El tango ya no es macho

por Maia Kiszkiewicz

Tango Hembra es un posicionamiento. Un grotesco a la frase que dice que el tango es macho. Un grito que proclama que es posible crear desde la diversidad. Porque Tango Hembra se compone de personas con vivencias e historias diferentes. Todas en camino de deconstrucción. Y, para eso, resulta elemental agruparse, compartir, conversar y hacer. “Cada persona es un mundo y a todas las esperamos para acompañarlas amorosamente. Porque el feminismo siempre construye desde lo amoroso”, dice, en comunicación con Periódico VAS, Marisa Vázquez, cantante, compositora, abogada y miembro de Tango Hembra.

La búsqueda de esta red de trabajadoras es agruparse para construir y crear. Y eso hacen desde que nació la colectiva, el 8 de marzo de 2018, con la premisa de dejar de lado el mandato que dice que las mujeres no pueden estar juntas porque compiten, pelean y se envidian. Entonces lo hicieron: se juntaron y trabajaron. Hubo reuniones previas, pero el día de la mujer trabajadora quedó en la historia como fundacional por ser la fecha del primer concierto en conjunto. Aquel día las recibió el Oliverio Girondo, de Villa Crespo. Un espacio cultural que hace poco cerró sus puertas porque resultaba imposible solventar los gastos de mantenimiento de un lugar físico.

Ese show de Tango Hembra fue hecho íntegramente por mujeres: las remeras, el logo, la presentación, el sonido y las cámaras. Y, a la vez, fue la base para que al año siguiente se realice el primer Festival Internacional Feminista de Tango que pone en escena a artistas y deja claro que hay y hubo mujeres haciendo música y que si no se las contrata o no se les pasa la guitarra en las peñas es por un prejuicio que, a la vez, afecta las oportunidades laborales.

¿Cómo es esa escena tanguera en la que Tango Hembra entra a sumarse?

El machismo hizo un gran caldo de cultivo en el tango. Sufrimos bullying dentro de los conservatorios o discriminación respecto a algunos instrumentos que parecería que son exclusivamente masculinos como el bandoneón o la guitarra en las peñas. Lo mismo pasa con los productores que siguen pensando que el cantor de tango tiene que ser varón. Por eso militamos la ley de cupo del 30% de mujeres en escenarios y festivales, que fue sancionada en 2019. Igual creo que todavía falta porque no nos ponen ni en horarios ni en escenarios centrales. Somos relleno o no nos pagan lo mismo. Pero, ante eso, es importante que apelemos al mote de trabajadoras. La ley de trabajo habla de igual remuneración por igual tarea. Obviamente entendemos que los cachet varían según popularidad. Pero las posibilidades de llegar deberían ser las mismas. Por suerte la juventud ve el mundo desde otro ángulo y eso está llegando a la escena.

Pero hubo y hay mujeres haciendo tango. Ustedes, en redes, cuentan algunas historias de vida, ¿cómo surgió esa acción?

Trabajamos en comisiones. La que investiga mujeres que han sido invisibilizadas a lo largo de la historia del tango es la de homenaje y puesta en valor. Todos los viernes sale una reseña de alguna mujer que atravesó la escena y quedó en el anonimato. Porque supongo que habrá un inconsciente colectivo de no querernos en ciertos lugares. Lo que no se nombra no existe. Y, entonces, el tango es un patrimonio masculino porque tiene valor. Argentina es tango. Tiene un folclore maravilloso, pero lo que más se distingue en el mundo es el tango. Hay gente que viene a bailar, se enamora y se queda a vivir.

En el baile también están haciendo una nueva escena. Se está hablando de feminismo y machismo, dando clases con los roles invertidos y buscando maneras de bailar en las que pueda hacer un poco cada persona conociendo las dos partes. Pero cuesta. Es algo histórico. La mujer estaba destinada a los niños, los ancianos o los cuidados de la casa. Por eso los cantores de orquesta eran varones. El tango no es un maldito. Es un pedacito del mundo que está dentro de toda esa trama machista. Pero, aún así, hubo mujeres instrumentistas a lo largo de la historia.

Esa trama que nombrás está compuesta también por las letras de canciones.

Sí. Y hay cosas que no van más. Nosotras decimos que no las canten o que contextualicen. Que se diga: “Venimos de un momento en el que un tipo pensaba que a una mujer para que se enamore había que fajarla”. Hay un tango que dice: “Yo quisiera que me fajes pa’quererte. Yo quisiera que me dejes de ambulancia”. Entonces, mostrar que eso pasaba acá, en Buenos Aires, hace unos años. Que estaba permitido, bien visto, naturalizado y la gente se reía. Hay muchos tangos que hablan de femicidio. Te avisaban que si los traicionabas te iban a matar. “Pa’hacerte saltar pa’arriba cuando me entres a fallar”, se cantaba.

Cuando hacemos un festival charlamos y nos damos sugerencias. Porque a la otra persona quizás no le cayó la ficha de lo que dice la canción y es cuestión de trabajar con las compañeras para reflexionar.

“Mirá José, no seas otario
no andés con vueltas y fajala,
que la mujer que sale mala
pa’ hacerla andar derecho
la biaba es lo mejor”.

(«Mi papito». Tango de 1928. Música: Estévez Martín. Letra: Victor Soliño y Roberto Fontaina)

Pero hubo un cambio. Pienso en lo que decís en “Yo soy”, por ejemplo. ¿Sentís que las canciones son reflejo de una época?

Siento dos cosas. Primero, la responsabilidad que tiene un artista de dejar un mensaje al subir al escenario. Segundo, que dejamos reflejada la época. Creamos una estampa y a través de eso se puede conocer la historia.

Yo, por ejemplo, cuando sentí que los tangos dejaron de decirme empecé a escribir las historias de mi tiempo. Las que cuentan de mí, de mis compañeras y compañeros. Las que hablan de problemáticas actuales como violencia de género e institucional. “Zarpazo”, por ejemplo, habla sobre una vecina de Valentín Alsina, mi barrio.

“Tantas noches que pasé
a un solo ojo dormido
porque pensé que morir
era mejor que aguantar.
Nadie me quería escuchar,
nadie me podía ver.
Ni las pruebas de mi piel de golpe a golpe aggiornadas,
ni el llanto desesperado les bastó para creer.
Una noche vi encendida la luz de la pieza aquella,
y el instinto que es de hembra
me llevó hasta nuestra hija.
Y entre tanta ternura
destilabas tus terrores
y sin medir los errores
como leona con su cría
vacíe tu reglamentaria gritando que ni la toques”.

( “El zarpazo”. Tango de 2019 compuesto por Marisa Vázquez y Verónica Bellini)


Pienso en la responsabilidad del artista y en cómo construyen desde la grupalidad e imagino a esa idea del analfabeto político de la que habló Bertolt Brecht disipándose.

¿Qué es ser apolítico? Todo es político. Lo personal es político. Podés ser apartidario, pero hasta ir a tomar un café a Starbucks es político. Hay un tango mío que dice: “Con los vasitos de cartón con el café” y habla de eso. Yo no voy al Starbucks. Yo quiero el pocillo de mi ciudad. Y eso es un acto político.

A la vez, el recorrido para tomar decisiones es un trabajo singular y particular de cada una. Cada quien está atravesado por vivencias distintas. Yo, por ejemplo, mi disco más reciente, “Arde”, no lo cerré hasta tener una historia de trata de personas. Porque estuve convocada a algunos festivales “No están perdidas”, que organiza Madres Víctimas de Trata, y necesitaba contar eso. Le pedí ayuda a Acho Estol y salió “Carta a una piba”.

“Le hablabas hace nada a tus muñecas,
tus sueños eran tierra ilimitada,
tu cara en un posteo alzando cejas,
stickers de unicornios y de hadas.
Ahora tu sonrisa es un misterio,
Un fajo de papel del Ministerio.
Tus señas. Tu familia destrozada.
Primero te tragó una camioneta.
Tu espíritu quebraron en la ruta.
Tranquilos, entongados con la yuta,
los monstruos esperaban en chancletas”.

( “Carta a una piba”. Tango de 2019 compuesto por Marisa Vázquez y Acho Estol)

Ustedes iniciaron un 8 de marzo, día de la mujer trabajadora. ¿Qué parte de lo que hacen se relaciona con un reclamo laboral?

Uno de los grandes temas es identificarnos y nombrarnos como trabajadoras. A partir de eso las cosas empiezan a tomar otro sentido. Porque a veces el nombre del artista, que es lindo y seductor, no nos nombra. Muchas veces el arte, lamentablemente, está relacionado con el hobby y no con el trabajo. Nosotras tenemos un manifiesto que vamos modificando y ahí reivindicamos que somos trabajadoras. Ahora agregamos la palabra transfeministas porque tenemos dos compañeras trans que nos acompañan y están viendo de armar su propia colectiva. Entonces nos definimos como una colectiva transfeminista de trabajadoras del sector musical tango. Desde eso crecemos, aprendemos y vamos entendiendo quienes somos.

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