomate o darse un chapuzón en la pile. Mi abuela, una de las pocas mujeres de entonces que estudió Filosofía y Letras, nos leía el diario, nos enseñaba a leer literatura y nos llevaba al cine”.
Hacia el final del libro, la autora describe: “La Casa Grande está deshecha. Los olivos que plantó Victorio están caídos. La pileta es una ruina. La cocina tiene el techo destrozado. El baño grande, como le decíamos cuando éramos chicos, está inutilizable. Y el patio, devastado”.
María Josefina Cerutti es licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y por la Universidad de Trento, Italia. En sus dos tesis estudió la presencia de los italianos en el desarrollo de la industria vitivinícola de Mendoza de fines del siglo XIX. Es autora del libro “Ni ebrias ni dormidas, las mujeres en la ruta del vino”.
La autora habla sobre el origen de este libro donde cuenta su historia familiar: “Creo que empecé a escribirla en mi cabeza desde muy chica cuando todavía no sabía lo que sucedería. Desde hace unos veinte años que vengo dando vueltas hasta que apareció el hilo y tejí”.
El proceso de escribir su propia historia familiar fue, según Cerutti, “triste y muy conmovedor. De a momentos me sentía que volvía a la infancia, que me encontraba con Victorio. Charlaba con mi abuela. Pero al final, y ahora que el texto ya es libro y botella al mar, creo que atravesé un momento de tormentas muy transformadoras”.
Escrito a lo largo de cuatro años, el libro fue tomando forma a partir de “cartas, documentos de familia, sucesiones, entrevistas, estudios previos, dos tesis universitarias sobre la presencia de los italianos en la industria del vino de Mendoza y mi primer libro sobre las mujeres en la ruta del vino”.
“La Casa Grande no es solo parte de mi libro: es mi escritura, mi infancia, mis abuelos, mis padres”, cuenta Cerutti sobre ese lugar que va mucho más allá de ser el espacio donde transcurre la historia familiar de la narradora y se convierte en un personaje fundamental del libro.
Y se refiere a los diversos caminos políticos que tomaron los integrantes familiares dentro de la Casa Grande: “Tuve una abuela socialista y lectora, que tuvo hijos antiperonistas para luego el menor hacerse peronista de la tendencia”.
En el verano de 2015, Cerutti tuvo la oportunidad de declarar en la Megacausa ESMA frente a Ricardo Cavallo, uno de los asesinos de su abuelo: “Lo viví con mucha tristeza y calma. Alegría también porque muy pocos países y pocas personas han tenido la oportunidad de declarar en la cara de los asesinos que ya tienen cadena perpetua por sus horrores”.
Si bien la autora no cree que la publicación del libro resignifiqué esta ardua historia familiar, piensa que quizás se trate de “una manera diferente, nueva, de pensar a los Cerutti y tal vez pueda servir para reflexionar sobre aquellos años dolorosos”.

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