Presupuesto Participativo: tema tabú para la clase política porteña

por Rafael Gómez

Los políticos establecen una especie de código mafioso ante ciertos temas. Hay reglas de silencio que no están escritas. Respecto al Presupuesto Participativo se puede hablar, lo que no se puede es hacerlo. 

¿Qué es el Presupuesto Participativo?

El Presupuesto Participativo es un proceso a través del cual -y a partir de recursos existentes- la gente, tras el desarrollo de debates y consultas, define los valores de los ingresos y gastos de la Ciudad, propone reformas tributarias, tarifas sociales, y decide en qué áreas deberán hacerse las inversiones y cuáles deberán ser las obras priorizadas.

Origen del Presupuesto Participativo

El Orçamento Participativo (Presupuesto Participativo) nace en la Ciudad de Porto Alegre, durante el gobierno de Olivio Dutra del Partido dos Trabalhadores (PT), en el período 1989-1992. Coincidente con la caída del Muro de Berlín y la expansión del neoliberalismo, el PT se propuso ir contra la corriente y mantener el principio de gobierno local y popular.
Mientras las administraciones latinoamericanos subordinaban el armado presupuestario a los organismos internacionales, en esta ciudad se convocaba a la ciudadanía a participar en la elaboración del presupuesto. A lo largo de 16 años de gestión, el Partido dos Trabalhadores fue generando instancias graduales de participación ciudadana que le permitió a los portoalegresenses llegar a fijar criterios para controlar el 90% del gasto de la Ciudad.

Porto Alegre, ciudad de 1.290.000 habitantes y centro de un área metropolitana de tres millones, era, hasta hace bien poco, un prototipo de ciudad del Tercer Mundo. A pesar de situarse en el riquísimo estado de Rió Grande do Soul, la tercera parte de la población se hacinaba en periferias llenas de chabolas, sin agua corriente, alcantarillado… En los últimos doce años, la situación ha dado un giro espectacular. El agua potable y el alcantarillado llega hasta el 98% de las familias; 30 kilómetros de los suburbios se ha asfaltado; las inversiones en educación se han duplicado; se han construido hospitales, viviendas a bajo precio, parques, etc. Fruto de todos estos avances, la esperanza de vida se ha situado en 70 años, avanzando siete puntos en apenas diez años; las zonas más depauperadas, excluidas económica, social y políticamente, se han integrado a la marcha general de la ciudad.Hoy, Porto Alegre es reconocida por la ONU como una de las 42 ciudades más habitables del planeta.

Difusión del Presupuesto Participativo

Esta práctica de gestión podría convertirse en una vía para reestablecer la relación entre el Gobierno y la Sociedad Civil y generar cambios en las prioridades de la administración, al incorporar instancias de participación ciudadana para deliberar sobre las necesidades y demandas comunitarias.
Hoy es una expresión reconocida por los organismos internacionales e implementada en más de 400 ciudades del mundo, aplicada por gobiernos de diferentes signos políticos. En América Latina, Brasil cuenta con más de 200 ciudades en las cuales se aplica el Presupuesto Participativo. De hecho, esta experiencia se ha desarrollado con resultados satisfactorios a escala provincial en los Estados de Acre y Matto Grosso do Sul. Y también se aplica en Uruguay, Chile, Paraguay, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador, México, República Dominicana. En Europa, el Presupuesto Participativo se instrumenta en ciudades de España (Sabadell, Albacete, Málaga, Andalucía, Granada, Córdoba, Barcelona, Rubí, etc.), Francia (Saint Denis, Bobigny, Morsang sur Orge, Poitiers, etc.), Alemania (Rheinstetten, Esslingen, etc.), Italia (Pieve Emanuele, Grottammare, Roma, etc.), Portugal (Santa Cristina D´Aro, Palmela, Cascais, etc.), Canadá (Notario), Estados Unidos (Pórtland, Alburn, Minessota, etc.), Nueva Zelanda (Christchurch), Japón (Yokohama). En África desde 1998 se ha trabajado en la promoción y el intercambio de información sobre el impulso del Presupuesto Participativo en ciudades como Abidjan, Dakar, Kampala, y el Concejo Municipal de Ilala en Tanzania. Y en India, la ciudad de Kerala ha llevado la democracia participativa al gobierno local desde 2005.
En Argentina, tras la crisis de diciembre de 2001, el Presupuesto Participativo trató de implementarse en Buenos Aires (Campana, General Pueyrredón, La Matanza, La Plata, Morón, Municipio de la Costa, Necochea, San Fernando, San Martín, San Miguel y Tandil), en Chaco (Resistencia), en Chubut (Comodoro Rivadavia), en Córdoba (Ciudad de Córdoba y Villa María), en Corrientes (Bella Vista), en Entre Ríos (Concepción del Uruguay), en Jujuy (San Salvador de Jujuy), en Mendoza (Godoy Cruz y Junín), en Río Negro (San Carlos de Bariloche), en Santa Fe (Rafaela, Reconquista y Rosario), en Tierra del Fuego (Río Grande y Ushuaia).

Y también quiso implementarse en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pero los resultados fueron decepcionantes. ¿Qué fue lo que ocurrió? No se cumplieron los objetivos.

Objetivos del Presupuesto Participativo

1. Promover entre los vecinos de la Ciudad la participación en el debate y la toma de decisiones en el proceso de gestión pública en las Comunas y en el Gobierno central.

2. Evitar las manipulaciones clientelares del Gobierno y/o partidos  políticos en este proceso.

3. Facilitar el ejercicio de mecanismos de control de la gestión pública comunal y de la Ciudad.

4. Impulsar el establecimiento de una esfera pública no estatal en las comunas porteñas.

5. Garantizar la pluralidad y autonomía de los mecanismos de participación.

6. Garantizar el libre acceso a la información, la publicidad de los procedimientos administrativos y la difusión del proceso de participación.

7. Promover los principios de la autorreglamentación y flexibilidad de los mecanismos de participación.

8. Cumplir con la inversión en obras y reformas que, a través de este proceso, resulten prioritarias para los vecinos.

9. Aclarar fehacientemente cuáles son los recursos económicos puestos en juego, para los proyectos de obras y reformas.

Nada de esto se cumplió. Desde el 2002 hasta hoy, y a través de sucesivos gobiernos, el Presupuesto Participativo fue una farsa en la ciudad de Buenos Aires. Nunca hubo una partida presupuestaria para este proceso. La construcción colectiva de este mecanismo fue saboteada continuamente por la clase política, desde el gobierno o la oposición. El reglamento del proceso fue elaborado unilateralmente por el gobierno de turno, y las conclusiones y proyectos de obras desarrollados por los vecinos no fueron vinculantes.

La lucha entre la clase política y los vecinos, la ganaron los políticos. Los vecinos, hartos del avasallamiento y de no ser siquiera escuchados, abandonaron el espacio de “participación”. Sin embargo, el Presupuesto Participativo siguió “haciéndose” con una masa clientelar y algún vecino inadvertido.

Surge entonces una pregunta sencilla. ¿Por qué la farsa? Si a la clase política no le interesa compartir el poder con los vecinos, por qué molestarse en hacer el simulacro.

Hay dos razones. La primera es que la nueva Constitución de la Ciudad, por todos los ejemplos y razones enumeradas arriba, incluye y ordena hacer el Presupuesto Participativo. La segunda razón es casi criminal: la clase política simula hacer el P.P. para tomar créditos de los bancos del Primer Mundo.