Artesanos y artesanas en lucha

El espacio público, entendido como el lugar de lo común, es fuente y escenario de la interacción social donde todos los ciudadanos se igualan en una función material y simbólica que permite el diálogo entre quienes integran una comunidad. Así lo interpretó la jueza Patricia López Vergara, valiéndose de una profusa bibliografía jurídica, sociológica y literaria, cuando el 31 de enero, atendiendo el amparo colectivo presentado por 86 artesanos de la Feria de San Telmo, ordenó al Gobierno porteño arbitrar los medios necesarios a fin de conjugar los intereses de los artesanos que, mediante una disposición interna emitida por la Dirección General de Ferias, fueron desplazados de sus puestos de venta de calle Defensa al 700 para habilitar en el lugar una feria artesanal de la cooperativa el El Adoquín, erradicada del la recova de Paseo Colón cuando se iniciaron las obras del metrobus del Bajo.

El domingo 9 de enero, los artesanos que desde hace 10 años instalan sus puestos en calle Defensa al 700, no lo pudieron hacer. En el lugar lucían resplandecientes los toldos blancos de la cooperativa El Adoquín que, según anuncia la página del Gobierno de la Ciudad, celebró un convenio para “legalizar” una Feria en San Telmo. Ese domingo, los artesanos y artesanas tradicionales fueron literalmente expulsados.

La jueza Patricia Vergara, interpreta en su resolución al tramo de calle Defensa al 700 como el escenario donde se imbrica este reclamo cautelar de artesanos y artesanas tradicionales en pos de la paz social. La magistrada entiende que el espacio público oficia de encuentro y construcción de la identidad ciudadana y de expresión comunitaria, y a partir de este concepto enfatiza: “no se puede desconocer que en el contexto imperante además de tornarse imperiosa la posibilidad de trabajar a fin de subsistir, es preciso fortalecer los lazos sociales y no enfrentar a los trabajadores que llevan a cabo similares labores artesanales y manuales para procurarse una fuente de ingresos”. Por último, puntualiza que: “uno de los derechos afectados es el trabajo de 86 artesanos que piden volver al espacio público de donde fueron desalojados; está contemplado en el artículo 14 de la Constitución porteña”.

Luego de estos elaborados argumentos, Vergara razona que hacer lugar a la medida cautelar sin contemplar los diversos intereses que se encuentran afectados resultaría imparcial a la hora de impartir justicia. Por lo tanto dispone procurarse de una serie de elementos probatorios a los fines de dilucidar los hechos expuestos por los artesanos desplazados mediante la disposición de la Dirección General de Ferias. Y exige a este organismo que informe y remita copia de los censos realizados a artesanos, artesanas y emplazados en la calle Defensa al 700. En tanto que ordena al Gobierno porteño que arbitre las medidas para conjugar los intereses de las partes involucradas.
El domingo 3 de febrero. Cuando el Gobierno arbitró. Un centenar de oficiales de la Policía de la Ciudad reprimió y desalojo ferozmente a artesanos y artesanas que permanecían en el lugar como medida de protesta. En medio de los gases lacrimógenos se produjeron también refriegas entre los uniformados y empleados del Ministerio de Ambientes y Espacio Público. Nada de lo que la Magistrada expresa en la resolución fue interpretado o al menos leído con la severidad que requiere el caso.

El rastro de la Feria

El origen de la feria de San Telmo se remonta a 2001, cuando un grupo de artesanos, artesanas y artistas crearon un espacio de taller y arte que funcionaba los domingos y feriados en el pasaje San Lorenzo, en 2004 el Gobierno porteño promulgó la ley que regula su funcionamiento. Desde entonces la oferta artesanal fue creciendo y la feria se extendió a lo largo de la calle Defensa, desde Humberto Primo hasta Plaza de Mayo. Se transformó en un paseo cultural que guarda un profunda semejanza con la tradicional feria El Rastro de Madrid. Allí, artesanos y artesanas exponen el fruto de su manos. Ese producto que, según Octavio Paz, “guarda impresas, real o metafóricamente, las huellas digitales del que lo hizo”.

La madeja podrida

El conflicto de los artesanos y artesanas de calle Defensa en el tramo que se extiende desde la Calle Estados Unidos al 700 hasta el 1000, es extenso y complejo. Su origen se remonta al 2008 cuando el oficialismo se hizo con la Jefatura de Gobierno de la Ciudad, desde entonces los propietarios de los negocios de antigüedades comenzaron una insistente campaña para despejar la vía pública de feriantes, artesanos, artesanas y «otras yerbas». La crisis económica, la devaluación de la moneda y el indiscriminado aumento de las tarifas, acentuaron la caída de las ventas de los comercios de antigüedades. El deterioro económico, sumado al estrafalario afán de Larreta de convertir a la Ciudad de Buenos Aires en un excelso Finis Terrae turístico con aroma europeo, es el germen de esta innovadora forma de hacer y deshacer sobre el espacio público. Este enfrentamiento que se suscita por estos días en las calles de San Telmo, entre artesanos reconocidos y artesanos invisiblizados o negados, es una herramienta más para seguir alimentando el odio y la guerra de pobres contra pobres, que en definitiva es una forma de exterminio provechosa para la élite gobernante.

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