Amor, compromiso y protesta

por Maia Kiszkiewicz

Mercedes Sosa marcó a muchas generaciones. Con sus canciones, su convicción política, su postura social y sus actitudes. Esto quedó a la vista en el festival de arte popular que organizó la Fundación Mercedes Sosa en coproducción con el Centro de Estudios de Formación Marxista (CEFMA). El día elegido para la novena edición de este evento fue el domingo 15 de noviembre, a las 19 horas, y la propuesta se sostuvo en torno a tres ejes: los 85 años de Mercedes, Mercedes por el mundo y el 50 aniversario de la Unidad Popular en Chile. “La realización de este festival es uno de los programas más importantes que tenemos en la fundación”, explica, en comunicación con Periódico VAS, Araceli Matus, presidenta de la fundación, nieta de Mercedes Sosa y moderadora, junto a la directora del CEFMA, Alexia Massholder, de la transmisión por redes del domingo.

Este festival comenzó a existir dos años después de que naciera La Fundación Mercedes Sosa y es parte de la identidad que construyen desde el espacio. “Nuestra premisa es tener en cuenta cómo era Mercedes en su trabajo. Y eso está teniendo como resultado que todo lo que pasa en cada una de las ediciones sea de una calidad artística que no tiene igual”, cuenta Araceli, reconociendo la importancia de sostener la actividad aún en un año tan particular. Ante las limitaciones, la virtualidad fue una solución potenciadora que permitió realizar paneles y muestras internacionales. “Tener gente de lejos no sería posible de otra forma. No contamos con los recursos como para traer acá a artistas como Susana Baca, por ejemplo”, dice Araceli.

La apertura del evento fue un video en el que Mercedes cuenta su historia, su carrera en la música y las dificultades en algunos momentos de su vida como cuando no encontraba vivienda porque tenía un hijo chico y cuando tuvo que pensar en el exilio. Después, el recuerdo quedó en la voz de quienes conformaban el panel convocado para la ocasión: el productor chileno Alfredo Troncoso, la artista e intérprete peruana Eva Ayllón y el músico chileno de Quilapayún, Eduardo Carrasco, quienes repasaron situaciones y anécdotas que unieron sus caminos al de Mercedes.

Pero nombrar a cinco personas sería injusto. El festival fue efímeramente gigante y global. La modalidad impuesta a fuerza de pandemia tuvo sus ventajas. En el chat de la transmisión saludaba gente desde Brasil, Puerto Rico y Madrid, entre otros. Y sumaban sus palabras al recuerdo escribiendo: “La voz de la revolución”, “Eterna Mercedes” o “Se dice que la gente se va de viaje, pero mientras la recordemos sigue estando con nosotros y nosotras”. A la vez, participaron artistas de Argentina, Brasil, Chile y Japón. Porque si algo tiene Mercedes es que trasciende: fronteras, tiempos, vidas. “Ella tenía una intuición política tremenda. Una vez, en Milán, salimos a comprar cosas y aparecieron dos artesanos argentinos que la vieron y se pusieron a llorar. Ella les preguntó si iban a ir a ver su show y le respondieron que no tenían plata. Entonces ella no sólo les regaló entradas, sino que también les dio los honorarios del show. Fue muy emotivo”, recordó Alfredo Troncoso y Eduardo Carrasco resumió: “Me quedo con esa imagen de cercanía y ese sentido de pertenencia al pueblo que siempre tuvo”. Eva Ayllón, por su parte, también trajo anécdotas del pasado: “Yo no tenía televisión y cuando tocaba Mercedes miraba por la ventana de la casa de mi tía para verla. No podía entrar porque yo siempre estaba de pleito con un primo, pero mi tía me dejaba la ventana abierta para que pueda ver”. Años más tarde, Eva conoció a Mercedes y entablaron una relación que se plasmó en bailes sobre los escenarios, regalos y palabras de aliento. Porque parte de lo que hacía Mercedes era eso: dar un primer empujón a artistas emergentes para que puedan tener visibilidad y, al hacerlo, como consecuencia directa, lograba que la confianza que se tenía cada persona sobre su carrera artística crezca.

Mercedes compartía cultura con el público y con colegas. Por eso el festival también contó con una hora y media de música y teatro. Desde Argentina participaron Piero, Pancho Cabral, Lula Bertoldi, Gloria de la Vega, Daniela Toro y Los Internacionales Teatro Ensamble. Desde Brasil, Kleiton y Kleidir. Desde Chile, La Chinganera y Nano Stern. Desde Japón, Naoko Aoki y Mio Matsuda. Desde Perú, Susana Baca. “Fue interesante ver lo que eligió cada uno de los participantes para compartir. Qué les tocó a cada uno de ellos al pensar en Mercedes o en Chile y su historia, que eran los ejes. Y fue un regalo. Yo sigo muy emocionada porque de esto se ocupaba mi papá, pero desde el año pasado estoy al frente, junto con Alexia. Entonces, por ejemplo, para mi en Japón era impensado que los músicos conocieran a Mercedes. Pregunté y me dijeron que todos la conocen. Eso es muy fuerte”, celebra Araceli y agrega que el año que viene es el festival número 10 y planean hacerlo lo más grande posible. Hay futuro. “Y la fundación va a continuar como ahora: autogestiva, sin subsidio estatal, sin aporte privado”, dice Araceli con deseo de volver al centro cultural ubicado en Humberto 1º 378. “Es un lugar de encuentro y un espacio en donde los músicos, la gente de la literatura y del teatro sabe que puede ir a trabajar. Eso tiene que ver con la función y el alma de productor que tenía mi papá y con la modalidad de trabajo de mi abuela. La fundación y el centro cultural tienen ese espíritu”, explica y afirma que, de una manera u otra las actividades seguirán cuando se pueda y como se pueda. “Mercedes se lo merece y la gente que disfruta escucharla, también”, define Araceli.

Por ahora no se puede acceder a la presencialidad pero, para aminorar la espera, es posible disfrutar el material virtual que hicieron desde la fundación en sus redes durante el año y ver en diferido la transmisión del evento del domingo. Todo se encuentra tanto en el instagram como en el facebook de la fundación y, gracias a la capacidad de almacenar transmisiones que tienen las redes, es posible disfrutar en cualquier momento tanto de los y las artistas internacionales, los paneles y las anécdotas, como del material de archivo que ilustró la charla y recorrió la trayectoria de la cantautora haciendo dinámica la propuesta audiovisual. “Cuando los convocamos, tanto Alfredo como Eduardo nos mandaron espontáneamente fotos que tenían junto a Mercedes. Además yo había encontrado un video de unos segundos de un día en el que mi abuela entró a bailar de sorpresa en un recital de Eva. Teníamos material de cada uno de los participantes del panel junto a Mercedes”, explica Araceli dando cuenta del punto de unión que representa la artista en el mundo.
Mucho más allá de sostener la memoria, parte de recordarla es mantener viva su imagen y su palabra. Por eso el cierre del evento quedó a cargo de la misma Mercedes. Porque, siempre que sea cuidado el recuerdo en grabaciones, como se ocupan de hacer desde la Fundación Mercedes Sosa, su voz podrá repetir eternamente lo importante que es vivir sin miedo en democracia y asegurar con un grito en la voz que toda la sangre puede ser canción en el viento.

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