El Clítoris más potente del mundo

por Agustina Paz Frontera para LATFEM

 

Se presentó en Buenos Aires, Clítoris. Relatos gráficos para femininjas, un libro de historietas de temática feminista, de autoría colectiva, coordinado por Mariela Acevedo y editado por Hotel de las ideas. Clítoris es un libro extraño y sensual, “una bestia potenciada que busca inocular un virus”, como dice su editora en el prólogo.

“Ven el libro así con dibujitos y por ahí no se dan cuenta de que hay feminismo extremo adentro”, dice Mariela Acevedo. La interpretación dependerá, como siempre, de los repertorios afectivos de los lectores, pero la perspectiva feminista es crucial, es evidente a todas luces. “Las historietas son un caballo de Troya, una yegua de Troya, son las manera de entrar en espacios así casi inocentemente”, agrega Acevedo.

“Yo sobreviví al 2016”, dice la remera de fantasía que imagina Mariela Acevedo, comunicóloga, directora de la revista y coordinadora de las antologías Clítoris. Clítoris, antes de ser libro, es una revista de historietas. Empezó a circular en espacios de activistas feministas y queer a partir de 2010. Como revista, Clítoris publicó 4 números, y en 2014 apareció como antología en un libro llamado Clítoris. Sex(t)ualidades en viñetas. Toda aquella que haya ido a un Encuentro Nacional de Mujeres, tiene su Clítoris, ha visto uno. Ahora, luego de un 2016 gélido, aparece este nuevo libro con potencia reprogramada.

Un fulano con la remera del Che Guevara se espanta de que un niño juegue con muñecas. Una piba que le pega a un pibe con un libro de Simone de Beauvoir. Una escuadra de hackers que inoculan el virus de la autonomía sexual en mujeres cyborgs. Dos chicas que se gustan atraviesan la historia de las manifestaciones políticas en la Argentina desde 2001 hasta el 2017. Una leona que transiciona a león. Una paridora de conejos. Una superheroína Bomb Girl, seudo feminista que termina trabajando para el patriarcado, una que deviene femimostra hermostra, un texto sobre producciones visuales a favor de la legalización del aborto, uno sobre espacios lésbicos que excluyen a tortas trans, etc. etc. etc. El ecosistema de Clítoris es un prisma desde donde los feminismos se estallan, se superponen y se ilustran a sí mismos también como una arena de lucha.

¿Cómo comienza Clítoris?

-En 2008 empecé con una búsqueda en torno al feminismo, yo estudiaba Ciencias de la Comunicación e hice todos los seminarios de género que había. No lo hacía porque necesitaba para aprobar. Había empezado a escribir sobre la representación de las mujeres en la historieta Clara de noche (creada en 1992 por los guionistas Carlos Trillo y Eduardo Maicas y el dibujante Jordi Bernet). Después, viajé a España y conocí muchas mujeres historietistas y empecé a pensar no tanto en cómo las mujeres eran representadas sino en qué pasaba con la autoría de las mujeres; me di cuenta de que todo lo que había visto eran representaciones de varones, no había visto qué pasaba cuando las mujeres se dibujaban. Muchas de las autoras estaban publicando en la web, era el boom de los blogs, empecé a listar todos los espacios de autoras que encontré, pero en los espacios en papel no había mujeres, había un techo, una barrera que no las incluía. Entonces, estaba pensando en armar algo y salió en 2010 una convocatoria del Ministerio de Cultura para nuevas revistas, tenías que presentar un número cero, te daban 20000 pesos para hacer 4 números. Teníamos la entrevista a Patricia Breccia, que fue como la madrina, ella siempre había notado que existía ese problema de la autoría con las mujeres, que tenían menos posibilidades de publicar que los varones.

¿Cómo fueron esos primeros números de la revista?

-A veces es desolador todo el trabajo de ir a una feria, llevarla, por ahí vender 2 revistas y tener sólo para la cerveza de la noche. A mí me daban y me dan ganas de hacer la revista, aunque el esfuerzo fuera demencial. Yo estaba vendiendo revistas en el parque y debía mi tesis, hay que estar dispuesta a hacer eso. Pero era reconfortante, me acuerdo de hablar en Parque Centenario con una señora grande que no sabía qué era el clítoris, esa conversación es mucho más gratificante que cualquier beneficio económico. Esas situaciones se dan cuando se edita una revista, en cambio con el libro pasa que se lo llevan y ya está, el libro sigue solo su curso. Sostener en el tiempo una publicación así es costoso, emocionalmente.

¿Qué implica que la publicación sea feminista en términos de su organización?

-Hay una idea de que las relaciones feministas son horizontales, y hay mucho de mito en eso también, hay un texto de 1971 que se llama “La Tiranía de la falta de estructuras”, de Jo Freeman, en realidad las relaciones de poder igual existen por más que parezca que hay horizontalidad. Por ejemplo, si todas las reuniones se hacen en lo de fulanita y si fulanita no está la reunión no se hace, implica también una relación de poder. Hay decisiones que las toma la persona que edita, por ejemplo no reproducir la denuncia como forma de comunicación principal. Mostrar mujeres empoderadas, no débiles. En una revista que tiene al humor y la sátira como principal lenguaje, la denuncia debía estar desplazada. No hace falta mostrar las violencias crudas de África del norte para retratar las violencias que vivimos las mujeres. Esa es mi posición y si alguien pregunta “¿y vos quién sos para tomar la decisión de no publicar tal historieta”, bueno, soy la editora. Tomar esas decisiones a veces molesta, y a veces esas decisiones se toman en una relación jerárquica y no por eso dejamos de ser feministas.

¿Cuál es la diferencia entre este segundo libro y el primero?

-En el primer libro hay más autores del palo de la historieta. En este segundo libro la mayoría son autoras muy jovencitas, que son sub 25, que tienen ya formación feminista. En el primer libro había 4 ejes: aborto, cánon de belleza, homofobia, explotación sexual. Cada eje con un artículo y dos historietas. En el segundo, hicimos un recorrido: qué hacer cuando te reconocés feminista, me desperté en el heteropatriarcado, el lugar de los varones en las luchas feministas, salir del armario cis, mi cuerpo es mío, putas feministas… Son ficciones que ponen en tensión algunas cuestiones, pero no son una bajada de línea, no son argumentos. Son textos que pueden ser polémicos, así como los son un cuento o una película, están pensados para que generen discusión. Así pienso la inclusión de este apartado de “putas feministas”, especialmente en este contexto de tensión entre el abolicionismo y el regulacionismo.

¿Qué pasa con ese apartado, cómo resuelven la polémica?

-Hay una necesidad de definir si el libro es abolicionista, si vos sos abolicionista o regulacionista, una discusión que no permite ver las tensiones. La historieta sobre “Putas feministas” la escribí yo, no quería que tuviera un sesgo donde pudiera relacionarse con la idea de que las mujeres no pudieran decidir nada, muy anclado en la esclavitud sexual, ni tampoco que sea una cosa festejante del mercado. A mí me parece hay un mercado del cuerpo que merece una crítica y que hay ciertas ideas de libertad imbuidas de liberalismo, que no acuerdo. Yo tengo una posición pero no excluyo a quienes tienen otras. Nos acusaron de abolicionistas en una discusión en Facebook, decían que atacábamos a las trabajadoras sexuales. Para nada, nosotras presentamos el debate. Es la clásica cuestión del feministómetro, todas tenemos contradicciones pero andar policiando a ver si la directora es abolicionista, cuando participan más de 20 autoras, no me parece. Llegué a soñar que me echaban del feminismo. Mi historieta es sobre androides, está inspirada en la serie Humans, intento trabajar cuál es el límite entre la explotación sexual y el consentimiento, un problema que no se da sólo en las relaciones sexuales mediadas por el comercio.

¿Dónde está el feminismo en un libro que se autodenomina feminista?, ¿son todas feministas las autoras?

-El feminismo no tiene que ver tanto con si la autora o el autor es feminista, tampoco que haya temas inherentemente feministas. El aborto, por ejemplo, es un tema que puede tratarse desde muchos lados. La perspectiva feminista es una. Lo que hace feminista una antología es que explícitamente se ubica en una posición política que define ciertas cuestiones de género, de sexualidades, de corporalidades. Y que le abre espacio a personas que están relegadas. Y hay una búsqueda. No todas las autoras son feministas. Por ejemplo, una de las autoras que finalmente por otros motivos no quedó en el libro, me dijo que no era feminista, que me lo quería aclarar, yo le dije que para mí que seas o no feminista no te excluye de la publicación. Sí las coordenadas del libro son feministas. Lo que yo hice es una lista de autoras posibles y luego las contacté y les tiré un tema, también les ofrecíamos unx guionista si hacía falta.

¿Es diferente el contexto de publicación de 2014 y el de ahora?

-El contenido de este nuevo libro es muy potente, muy fuerte. Lo que pasó en el medio es el Ni Una Menos. Ni Una Menos recibió muchas críticas, no es que salió de la nada pero fue muy efervescente y atrajo a gente que estaba afuera y se interiorizó de las luchas por los derechos de las mujeres. Hubo una aceleración feminista muy fuerte. Si vos ves como estaba la academia hace 5 años atrás y ves ahora que hay diplomaturas, espacios, áreas, gente craneando; si vos ves en la calle, en la cultura alternativa, hay dentro de cada espacio un cuestionamiento, y eso es algo de los últimos años. Ahora se ve más politización, las más jovencitas ya vienen feministas, nacen con el pelo rapado. Yo recién en 2008 empecé con un espacio de formación y reconocimiento, tengo 37 años. Noto que se aceleró el campo feminista, si existiera algo así. Yo nunca había escuchado en la academia la palabra “patriarcado”, ¿cómo no había escuchado nunca eso en la universidad, en las materias sobre vanguardias políticas, corrientes de pensamiento del siglo XX? Tengo la teoría de que hay un hiato en la transmisión del feminismo, que supongo que será por la dictadura. Pero hay una generación de activistas que desaparecen y la generación siguiente no recibe la transmisión del feminismo. Mi vieja, por ejemplo, se hizo feminista ahora. Luego, las autoras de 30 y pico en 2010 no eran feministas, “no quiero ser como Maitena”, te decían, y después esas mismas pibas hicieron un proceso de encontrar el feminismo y aceptar el espacio. La mayor resistencia fue de las autoras, había miedo con ser asociadas a que odiaban a los pibes. Hay una idea aún de que las feminazis son un problema, de que las paredes pintadas y las pibas en tetas son un problema.

¿Por qué el nombre Clítoris?

-Yo estaba en una agrupación que se llamaba Desobediencia y Felicidad, que salíamos a hacer esténcils. Una compañera había sugerido un esténcil que era “Clítoris”, con escritura cursiva y florcitas, decía que había que usar esa palabra, porque había una idea sexual de que las mujeres estaban para el placer de otro y era todo sexualizado sin pensar en la sexualidad de las mujeres. Después me fui de esa agrupación y cuando pensé en la revista pensé en “Clítoris” por ese esténcil. La revista clásica de historietas de autores (que no dice que es de autores), es la Fierro, y la palabras “fierro” tiene una connotación muy asociada a lo masculino, asociado a los chumbos, los autos, frente a eso yo quería que las autoras tuvieran el placer de verse nombradas y nombrar el órgano de las mujeres cuya única función es el placer. En este mismo sentido, el libro viene con un fanzine de regalo sobre la Glándula de Anarcha, que es la glándula de la eyaculación femenina, que en ginecología tradicional se conoce como Glándula de Skenne. A las mujeres nos enseñan que todo en nosotras es chiquito e invisible, y la posibilidad de poder chorrear es un problema, nosotras queremos homenajear esa posibilidad y a Anarcha, la mujer sobre la que se hicieron tantos experimentos.

¿Cómo aparece el erotismo en estas historietas?

-En este libro yo sentí que tenía una deuda, que muchas colegas lesbianas iban a comprar el libro por el nombre y que faltaba más historia de lesbianas. En el primer libro no aparecía la lesbofobia, sí la transfobia. Le pedí entonces a Maia Venturini, que viene narrando esto hace tiempo en Escenas de la vida lésbica, una historia que incluyera el amor entre lesbianas pero también la protesta, el activismo. En esa historieta hay exploración erótica. Tienen una pata muy fuerte en el activismo, en esa historieta en particular el erotismo está cruzado con el activismo, ¡Maia hizo eso!

En Clítoris la ficción y el humor son un atajo para la construcción de un retrato de los feminismos contemporáneos en clave activista y alegre. Hoy, que la palabra feminismo está más presente que nunca, Clítoris lo pone en escenas y lo piensa desde las aristas del goce, de las potencias y no desde el confinamiento a ser víctimas eternas al que nos obligan los relatos noticiosos. “Estas breves ficciones parecen plasmar una memoria sobre nuestras luchas”, una memoria ilustrada de las luchas femininjas.

Clítoris fue presentada los primeros días de agosto en Buenos Aires por Diego Trerotola y Maria Luisa Peralta. Buscala en todas las librerías, para más info http://hoteldelasideas.com/

 

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