
El empresario que salió del Congreso
La historia de José Luis Manzano
La historia de José Luis Manzano destaca por su salto casi inverso al recorrido tradicional: comenzó en la política y terminó afianzado en el mundo empresario. Militante de la Juventud Peronista y figura clave de la llamada Renovación Peronista, Manzano ingresó a la Cámara de Diputados en 1983 con apenas 27 años, ya consolidado dentro del partido gobernante en Mendoza. En el Congreso nacional fue jefe de bloque peronista y uno de los oradores prominentes en debates claves, como la ley de divorcio. El ascenso de Carlos Menem a la presidencia (1989) lo catapultó a un rol aún mayor: en 1991 Manzano fue nombrado ministro del Interior, convirtiéndose en uno de los hombres fuertes del primer menemismo.
por Juan Pablo Costa
Desde ese puesto estratégico profundizó los vínculos de la administración argentina con los Estados Unidos, firmando acuerdos de cooperación con el FBI norteamericano. Asimismo, su figura fue frecuentemente asociada a la corrupción menemista, atribuyéndole la afirmación “Yo robo para la corona”, algo que él siempre negó. Tras esa experiencia en el Gabinete, Manzano dejó el gobierno en 1992 y empezó a transitar el camino inverso al habitual: en lugar de dedicarse a la actividad privada menor, rápidamente articuló una entrada triunfal en el mundo de los negocios.
A diferencia de otros dirigentes políticos que transitan de la empresa al Estado, la figura del exministro exhibe una combinación poco común. Su paso por la política no fue masivo ni episódico: más bien creó redes de contacto duraderas. Por ello, Manzano siempre fue un actor clave en negocios vinculados con el Estado, tejiendo alianzas con grupos económicos en ascenso, primero como legislador y luego como funcionario. De hecho, tras su salida de la escena pública, viajó a Estados Unidos a perfeccionarse en finanzas y formó lazos con operadores internacionales, antes de retornar a la Argentina para lanzar su propio holding de inversiones.
De legislador menemista a magnate energético
Tres años después de abandonar el ministerio, Manzano fundó Integra Capital, su firma insignia de consultoría e inversiones, con sedes en Washington, Miami, Buenos Aires y Mendoza. Ese vehículo le permitió nuclear una cartera heterogénea de empresas en sectores sensibles. Muy pronto se convirtió en socio del empresario Daniel Vila, otro expolítico mendocino, y juntos emprendieron compras estratégicas de medios de comunicación: adquirieron América TV y el canal por cable América 24, creando el Grupo UNO, hoy Grupo América. También fundó la empresa de cable Supercanal, que llegó a ser la segunda mayor compañía del rubro, que fue vendida en 2018.
Pero el núcleo duro del imperio de Manzano son las energías y recursos naturales. En el negocio eléctrico, su grupo invirtió fuertemente. A mediados de los 2000, compró Edemsa, la distribuidora de electricidad de Mendoza, mediante la firma Andina PLC, de la cual Integra es accionista mayoritario. En paralelo, en 2020 su consorcio energético EDELCOS cerró la compra de Edenor, una de las dos distribuidoras eléctricas de Buenos Aires, a Pampa Energía por unos 200 millones de dólares.
Una característica notable en estas operaciones es que las empresas adquiridas suelen estar al borde de la crisis o arrastrar pasivos. Efectivamente, tanto Edemsa como Edenor entraron con deudas voluminosas en un contexto de congelamiento de tarifas. Pese a ello, Manzano ha maniobrado para mantener las concesiones intactas aún frente a auditorías o denuncias: por caso, el Gobierno de Mendoza detectó pagos irregulares en Edemsa, pero nunca revocó la concesión por temor a demandas internacionales en los tribunales del CIADI. Según los críticos, estos favores cruzados reflejan los vínculos que Manzano supo tejer entre los funcionarios de los gobiernos provinciales y nacionales.
En el mercado gasífero no fue distinto: a fines de 2012 Vila y Manzano compraron a British Gas la participación en Metrogas, la distribuidora de gas de Buenos Aires. Pero al poco tiempo la empresa entró en cesación de pagos y el Estado intervino mediante YPF, que asumió el control operativo como accionista mayoritario, garantizando el salvataje de la empresa como la continuidad del servicio. En conjunto, Edemsa, Edenor y Metrogas –entre otras concesionarias– ilustran cómo el grupo de Manzano aprovechó sus vínculos políticos para expandir su participación en negocios rentables.
Del crudo al litio: inversiones en hidrocarburos y minería
Permaneciendo en sectores estratégicos, la dupla Vila-Manzano incursionó con fuerza en hidrocarburos desde mediados de los 2000. Crearon la petrolera Andes Energía —hoy Phoenix Global Resources— para explorar petróleo y gas, sobre todo en Mendoza y Neuquén, aprovechando el potencial de Vaca Muerta. Incluso financiaron equipos de perforación en Vaca Muerta, aprovechando rebajas impositivas y regalías. La pandemia de 2020 interrumpió momentáneamente estas inversiones por la caída de la demanda.
Pero el giro más reciente y espectacular fue hacia la minería: el litio se convirtió en el nuevo “oro blanco” de su portafolio. A través de Integra Recursos Naturales, que abarca unidades especializadas, Manzano acumula la mayor superficie de salares privados del país: 243.000 hectáreas exploradas en Jujuy y Catamarca. Esto lo convirtió en el principal jugador privado del negocio del litio en la Argentina, controlando proyectos avanzados como el Salar de Jama en Jujuy y otros en la Puna. Paralelamente, Integra adquirió explotaciones de estaño, plomo y plata, mediante Minera Aguilar, y desarrolla exploraciones de uranio, mediante la Minera Álamo Gordo.
Estas inversiones extractivas se desarrollan de la mano de cuestionamientos ambientales y sociales, así como de debates en torno al perfil de desarrollo nacional de la Argentina. Sin embargo, lo notable aquí es la resiliencia de José Luis Manzano: de diputado a magnate del litio, mezclando capital foráneo y contactos políticos. El gobierno actual estimula este tipo de inversiones extractivas mediante políticas como el RIGI, que hemos analizado en esta columna. El exministro no se limita a mover fichas tras bambalinas: participa en conferencias y eventos como el Foro Económico de las Américas (IEFA). Por ejemplo, en 2022 fue anfitrión del capítulo latinoamericano del IEFA en Buenos Aires, donde se reunió con el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
Control mediático y trama de poder público-privada
A todo esto, se suma su presencia en los medios de comunicación. El Grupo América, segunda firma periodística del país, nació de su alianza con Vila en los 90 y sigue bajo su control indirecto. El holding cuenta con América TV, América 24, varios canales de cable y la red de radios La Red. Posee además el diario económico El Cronista Comercial. Estas plataformas editoriales refuerzan la influencia de la dupla Vila-Manzano en la agenda pública. Así, el exministro gestiona no solo recursos naturales, sino también un canal privilegiado para difundir ideas afines.
El encadenamiento de negocios de Manzano expone la porosidad entre lo público y lo privado en Argentina. Sus operaciones energéticas han sido impulsadas con cuadros regulatorios y subsidios estatales, mientras él aporta financiamiento y redes de contactos. A su vez, la cercanía con el actual poder económico se refleja en su agenda. Por ejemplo, a fines de 2023 se propuso colaborar con el gobierno entrante: Manzano declaró en un foro económico que la Argentina debería firmar un TLC con Estados Unidos para ingresar al mercado global del litio. En esa oportunidad repasó su cartera: “Integra Capital participa en empresas energéticas como Edenor, Metrogas y Phoenix Global Resources”, recordando a los inversionistas que su influencia va más allá de la minería y toca todos los grandes sectores estratégicos.
Los límites de la burguesía nacional
La figura de José Luis Manzano encarna como pocas el entrelazamiento estructural entre política y negocios en la Argentina. Su trayectoria no solo invierte el camino tradicional de empresario a funcionario, sino que ilustra cómo el capital político puede reconvertirse en capital económico, y viceversa. Desde los pasillos del Congreso en los 80 hasta los salares del litio y los sets televisivos del siglo XXI, Manzano ha sabido adaptarse al signo de los tiempos, manteniéndose siempre cerca del calor del poder. En su caso, más que una jubilación dorada en el sector privado, lo que se observa es una expansión empresarial sostenida por redes políticas persistentes. Ese cruce entre concesiones estratégicas, regulaciones estatales y plataformas mediáticas afines no solo define su estilo, sino que también muestra los límites de la llamada burguesía nacional como sujeto activo de una estrategia de desarrollo de la Argentina.