
Bayer por Bayer
por Mariane Pécora
Lunes de junio. Tarde, casi noche. La gente camina con prisa, mientras el viento helado se torna torbellino sobre la planicie de la avenida Corrientes. Entre esa humanidad arropada con gruesos abrigos, se percibe otro universo invisibilizado de migrantes urbanos. Los sin techo, los despojados de todo, que cargando bártulos transitan la intemperie buscando un sitio amable donde cobijarse del frío. Caminamos unas pocas cuadras hasta el lugar del encuentro: la Sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación. Dentro, el clima se torna cálido, aunque el espacio parece desierto. La sala, en cambio, se percibe como lugar de encuentro. Mesas y sillas alrededor de un escenario, donde destaca la imagen de Osvaldo Bayer sonriente y haciendo un corte de manga. En un rincón hay tres sillones; en el otro extremo, un atril y micrófonos. Se va a iniciar un capítulo del ciclo Pensar la Argentina, conducido por el periodista Horacio Embón, que en esta oportunidad propone, a manera de homenaje, explorar la vida y obra de Osvaldo Bayer, ese historiador, pensador y periodista ácrata, anarquista y libertario. Marcelo Valko, autor del libro Viajes hacia Osvaldo Bayer, junto a Bruno Napoli, ensayista y editor de Osvaldo Bayer, irán reconstruyendo en anécdotas, recuerdos y reflexiones la imagen del autor de La Patagonia Rebelde.
Embón evoca la casa de Osvaldo Bayer, situada en la esquina de Arcos y Monroe, en el coqueto barrio de Belgrano. Repleto de libros, recuerdos, fotos y diarios, El Tugurio, nombre adoptado por sugerencia de Osvaldo Soriano, reflejaba fielmente los ideales anarquistas de Bayer. Contrastaba ostensiblemente con los lujosos edificios de la zona y fue un lugar de encuentro de amigos, intelectuales y periodistas.
Marcelo Valko define a Osvaldo Bayer como maestro, pero sobre todo como un héroe del pueblo, debido a su compromiso incansable con la memoria histórica y la justicia social. Y explica por qué. Cuando, el 25 de marzo de este año, un día después de la Marcha por la Memoria, la Verdad y la Justicia, una cuadrilla de Vialidad Nacional, cumpliendo una directriz del Gobierno nacional, derribó el monumento a Bayer ubicado en la Ruta Nacional N° 3, en el ingreso a Río Gallegos. Lejos de desaparecer, Bayer renació simbólicamente de esos escombros. Hubo una ola de homenajes y reconocimientos en todo el país, reafirmando su legado como un referente comprometido con la memoria colectiva.
Valko destaca la visión indigenista de Osvaldo Bayer, que lo llevó a condenar el genocidio de los pueblos originarios perpetrado por el general Julio Argentino Roca.
Bruno Napoli evoca al Osvaldo Bayer, periodista recién regresado del exilio en 1983, que desde su columna Ventana a Plaza de Mayo, publicada en el Diario de las Madres, cuestionaba con contundencia a los dirigentes políticos, sociales y periodistas que durante la dictadura militar habían adoptado una postura obsecuente, y una vez instaurada la democracia, reivindicaban los derechos humanos. Napoli añade que la constante lucha de Osvaldo Bayer contra las injusticias y el oportunismo político lo convirtió en el hombre más expulsado del mundo. Y destaca este rasgo de rebeldía como una constante a seguir.
Entra en escena el actor Juan Manuel Correa, quien interpreta a Severino Di Giovani, el joven anarquista italiano que, tras enfrentar el régimen fascista de Mussolini, recaló en estas pampas. Donde trabajó, amó, escribió poesía y editó periódicos que incomodaron al poder de turno. Donde protagonizó atentados, asaltos y profundos debates anarquistas, que lo convirtieron en el hombre más perseguido del país. Hasta 1931, cuando la dictadura militar del general Uriburu lo capturó, fusiló y arrojó al olvido. Pero fue rescatado por Osvaldo Bayer en el libro Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia.
Osvaldo Bayer también incursionó en el tango, a través de su colaboración con el Quinteto Negro La Boca. Este proyecto musical, denominado «Tangos Libertarios», exploró la historia del anarquismo en Argentina y sus figuras emblemáticas a través de once temas originales. Las letras de estos tangos fueron escritas por Bayer y la música fue compuesta por el director del quinteto. Desde el escenario, Pablo Bernaba relata anécdotas de esa experiencia que se tramó en El Tugurio. Lamenta el uso equívoco que en la actualidad ha adoptado el término libertario, que es antónimo de autoritario o determinista. Y luego, bandoneón en mano, canta “Chau, Falcón. “Gracias, Simón”, un tango compuesto con Bayer en homenaje a Simón Radowitzky, el joven anarquista ucraniano que vengó la masacre obrera perpetrada por el coronel Ramón Falcón en 1909.
La avenida Corrientes luce desierta el lunes a las 21 horas. Un racimo de desamparados ambula trémulo entre los remolinos helados que forma el viento. Al llegar a una esquina, deslumbra una pintada escrita con aerosol rojo sobre la chapa amarilla que cubre la entrada del subte. “Paz entre los pueblos. Guerra de clases”, dice. Sospecho que Osvaldo Bayer se materializó de alguna forma esta noche, y nos dejó esa señal.