Relatos Indómitos

La Piedra

por Marta García
¿Cómo podemos hacer para que salga una orquesta del mar o de la palangana? Algo loco, algo posible… algo. O que caigan naranjas del limonero o que un poroto preso dentro de un vaso libere un bosque. O que un pedacito de susto nos ataque por la espalda justo cuando tomamos un café como los muertos y alguien nos resucita.
¿Cómo se hace para que los chocolates de polirubro crezcan en la mesa de luz de la abuela? O que una cacerola llena de crema pastelera aparezca al toque de una varita mágica, esa que perdimos jugando a las escondidas con las palizas.
¿De qué forma podemos obtener la clemencia de los juguetes que molimos a golpes por crecer entre vejámenes? ¿O con qué palabras invocar a los monstruos que perdieron las ganas de acompañarnos y nos dejaron librados a nuestra cuenta y riesgo?
¿A quién le decimos todo ese palabrerío que no nos animamos a mencionar a las travesuras para que no crean que las estamos retando? Y cómo ubicar el camino que nos lleve a esos ojos de tía catarata que nunca nos vieron como chatarra.
No podemos parar el avance del basural. Cada día respiramos el aire como una paritaria sin empleo, nos vestimos con consignas dañadas, hacemos sacrificios paganos por un santo salario… y todo bajo la emoción violenta de quien se siente bajo tierra.
Sabemos que en algún momento nos tirarán de la cadena alimenticia como usurpadores y, ya sin nada que perder, nos animaremos a desalojar la dependencia a la papa frita. Tantas porquerías nos fueron transformando en personas de caramelo masticable para que el opresor nos deje en paz. Pero nos sigue chupando.
Mientras tanto, nos escondemos y que todo pase de largo sin salir de nuestros zapatos… o ganar tiempo hasta recuperar la rebeldía y preguntarnos qué estamos esperando para tirar la primera piedra y desatar un caos sin culpa. Y en patas.
Foto: Gianni Boradori

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