Descolonizar

Un ejercicio ético y poético para pasar la acción

por Miranda Carrete

La 32ª Marcha del Orgullo LGBTTIQBNA+ en la Ciudad de Buenos Aires fue la más masiva de la historia, con la participación de cerca de un millón de personas. Se dio en un contexto electoral tenso, a días del balotaje, por lo que la impronta política estaba visiblemente presente en las carrozas, en los cánticos y carteles. “Milei No” “Lxs Gays no votan a la derecha”, fotos de Massa dragueado y una columna que marchó al grito de “No votes a Milei”. El fuerte rechazo al candidato del partido ultraderechista Libertad Avanza se hizo sentir en las calles porteñas.

A unas cuadras de Plaza de Mayo, donde se inicia el clásico desfile cada año, en Plaza Lavalle, un grupo de militantes, activistas, músicxs, artistas, junto al colectivo Futuro Trans coordinado por Marlene Wayar y Susy Shock, realizaron un festival con el objetivo de acompañar al Malón de La Paz.

El 1ro. de agosto, día de la Pachamama, el tercer Malón de la Paz llegó a la Ciudad de Buenos Aires. Más de 400 comunidades de pueblos originarios viajaron 8 días para exigir al Gobierno nacional la intervención en la provincia de Jujuy y detener el accionar represivo del gobernador Gerardo Morales. Reclaman que la Suprema Corte de Justicia se pronuncie sobre la ilegitimidad de la reforma constitucional que promueve Morales y facilita las explotaciones mineras, especialmente del litio, poniendo en peligro los ecosistemas de los salares y los glaciares de montaña, así como la subsistencia de las comunidades indígenas que viven en esa zona.
Desde su llegada, el Malón de La Paz mantiene una vigilia en Plaza Lavalle a la que denomina permanencia, en ese espacio fue testigo y partícipe del festival “Malón del orgullo, contra todos los genocidios”, que contó con un escenario frente a Tribunales.

¿Cómo se hermanan las luchas del Malón con las de la comunidad LGBTTIQBNA+?

Una bandera wiphala flameó toda la tarde sobre el escenario por donde pasaron lxs artistas: Aldana Bello, Maryta de Humahuaca, Ballroom, Andrea Bazan, Caro Bonillo y Nayla Beltran. La actividad comenzó con la presentación de varies integrantes de las distintas organizaciones, Eloy Mamani, referente de la comunidad Guacalera, tomó el micrófono para dar inicio al festival con la exclamación ¡Jallallá! ¡Jallallá! -que en lengua quechua significa que todo lo que se está haciendo está bien y se va a concretar porque se trabaja para ello-, y valoró la importancia contar con el apoyo de la comunidad LGBTTIQBNA+, “lo que pasa en la provincia de Jujuy nos afecta a todos”, dijo.

¿Por qué surgió la necesidad de generar este espacio de encuentro? ¿Qué tienen en común estas luchas? ¿Cómo se construye autonomía y soberanía, en una sociedad que prioriza al capital económico? ¿Genera incomodidades estar en la periferia de la Marcha del Orgullo?

En diálogo con Periódico VAS, Marlene Wayar, organizadora del evento, subrayó la urgencia de visibilizar todas las luchas. También resaltó la importancia de correrse de lo masivo para recuperar la contundencia en los reclamos de la histórica Marcha del Orgullo.

En 1992, con la participación de poco más de 200 personas la comunidad LGBTTIQBNA+ se inició la Marcha del Orgullo. Desde entonces la participación fue incrementando año a año, lo que da una idea del lugar que ocupan los reclamos de esta población en la sociedad. Pese a esto, hace tiempo, colectivos como “Futuro trans” se preguntan sobre la implicancia de tal masividad y si realmente representa la forma de contrucción, los reclamos y los objetivos que se fijaron en su inicio. Sobre esto Marlene señala: “Sentimos que (la Marcha) nos funde en una misma cosa uniforme y frívola. En este sentido, entendimos que era importante acompañar a lxs malonerxs ante la falta de respuestas de parte del poder político. Es importante estar acá visibilizar, solidarizarnos y abrazar”.

Hay situaciones que hermanan las luchas de lxs malonerxs y la población LGBTTIQBNA+ Ser migrantes, verse obligados a dejar sus hogares, los reclamos colectivos, la falta de respuestas a sus demandas, la necesidad de tejer redes y tender lazos para sobrevivir en un mundo que impone una matriz heterocispatriarcal, la mirada hostil de cierto sector social y el abandono. Sin ir muy lejos, el reciente asesinato de Zoe López García, activista trans y directora del Hotel Gondolín, dejó en evidencia la morbosidad con que los medios abordan este tipo de noticias y desconocen la figura de travesticidio. En esa línea Marlene se pregunta: “¿Por qué existen en este mundo quienes caminan impunemente, quienes sufren por lo ajeno, y quienes llevan ‘un cementerio en la cabeza’? Esa desidia que evidencia que algunas voces, vidas, cuerpos valen más que otras para los gobiernos o los medios de comunicación, tiene una respuesta política y propositiva, que promulga la empatía, el abrazo y el amor, incluso desde la incomodidad, en las acciones colectivos y espacios LGBTTIQBNA+”.

¡A descolonizar!

“Creemos en la construcción del amor junto a otros cuerpos, no en la soledad. Observamos con preocupación que los pueblos originarios, guardianes de otras formas de relación con la tierra y los seres vivos, están siendo avasallados por el poder económico y desatendidos por las instituciones democráticas”, explican desde la organización Futuro Trans. Para ellxs el cuidado de ciertos cuerpos ha sido abandonado, por eso sintieron la necesidad de desplazarse del centro de la Marcha del Orgullo y generar esa incomodidad de moverse en comunidad para construir otras alianzas. En este caso abrazando al tercer Malón de la Paz. “No queremos ser cómplices del racismo, un fenómeno que nos preocupa tanto como el odio hacia nuestras existencias, por eso nos imponemos la ética del amor y el compromiso de construir otros vínculos”, dice Marlene para quien acompañar y solidarizarse, es también poner el cuerpo, los colores, la alegría, la rabia, las luchas y el amor. “A nosotras nos duelen todas las luchas, hay cuerpos que podemos sostener unas, cuerpos que podemos sostener otras, pero el ánimo está en articular y entretejer”, dice y agrega que llevar esta propuesta al Malón requirió también de tiempos comunitarios de escuchar, presentarse y dar lugar a las asambleas, en las que finalmente decidieron recibirlas.

Para Marlene la clave está en entretejer, hacer redes y acompañar. Ese fue uno de los disparadores de la iniciativa conjunta: dar cuenta que la lucha que llevan adelante las más de 400 comunidades originarias es por todos. Una resistencia en defensa de nuestro futuro, cuerpos y territorios. Por eso que afirma “es tiempo de escucharlos y proponer, para construir juntxs”.

En la antesala del evento, Susy Shock, reflexiona: “Hace falta reciprocidad, nosotras agradecimos el ejercicio amoroso de correrse, de abrazarnos. Sobre todo, porque la derecha empieza a institucionalizarse en nuestros espacios ganados”.

Sobre el lugar de invisibilidad que ocupa el Malón en el plano nacional, local y también en ciertos espacios y organizaciones políticas, Susy apunta: “Nosotras, las identidades travestis trans, en muchas ocasiones tenemos que tomar la decisión de irnos de lugares vitales como la familia, de espacios que queremos, de relaciones que amamos, adónde estamos o empobrecidas o en riesgo. Migrar es algo casi nodal en nuestras experiencias en Latinoamérica”. La sensación de despojo, de abandono, pero también de pelear por los lugares que se desean ocupar, también las hizo sentir acompañadas por lxs integrantes del Malón y espejadas en los reclamos.

Marlene, mantiene una postura crítica con la organización de la Marcha del Orgullo. Asegura que tomar distancia no le parece trágico. “Sobre todo cuando están aparateadas en paradigmas partidarios que son parte del modelo colonizador, parte del ejercicio machista, dónde de todo esto no se habla, dónde hay ejercicios de violencia e imposición de poder”, agrega sobre el funcionamiento que pudieron observar los últimos años.

La presencia del Malón de la Paz en la Ciudad y de la organización asamblearia y comunitaria que desarrollan a diario empujó a “Futuro trans” a ir en contra de ese “estar cómodas en la incomodidad”. “Muchas veces estamos todas incómodas, pero pensamos hay que estar porque debemos demostrar que somos muchas personas. Lo más sincero fue escuchar esa incomodidad y entender la importancia de acompañar a las comunidades. Porque todas las propuestas de derecha apuntan a nuestras identidades y, es muy triste que nos digan que tenemos que tolerar ciertos malos tratos porque lo otro sería peor”, cuenta Marlene con cansancio en su voz.

La permanencia del Malón en la vorágine de la Ciudad de Buenos Aires, a un ritmo que no cesa y cada día se hace más hostil, contrasta con la vida comunitaria que los maloneros practican desde siempre en sus territorios. La actividad que se realizó en Plaza Lavalle materializa una advertencia que, desde su llegada, viene haciendo el Malón: Está en riesgo la democracia. La reforma constitucional, impulsada por Gerardo Morales en la provincia de Jujuy, vulnera los derechos básicos de las comunidades y la población en general al criminalizar la protesta social, avalar la represión y poner los territorios al servicio de empresas multinacionales.

En esa línea Marita, que forma parte de la juventud del Malón, dice al colectivo LGBTTIQBNA+: “Reconocemos el camino que han recorrido ustedes para la recuperación de sus derechos. Nosotros también estamos en esta conquista de ganar derechos y seguiremos exigiendo que el Estado nos escuche y haga lo que tiene que hacer”.

Desde Futuro Trans destacan la importancia de la palabra descolonizar: como un ejercicio ético de pasar a la acción. “Si continuamos avalando esta lógica de sentirnos colonia, vamos a tener ciudades para que vivan otros, para que vengan a trabajar otras personas, territorios enormes para que otros hagan negocios. Van a venir industrias a sacarnos los recursos naturales”. Descolonizar, es para Marlene salir de ese síndrome que aprendimos de pedir permiso, de pensar por fuera de la autonomía, de no valorar y cuidar los recursos que tenemos, que son finitos. Ante ese panorama la activista propone aprender del Malón. Tomarnos tiempo para conversar en comunidad para decidir por el bien de todas y todos. Luchar y resistir.

¿Cómo habitamos este territorio? Sintiéndonos parte, porque es la construcción del presente y del futuro lo que está en riesgo.

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