Cooperativa Ar/Tv trans

De la mirada crítica a la propuesta de alternativas

por Maia Kiszkiewicz

Emma Serna, presidenta de Ar/Tv trans, define el comienzo del grupo como algo espontáneo. En 2010, un equipo de personas que hacía teatro decidió seguir formándose y ser una Cooperativa. “Nuestro espacio inicial pretendía solamente hacer una obra. El paso del tiempo nos hizo entender otras cosas. La situación política, por ejemplo. Yo llegué ahí con un pensamiento, ahora tengo otro. Ese cambio tuvo que ver con la construcción, sin pretender nada gigante y por la necesidad de hacer”, dice a Periódico VAS.

Desde entonces, Ar/Tv trans cuenta con producciones en diferentes formatos. Teatro, radio, narraciones y audiovisuales son parte de las propuestas. La premisa: si alguien quiere hacer algo, puede. Entonces, el aporte es diverso y se complementa desde las ganas y el impulso. Eso deviene en trabajos como el ciclo de entrevistas El Mundo Según Ellas y las historias contadas en Diversicuentos, disponibles en el canal de YouTube Arte Trans; Arte en la ciudad, un programa radial que sale en los viernes a las 20:00 en la radio pública de la Municipalidad de Avellaneda, y obras de teatro como Las fabricantes de tortas.

“Ahora nos queda volver a la presencialidad, aunque cueste. Las aperturas nos agarran en un momento del año medio raro porque ya termina. Estamos ensayando nuevas obras de teatro, pero las vamos a dejar para armar una cartelera con fechas y funciones en 2022”, cuenta Emma y afirma que las novedades serán anunciadas en sus redes sociales (Ig: @Cooperativaartetrans, Fb: @Cooperativa Artetrans).

¿Cómo se organizan para producir en Ar/Tv trans?

Somos un espacio muy libre. Hay alguien responsable, tenemos presidenta, pero es importante y necesario rescatar lo colectivo. Tenemos organización, no condicionamientos en cuestiones creativas. Nosotras manejamos una línea de pensamiento clara, aunque no única. No se puede levantar un discurso machista o racista dentro de la Cooperativa. Respetamos eso que, en verdad, se debería respetar en todos lados. Pero en materia creativa, no hay límites.
A mí me interesa comunicar lo que sea desde Arte trans, sin perder el objetivo. Nosotras tenemos un mensaje superador. Muchas veces ha resultado mediáticamente el discurso de ponernos en un lugar de víctimas. Somos víctimas de un sistema, eso es cierto. Pero la búsqueda es que la gente nos vea porque les gusta lo que ofrecemos. No por lástima.

Desde Ar/Tv trans dicen que uno de los objetivos de la Cooperativa es contar y compartir vivencias desde la propia voz y poniendo el cuerpo, ¿cómo están las posibilidades para hacerlo?

La posibilidad está. Se ha abierto una puerta muy grande y ahora depende de nosotras utilizarla. Cuando reclamás algo y te lo dan, tenés que ponerlo en funcionamiento. Eso lleva un tiempo y es un proceso.
Nosotras, las primeras funciones, obras de teatro, conferencias y charlas que dábamos, tenían que ver con reclamos de respeto a nuestra identidad. Todavía lo hacemos, pero desde otro lugar. En materia legal estamos en iguales condiciones. Lo que pasa es que, después, eso no se ve en la realidad. Entonces, ahora se tienen que cumplir las leyes y articular con nosotras. Sabemos que estamos capacitadas para recibir trabajo, pero no es de igual a igual la cantidad de personas trans que están incluidas en el sistema de salud o educación.
Reclamamos tener nuestra voz, ahora tenemos que llevarla. No dejar que otros hablen por nosotras o, si lo hacen, que cuenten lo que realmente nos sucede. Eso es fundamental.

En lo que decís, escucho que resulta muy importante la convicción de tener algo para contar y saber que se puede hacerlo. Ahí aparece la voz propia.

Y creer. Creer en esa voz propia. A mí me ha pasado que tuve una historia de vida muy diferente a la de la gran mayoría de las personas trans. Tuve la fortuna de no tener que, obligadamente, dedicarme a la prostitución. Nunca ejercí el trabajo sexual y no viví esa exclusión. Entonces, puedo hablar y defender a mis compañeras. Pero me molesta muchísimo cuando se cae en eso de contar siempre lo mal que la pasamos. Grito, llanto. No. Me parece que los productos tienen que hablar de lo que somos, hay otras cosas. Y, desde ese lugar, luchar, combatir e incorporar al resto que por ahí sí está en un lugar marginal, que puedan acoplarse, subirse a ese tren y que no se sientan tan al margen. Esa es la estrategia.

Leí que hablás de la autogestión como una forma de empoderarse.

Sí. Ser nosotras las que vamos a un Ministerio y hablamos con un Gobierno determinado, o con una Secretaría. Las que construimos y nos vamos transformando. Yo no tenía idea qué palabras usar cuando estaba ante un funcionario. Entonces, articular, hablar, aprender qué decir en esas situaciones, pensar la Secretaría o la Tesorería de la Cooperativa. Tener voz propia. Crecer.
Las primeras veces lo habremos hecho muy mal, pero hemos ido aprendiendo. También hay cosas que se dieron. El tema de un gestor cultural, por ejemplo, nunca lo tuvimos en cuenta porque no podíamos gastar plata en eso.

Ustedes hacen entrevistas audiovisuales, ficción, ¿cómo ves la situación laboral en ese campo?

Conozco una sola chica trans que trabaja en un noticiero, Diana Zurco, en la Tv Pública. Pero en los otros canales no veo. No está la oportunidad. Hay muchas que deben querer, pero no abren casting para personas trans o no se recibe la misma cantidad de currículums de personas trans en los canales con más audiencia.
Y, en cuanto a productos audiovisuales, mayormente muestran travestis trans cuando hay que hablar de droga y prostitución. Antes ponían actores a hacer de trans, ahora nos llaman. Eso cambió. Pero siguen contando lo mismo. Parece que lo único que saben de una chica trans es que vive en una villa, se prostituye, vende droga, le venden, o sabe dónde está el dealer. Y, ¿cuándo la historia de una chica trans en un pueblo, Jujuy, Catamarca, en el centro de la Provincia de Buenos Aires, que cuente lo que le pasa cuando se enamoró de un chico en el colegio?

Entre todo esto, pensaron Diversicuentos, un proyecto planteado para toda la familia, ¿por qué les parece importante trabajar y generar contenido para todas las edades?

Porque sabemos que, a medida que se van logrando conquistas, una tiene que ir viendo qué hace falta. Que se cumplan las leyes siempre es lo primero. Pero, también, pensar en los más chicos. Las infancias, que son las que más sufren cuando toman la decisión de cambiar o sienten que tienen una identidad que no les corresponde.
Argentina siempre fue un país con una gran industria exportadora de material audiovisual infantil, juvenil y adolescente. Casi Ángeles, Floricienta, los productos de Cris Morena, Rebelde Way, eran muy buenos como negocio. Ahora se cuestionan mucho, a mí me cuesta hacerle bullying a cosas de hace 10 años porque yo también pensaba de otro modo en el pasado. Y creo positivo reivindicar que la verdadera riqueza no está en lo sentimental, que era parte de los mensajes. Lo equivocado era que siempre se elegían personas rubias, de ojos celestes y blancas. Nada disidente. Pero tenían unos niveles de audiencia increíbles, se vendían a todo el mundo y los consumíamos nosotros. También hay ejemplos de otra cosa, como 100 días para enamorarse. Es evidente que ahí han hecho un trabajo de campo para contar la transición de un varón trans. Pero fue una serie, hace tres años.

Entonces, ¿juntarse, hacer y proponer?

Claro. Los productores argentinos, por ejemplo, a veces critican muchísimo que la televisión está llena de latas extranjeras. A mí tampoco me gusta eso. Pero si vos, como productor, lo único que querés llevar a la televisión son cosas desagradables, claro que va a ganar una novela como Dr Milagro. Digo desagradables no en cuanto a contenido o producción sino porque todo es tiroteo, la bala que le entró al cráneo, explotó y saltó una víscera por el ojo. Violencia. Y no hablo de que todo sea un mundo de pajaritos y flores, sino de la sutileza. Por eso Okupas tiene tanta audiencia. Lo que cuenta es terrible, pero no desagradable. Se puede contar sin ser morbosos.
Ante esto, no nos podemos quedar en la queja. Si lo que tenemos no nos gusta, hay que hacer algo. A las infancias hay que ofrecerles un producto. Eso es Diversicuentos. Y hacerlo desde el arte, que es una herramienta que nos hace repensar muchas cosas. El teatro tiene ese poder, también. Permite que la gente reflexione sobre qué quiere para su país, para su familia, sus hijos, hijas e hijes.

Foto: Fabio Marcelo Sirello

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