Balance 8M

Trapitos al sol del fuego sororo

Por Mariela Acevedo*

 

“no se trata de saber quiénes somos sino,
más bien, por fin, en qué queremos convertirnos.”
Rosi Braidotti

Marzo inicia con las calles pobladas de mujeres, lesbianas, feminidades travestis y no binaries en lucha, el 8M, tercer paro internacional dejó postales de nuestras demandas y antes de que termine el mes nos vuelve a encontrar en las calles el 24 para conmemorar el día de la memoria. ¿Juntas, revueltas y hermanadas? ¿Con quiénes? Cortocircuitos de un movimiento plural, diverso y combativo.

Resignificación del 8M
Los últimos años recuperamos una fecha que se había convertido en la excusa para recibir cumplidos, flores, bombones y alguna oferta en el shopping. Los paros y movilizaciones le pusieron voz a demandas históricas que son palpables en la vida diaria: Si el año pasado la bandera presentaba el reclamo anunciando “Paro internacional de mujeres. Ni Una Menos. Vivas Nos Queremos”, la bandera de este año hilaba más fino y hacía más concreto el reclamo: “Paro internacional de mujeres, lesbianas, travas y trans. Basta de Despidos y Ajuste. Aborto Legal Ya”. De uno a otro año el crecimiento en la organización fue exponencial y -a pesar de las rispideces que se vivieron en la previa, durante el acto y en las declaraciones posteriores- todo parece indicar que el poder de convocatoria y movilización del movimiento social más heterogéneo será clave en este año electoral…, eso, claro, si podemos sostener las alianzas que -siempre precarias- supimos forjar y que serán imprescindibles de cara a terminar con el ceomachismo gobernante.

Asambleas de febrero
Los encuentros en la Mutual Sentimiento marcaron las tensiones que recorrieron también el acto del 8M. Fueron tres los principales conflictos: el que desde la izquierda partidaria apuntó a las organizaciones sindicales, el que enfrentó a radfems contra transfeministas y espacios de la disidencia sexual y embrollado con este último, el que enfrenta hace años a sectores del abolicionismo del sistema prostituyente con el regulacionismo del trabajo sexual.

Centrales obreras en paro
Todas vimos la solidaridad con la que se juntó en poco tiempo el dinero para pagar el sonido y la logística del escenario. Repentinamente, hubo que improvisar una vaquita, porque -se dijo- el intento de boicot del acto por parte de las centrales obreras amenazaba (cual machirulo consciente de su poder económico) con suspender la movida. Desde el escenario se responsabilizó a las centrales obreras -la CGT y las dos CTA (la CTA, la de los trabajadores que preside Hugo Yasky, y la CTA autónoma, liderada Pablo Micheli)- de atentar contra el acto como una maniobra extorsiva: se las acusaba de no convocar al paro y de negarse a aportar el dinero prometido. La desmentida oficial vino de Estela Díaz, secretaria de Género de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), quien fue categórica: el paro sí fue convocado y participamos de las asambleas previas, no hubo compromiso de aportar ese dinero. Alejandra, afiliada a SUTEBA que marchó con las columnas que entraron por Diagonal Sur, confirma que la CTA llamó al paro: “Tanto SUTEBA como CONADU y ATE declararon paro, de otra forma yo no podría haberme sumado….yo y todas las compañeras que marchamos. Es muy injusto el maltrato con Estela Díaz que es una compañera que la viene peleando sola desde hace un montón de tiempo”. De la CTA Autónoma también se salió a aclarar que el paro fue decidido desde principios de febrero y expresado en las Asambleas de Mutual Sentimiento. La CGT en cambio no respondió sobre su participación.
Cuando las imágenes impactantes de las compañeras contando billetes de cinco pesos comenzaron a viralizarse la indignación creció, especialmente entre las trabajadoras movilizadas y enseguida se convirtió en algo parecido a la decepción: cómo entender el repudio a centrales obreras que sí habían llamado a paro, de hecho allí estaban sus columnas movilizadas. Las colegas de Manifiesta dolidas expresaron: “Qué lejos nos sentimos de «la revolución feminista» si a nuestras propias compañeras luego de años de dejar el cuerpo intentando feminizar la lucha sindical las exponemos y carneamos públicamente. Que papelón de feminismo ese que aliena pensándonos por fuera de la unión histórica de las y los obreros del país entero. Como si nosotras mismas no lo fuéramos. La lucha feminista de las mujeres dentro de los sindicatos a nosotras nos da orgullo”. [1]
Las sindicalistas venían además de una verdadera conquista: el día anterior Estela Díaz presidía la sesión en la que se votó el “Protocolo interno de prevención y acción en casos de discriminación, acoso y violencia de género”. Díaz integra la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito y es una militante que puede contar en primera persona las dificultades de ser feminista en los espacios sindicales. La forma en la que militantes de la izquierda partidaria echaron un manto de sospecha por las desinteligencias de la organización son sintomáticas de un problema político más profundo que el que atañe al financiamiento de un palco.

Enfrentamiento Radfem / Transfeminismo
Llegamos a la marcha con sensaciones encontradas por algunos episodios que sucedieron en las asambleas y en las redes sociales: la violencia física hacia una oradora del espacio “radfem” del bloque abolicionista porque “habría” expresado -uso el potencial dado no las llego a articular- consignas biologicistas, inició una escalada de violencia verbal en la que se señaló a feministas radicales, lesbianas y mujeres cis como “lo más rancio del abolicionismo” y en donde el masivo repudio contra un sector pequeño pero intenso del feminismo -que pretende que la presencia de colectivos identitarios sociosexuales no se “mezcle” con las históricas reivindicaciones del movimiento de mujeres- no dio lugar ni a un gesto de preocupación por la resolución a los golpes.
Algunas puntualizaciones: al feminismo radical le debemos una teoría sobre la opresión patriarcal y antes de que Judith Butler nos avivara de la condición discursiva del sexo -la forma en la que con nuestras categorías binarias de pensamiento solo vemos dos sexos, naturales, complementarios y jerarquizados donde hay multiplicidad, poder y resistencia- Kate Millet, la más radical de las radicales, ya nos advertía de que el sexo es político: Política sexual (1970) se llamó su tesis y allí no decía que el sexo era una base biológica, ni natural, ni esencial. No, decía que “el sexo es una categoría social impregnada de política”. y que no había en la biología respuestas sobre nuestras opresiones. Por supuesto que mucho pasó desde aquellos años y nuevas conceptualizaciones complejizaron la idea de “patriarcado” para pensar las intersecciones de sistemas de opresión y las condiciones de privilegio que funcionan como puntos ciegos: el feminismo se hizo plural y emergieron voces de los feminismos negros, chicanos, trans, lesbiano, y también militancias neurodivergentes, antiespecistas, gordxs… situadas, encarnadas… porque nadie niega que nuestro cuerpo es un territorio en disputa pero sabemos que nuestra fuerza son las alianzas que hemos sabido tejer.
Quienes hoy se reivindican como “radfem” parecen desconocer las implicancias y derivas del feminismo radical y niegan discusiones y pisos históricos de consenso: mujer es una categoría política habitable y desbordada y pretender reducirla a una base biológica desconoce la experiencia colectiva de los feminismos de la última mitad de siglo.

Enfrentamiento abolicionistas / regulacionistas
El enfrentamiento entre un sector que extrañamente vuelve a la biología de la que huimos hace más de medio siglo y el activismo sexodisidente disparó, como ya se ha vuelto frecuente, tiros contra el abolicionismo. Catalina Trebisacce apuntó en una entrevista con Marta Dillon contra un espectro del que reconoce no saber nada: “las radfem” y su supuesta alianza con el “abolicionismo más rancio”. Las respuestas no se hicieron esperar, pero solo en redes sociales donde pudieron publicarse variadas réplicas en torno a las formas heterogéneas que asume el abolicionismo: Sobrevivientes nucleadas en la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (AMADH), militantes feministas y lesbianas que merecen el mote de “históricas” (principalmente ATEM 25 de Noviembre), las Madres Víctimas de Trata y el grupo artivista Mariposas AUGE, una posición que se reclama antipunitivista (entre las que se ubican Furia Trava, Grupo Maleza y Abolisueltas), agrupaciones partidarias de la izquierda y el socialismo (como Pan y Rosas, Trece Rosas y otras) y agrupaciones más o menos recientes (FRIA, Radar) son apenas ejemplo de un amplio arco lleno de matices.
A las viejas les debemos todo. Escribo esta frase y pienso en muchas de las feministas que abrieron un camino cuando ser feminista y lesbiana visible no era fácil. Llamar a esa posición “rancio abolicionismo” es mínimo una falta de respeto y definitivamente ingratitud y falta de comprensión: no se trata de tolerar a biologicistas -los discursos de odio, sabemos, matan- por eso mismo tampoco podemos bancar expresiones de desprecio a las mujeres y mucho menos actos de violencia física.
Los feminismos han sido especialmente críticos con las instituciones patriarcales: la heterosexualidad obligatoria, la familia nuclear y la prostitución son instituciones, no son formas naturales en las que nos vinculamos, son resultado de procesos históricos sobre los cuales pensamos y activamos apasionadamente, pero así como no excluiríamos de nuestras discusiones a quienes critican a la familia y la heterosexualidad, no se puede silenciar la crítica a la prostitución. Y del escenario del 8M se intentó bajar a sobrevivientes de AMADH de forma patotera porque una de ellas portaba un cartel que decía “La prostitución no es trabajo”.
Necesitamos hablar, discutir y desarmar ese campo binario en el que de un lado queda el horror de ser un descartable objeto y del otro la felicidad de ser una empoderada puta. Especialmente en estos momentos en los que la materialidad de la vida se torna precaria empujarnos a abrazar una actividad como una identidad orgullosa o pretender silenciarnos es por lo menos un acto irresponsable por no decir suicida. Podemos sostener la reivindicación de derechos de las mujeres organizadas que quieren hacer oír sus voces, algunas se autodenominan trabajadoras sexuales, otras se llaman a sí mismas sobrevivientes del sistema prostituyente, todas son parte de nuestra construcción colectiva.

Frente al 24M
La calle está siendo arrasada: el verdurazo y la feria de San Telmo terminaron de la peor manera: con palos, detenidos, detenidas y la sensación de que hoy ocupar el espacio público es una urgencia y una forma de no seguir perdiendo lo poco que nos va quedando. Tenemos que estar a la altura de construir un sujeto feminista que pueda levantar las voces de las trabajadoras desocupadas, precarizadas y empobrecidas, de las identidades que se asumen feministas desde la diversidad de experiencias y trayectorias, porque no es tiempo de saldar diferencias: lo haremos cuando la vida no se nos vaya en ello. Desde hace años el 24M también es espacio de reunión de heterogeneidades, diferencias y debe servirnos de aprendizaje: las dos marchas atestiguan el cortocircuito. Deberíamos prestar atención a las señales que promueven estas diferencias que se muestran insalvables, que generan desconfianzas, levantan sospechas o terminan dirimidas a las piñas.
No se trata de ceder, se trata de entender donde nos paramos hoy, con quienes podemos construir y tal como señala María Pía López “cómo construimos un sujeto político autónomo, capaz de expandir los horizontes de lo posible, de poner en juego la imaginación, de tramar formas organizativas (…) que contribuya a derrotar al neoliberalismo en las urnas pero también en la construcción de otra gobernabilidad. Capaz de plantear problemas y disidencias a cualquier gobierno, porque también un gobierno que interrumpa la crueldad neoliberal necesita las alertas y las demandas surgidas de la movilización social. En el peor y en el mejor de los escenarios electorales, los feminismos callejeros y asamblearios tienen mucho por hacer”. ¿Estamos dispuestas a hacerlo? [2]


[1] Cynthia Castoriano y Lía Ghara, “8M: Feminismo y confusión” http://www.manifiesta.com.ar/noticias.php?pag=14582&detalle=31407
[2] María Pía López, “Inventamos o erramos” en Página 12 https://www.pagina12.com.ar/177733-inventamos-o-erramos

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*Mariela Acevedo es feminista, licenciada en comunicación y docente. Administra el portal feminismo gráfico y es editora de Revista Clítoris. Escribe, da clases y realiza tareas de investigación en el campo de la comunicación, la salud, los géneros y las sexualidades.

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