¡Lectura necesaria en tiempos de crueldad!

por Marcelo Valko

Agradezco a Jorge Gurbanov de Ediciones Continente por acercarme “Sarmiento, formador ideológico de la clase dominante” de Celina Laclay. Se trata de una reedición de su profunda investigación publicada inicialmente en 1986 sobre la decisiva influencia de Sarmiento en la creación de la GRIETA que asola el imaginario nacional para quien, según nada menos que Alberdi, “el terror es un medio de gobierno”. Hoy podríamos extrapolarlo con “la crueldad” que esgrime diariamente el régimen de Milei. Este libro de Laclay debe leerse en clave de presente para comprender de dónde proviene, cuál eco siniestro, la violencia que utiliza el actual presidente para referirse a la otredad como “mandriles culo roto / zurdos de mierda los iremos a buscar / no se odia lo suficiente a los periodistas / exterminar a los kukas inmundos / mogólicos subnormales / primates” y un sinfín de expresiones del mismo tenor.

Esa ideología se plantó en la escisión del terror-crueldad que buscó exterminar montoneras y caudillos, reemplazando el ideario transformador de Mayo. No olvidemos que Argentina es el único país de toda América que tuvo la ocurrencia de crear un límite físico, real y concreto para separar humanos de bárbaros, como fue la Zanja de Alsina con sus 730 kilómetros, que intentó cercenar el país en dos. Sarmiento planteaba el exterminio liso y llano de esas masas populares “atrasadas” que seguían a los caudillos “que tarde o temprano ha de desaparecer de la superficie de la Tierra”. Alberdi, más modosito, proponía reemplazarlas por lindos inmigrantes anglosajones, mientras que Roca y sus mandantes descubren con sorpresa que el Malón Indio se había transformado en un Malón Rojo que era necesario neutralizar a como dé lugar, por ejemplo, con la Ley de Residencia 4144, votada, promulgada y que entró en vigor en una misma noche.

Esta concepción será retomada por la dictadura de 1976, donde también procuraron eliminar al enemigo interno, percibido como una enorme y confusa bolsa de gatos, etiquetada como subversión apátrida, donde caerían sindicalistas, obreros, estudiantes, amas de casa y tantos otros, incluso la misma autora, que padeció cárcel durante casi siete años en aquel tiempo por el delito de pensar. Celina Laclay (1945/1987) en el comienzo del libro cuenta que en un interrogatorio le aseguraron que ella estaba más comprometida que aquellos que empuñaban armas: “Usted es más peligrosa porque piensa”, pero claro, detentaba la paradoja de un pensamiento no racional. Sarmiento dirá que entre unos y otros “no hay amalgama posible”; por eso la necesidad de encarcelar, eliminar, reemplazar o desaparecer a la otredad cataloga como indio, gaucho, rojo, negro cabeza, subversivo, kuka.

Laclay demuestra con expresiones del propio Sarmiento, quien al enfocarse en Facundo Quiroga y presentarlo como el rostro de la barbarie irracional y guiado por designios infernales: miente. Sarmiento reconoce que el Facundo tenía una finalidad política, no histórica, donde crea una falsa imagen de los caudillos, exagerando de tal modo que tanto Valentín Alsina se lo plantea tempranamente y, más tarde, también el mismo Borges al tratarlo como una fábula similar “a las invenciones de Verne o a las piraterías de Stevenson”. El texto de Celina Laclay concluye con la necesidad de estudiar los mecanismos de dominación que se instalaron en la sociedad argentina que permitieron y permiten la reproducción de una imagen que necesita el aniquilamiento del adversario y desenmascarar a quienes se benefician de ello. Vale destacar que el texto cuenta con un indispensable prólogo de Ramón Torres Molina. Es lento, pero viene…

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