“Nuestro desafío es sostener un feminismo callejero y fuera de los guetos”

Por Ximena Schinca

A días de lo que se anticipa como un nuevo hito histórico para el movimiento de mujeres y de las movilizaciones populares de Argentina, conversamos con la socióloga María Pía López, miembro fundadora del Colectivo Ni Una Menos (NUM), sobre asambleas, marchas y re marchas hacia el Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo.

Sus compañeras integrantes de NUM la llaman Pía con la calidez de una complicidad construida al calor de las movilizaciones callejeras, las asambleas feministas, las cervezas post revueltas, las conversaciones por Whatsaap, los encuentros de mujeres y el murmullo de las redes sociales. Cuando se le pregunta sobre el crecimiento de la protesta social liderada por mujeres, Pía insiste en el papel fundamental que tienen la creatividad, la inventiva y la imaginación del movimiento y en la importancia de esa heterodoxia feminista para sostener convocatorias populares y multitudinarias.

Esa masividad era imprevisible en marzo de 2015, cuando la consigna Ni Una Menos todavía no era ni consigna y Pía –entonces Directora del Museo del Libro y de la Lengua– organizó una maratón de lecturas contra los femicidios junto a otras escritoras, periodistas, artistas, activistas. Con la imagen de un basural descampado y la leyenda Ni Una Menos, la convocatoria interpelaba a nuestra memoria indicial dirigiéndonos hacia aquellas vidas torturadas, violadas, tiradas a la basura, como lo habían sido Ángeles Rawson, Araceli Ramos, Melina Romero, Noelia Akrap, Serena Rodríguez, y como podíamos serlo cualquiera de nosotras.  “El hombre de la bolsa era uno y se llevaba niños. Las mujeres de la bolsa somos muchas y salimos de ellas para que no haya ni una menos”, invitaba otro de los flyers del evento que se dio lugar en la Plaza Boris Spivacow, o el jardín del fondito de ese museo de puertas abiertas que Pía dirigió hasta diciembre de 2015.

 Meses después se lanzaba la convocatoria del 3 de junio, retomando la consigna Ni Una Menos y que resultó en cientos de miles de cuerpas en las calles de todo el país, en la consecuente repercusión en el Encuentro Nacional de Mujeres, en la consolidación y movilización continua en 2016 (con el 19 de octubre y el 25 de noviembre movilizando a multitudes), y en el cierre del año con un deseo que ya se respira realidad: la convocatoria a un Paro Internacional de Mujeres para este 8 de marzo.

Desde entonces, Pía se convirtió en fuente de consulta generosa para comprender el crecimiento político y social de una agrupación de mujeres que –nacida para decirle basta a las muertes por violencia machista– desborda vitalidad y fuerza a través de prácticas políticas novedosas que se despliegan en el cuerpo, la palabra y las calles.

XS: ¿Cómo se llega a la convocatoria de un paro internacional de mujeres?

MPL: El paro se empezó a gestar después del paro nacional de mujeres del 19 de octubre. A partir de la resonancia que tuvo en otros países, nos comenzaron a llegar correos de activistas, organismos, y apareció la idea de comenzar a tejer lo que se llamó la Internacional Feminista. Eso es una idea que estaba en el aire, que estaba circulando y que puede verse en las movilizaciones en Estados Unidos y el modo en que se replicaron las marchas del 25 de noviembre. Se observó la necesidad de conjunción de esfuerzos y entusiasmos de las mujeres del mundo.

XS: ¿Por qué surge esta convocatoria desde el movimiento de mujeres?

MPL: El movimiento de mujeres se está perfilando como un sujeto político central contra una internacionalización de las derechas neoconservadoras que están desplegando una ofensiva contra los derechos, contra las lógicas igualitaristas, contra el reconocimiento de las diferencias. Contra todo eso, el movimiento de mujeres está demostrando una capacidad inventiva, una creación de lógicas comunicacionales, de lenguajes propios y de organización muy novedosa y que ya tiene un carácter internacional. 

XS: Para el Paro nacional de mujeres, el apoyo de las centrales sindicales se limitó a un respaldo simbólico  sin una convocatoria oficial. ¿Qué tipo de acompañamiento se espera para esta nueva medida?

Nosotras tuvimos un conjunto de reuniones con diferentes organizaciones para que cada grupo defina de qué modo adhiere a la jornada de lucha. Nuestra expectativa es que ese modo sea el paro en todos los casos; un paro que puede ser de tiempo parcial, una cantidad de horas; pero eso también depende de la posibilidad que tengan las compañeras de poner estas cuestiones en discusión.

Cuando se realiza un paro de mujeres nacional, siempre genera una tensión con las estructuras que habitualmente sistematizan un paro, los sindicatos. Cuando una multitud de mujeres decide convocar a parar, aparecen esas tensiones en términos de la discusión sobre la representatividad y quién puede convocar a cierto tipo de medidas de lucha.

Creo que va a ser difícil que sindicatos y gremios adhieran en términos formales al paro. Al mismo tiempo, se percibe cierto entusiasmo en las asambleas y cierto hastío, hartazgo, hacia un tipo de sindicalismo que tiende a poner paño frío al conflicto social; y en muchos casos, un tipo de sindicalismo que está pactando con un gobierno que está privando de derechos y produciendo situaciones cada vez más difíciles de vida. Ese enojo, esa fuerte vocación de pelea, ese deseo de transformación de las cosas, que están por abajo y que aparece en las reuniones, van a hacer que el paro funcione en esas tensión entre la calle y las estructuras, entre los grupos que tienen esa representación y la voluntad pública.

XS: El movimiento de mujeres está demostrando una capacidad de movilización masiva excepcional. ¿Cuál es el límite que encuentra para responder a las demandas?

Argentina es un país con una trayectoria importante de los movimientos de derechos humanos y de movilizaciones de masas como el 17 de octubre. No se puede pensar la historia nacional sin ese costado callejero, movimientista y movilizacionista. Como toda movilización, es plural, heterogénea, diversa, y se sale a la calle por un conjunto de motivos que ni siquiera nadie de los que esté allí puede conocer plenamente. En ese sentido, entre el Colectivo NUM y la calle convocada bajo la consigna hay una distancia que hay que saber caminar sin forzar cosas. A veces, nosotras hemos estado detrás de la calle; como en el primer 3 de junio, nosotras no instalamos el tema del aborto, y en la calle se estaba hablando de aborto. Y otras veces, nosotras le pusimos una inflexión política que no la sostiene toda la calle.

Es difícil traducir esa heterogeneidad, esa inmensa movilización, en pliegos de demanda, lobbies concretos, propuestas parlamentarias; y en ese sentido, los límites son también las ventajas. Las mujeres hemos sido capaces de fundar un movimiento de una transversalidad y pluralidad inédita.

NUM es un colectivo de personas capaces de fundar discursividad, mensajes e interpelar la consciencia pública, pero no de otorgarle un único sentido a esa movilización. Eso tiene una potencia enorme que no la tendrían estructuras tradicionales como un partido político porque nos permite hablar, invitar, convocar a todas y generar un tipo de frentisimo en la calle.

XS: ¿Cuáles son los desafíos que tiene hoy el movimiento de mujeres?

MPL: Tenemos que seguir explorando y reinventado esa transversalidad que tiene el movimiento de mujeres. No tenemos que concedernos a nosotras mismas la tentación de ir por caminos repetidos; es decir, ir por modos de acuerdos políticos tradicionales, instituciones tradicionales o de subordinación de lógicas orgánicas preexistentes, tampoco confiar absolutamente en los medios de comunicación o en las redes social, sino ir inventando un camino de articulaciones, de conversaciones, de reunión de afinidades que nos permita construir una capacidad de intervención permanente, de sensibilización, de generación de consciencia y también de generación de formas prácticas de vida. 

XS: Se ha comparado las demandas de Ni Una Menos con el movimiento de indignados. La marcha de mujeres en Estados Unidos fue rápidamente apropiada por los medios masivos como una protesta anti Donald Trump invisibilizando muchas de las demandas históricas del feminismo. ¿Qué lugar tendrán cada una de las demandas el próximo 8M?

MPL: Para el 8 de marzo esperamos una gran polifonía de demandas. Sabemos que para el paro que pretendemos estarán presentes las demandas que el feminismo vino construyendo con mucha tenacidad en la historia, como el aborto y la autonomía, hasta cuestiones de coyuntura muy específicas como son los despidos, el cierre de fábricas en Neuquén, la persecución a los mapuches, la situación de científicos y docentes. Hay un conjunto de situaciones que tienen una dinámica propia y que es muy fundamental articular, en esa unidad callejera, con las luchas más clásicas del feminismo.

XS: Uno de los temores que se escuchan al interior del feminismo es que la masividad de las consignas actuales y del Colectivo NUM resulte en la reducción del movimiento de mujeres como un movimiento de indignadas o una agrupación anti Macri. ¿Cuáles son los riesgos de que ocurra y cómo se trabaja para evitarlo?

MPL: Hay que evitar poner allí la discusión sobre la representatividad. Porque si no se convierte en una conjugación de sellos algo que está en crecimiento, desarrollo y que tiene una potencia democrática enorme como lo son hoy el movimiento de mujeres y el feminismo. Todas las organizaciones tenemos que pelear para evitar eso. Las argentinas tenemos hoy un gran desafío que es cuidar, mecer y acunar a este fenómeno que se está desarrollando y que es un feminismo fuera de los guetos, un feminismo popular, callejero, con lenguajes nuevos.

Y también hay que evitar que se cristalice un único sentido. Como todo movimiento, todo el tiempo corremos el riesgo de ser reducido a un único sentido, tanto que se nos diga que sólo estamos contra Macri o que sólo pedimos cárcel a los femicidas. Tenemos que generar nuestros propios anticuerpos contra esos mecanismos de captura que suelen ser muy efectivos.

La imagen del desborde es la más acertada para explicar este fenómeno político que nadie puede representar plenamente. Desde NUM, tenemos muy claro que esa convocatoria multitudinaria y callejera bajo la consigna Ni Una Menos no es reducible y no podríamos arrogarnos la representatividad de eso. Nosotras nos asumimos más como articuladoras, anfitrionas, hospitalarias, de un conjunto de conversaciones y complicidades, en un campo común de las luchas feministas que van más allá de las inscripciones y disputas sectoriales.

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