Frente de artistas del Borda.

Arte, lucha y resistencia

por Maia Kiszkiewicz.

Adentro y afuera son términos que se necesitan mutuamente para existir. Igual que internación y externación, no se pueden pensar por separado. Cuando se habla de lo que encierra sin tener en cuenta lo que libera, hay un recorte intencional que elimina posibilidades. Como sucedió históricamente con los manicomios, una de las instituciones creadas para controlar los cuerpos de quienes no eran funcionales al modelo de sociedad planteado por el sistema. Ante este panorama del que aún quedan vestigios, en el mundo, diversas organizaciones plantean alternativas que comunican y construyen en conjunto para romper con el aislamiento de las personas que se encuentran internadas.
En Argentina, el Frente de Artistas del Borda es una de las experiencias que, desde 1984, construye obras artísticas de forma colectiva. Este equipo de trabajo propone 11 talleres gratuitos abiertos a la comunidad y, al hacerlo, demuestra que es posible construir una organización autogestiva y horizontal en la que las personas que participan pueden expresar sus ideas y opiniones con la seguridad de que serán escuchadas. “Los talleres tienen dos coordinaciones. Por un lado, la psicológica, que está disponible si se necesita apoyo en alguna circunstancia particular. Por otro, la artística, que da técnicas específicas, lleva ideas y brinda pautas a modo de propuestas que, después, se convierten en obras colectivas cuando se suman voces e ideas”, explica, en comunicación con Periódico VAS, Daniel Ricardo Calvo, coordinador del Frente de Artistas del Borda.

Danza, periodismo y comunicación, plástica, circo, teatro, música, letras, mural y fotografía son las propuestas que se trabajan para realizar obras que, desde su origen, tienen una búsqueda clara: cuestionar el imaginario social respecto de la locura realizando una práctica desmanicomializadora.

¿Qué hay en el arte que funciona para romper las barreras entre el adentro y el afuera?

El arte socializa. Una cosa es estar solo con el dolor, otra muy diferente es compartirlo. Nosotros no rescatamos gente a través del arte, pero sí rompemos el aislamiento. El arte no cura, ayuda a curar. No hace una revolución, ayuda a que suceda. Es decir, no podemos cargarle todo al arte. Pero sabemos que engrandece y rompe tanto con la inmovilidad que puede causar el estar todo el tiempo consumiendo medicaciones, como con la falta de identidad que se genera cuando las personas son números o historias clínicas.
Desde el Frente de Artistas del Borda lo que hacemos es crear obras que al salir rompan con uno de los mayores prejuicios, el de pensar que la locura hace que la gente esté obnubilada, ida, en otra galaxia. La realidad es que el 90% de las personas que están en un neuropsiquiátrico está en condiciones de externación, pero no tiene posibilidad de trabajo o vivienda y a las familias les resulta difícil convivir con ellos.
Nuestras obras llevan una denuncia, cuestionan al manicomio como institución y resquebrajan su lógica como lugar de encierro para gente incapaz. A la vez, el reconocimiento de la gente que se acerca y felicita después de cada presentación cura la soledad del hospicio.

¿El Borda sigue siendo un manicomio? Porque la ley 26.657, más conocida como la Ley de Salud Mental, establecía que para el 2020 debía dejar de existir este tipo de lugares.

En sus orígenes era un hospicio de alienados que no sólo alojaba personas con problemas mentales, sino que servía para meter gente con temas de alcoholismo, adicciones, desocupada, en situación de calle. Era una limpieza étnica. Esa es la lógica manicomial. Son espacios creados en todo el mundo para cubrir el espacio que dejaron los leprosarios. Una característica que se conserva, por ejemplo, es que son sitios aislados de manera tal que no se vea la locura. Como los cementerios, que están alejados para ocultar la muerte.
El Borda sigue siendo un hospital monovalente, se tratan padecimientos mentales, es un manicomio. Lo que pasa es que ya no hay electroshock, no se ata a la cama ni se pega. Pero, desde que los laboratorios se pusieron en acción, les dan a las personas internadas el famoso chaleco químico. Es decir, los empastillan y listo. Quedan tan obnubilados que no tienen ni fuerza para rebelarse. Pierden voluntad, el cuerpo se deteriora. Lo único es dormir, dormir, dormir.

¿Qué pasó con la ley, entonces?

La ley 26.657 se trabajó desde las familias, usuarios y ex usuarios de salud mental y defiende, por primera vez, los derechos de las personas externadas al mismo tiempo que pone un coto a ciertas situaciones que sucedían. Antes, si querías eliminar a alguien de tu familia, sea por temas de herencia o porque la persona no seguía la línea ideal de la familia patricia, se llamaba a un médico psiquiatra que tenía contacto con algún juez, se le daba guita y se internaba para ocultar. El ejemplo más conocido es el de un hijo de Videla que terminó en un manicomio de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, la mancha de la familia se internaba, la locura se utilizaba para eliminar personas.
Ahora, con la ley, quien será internado tiene que firmar expresando su acuerdo. Además, las internaciones tendrían que ser breves, seguidas por un equipo interdisciplinario (trabajador social, enfermero, médico, psiquiatra), y debería haber casas de medio camino e incorporación a cooperativas de vivienda y trabajo. Pero no se bajó presupuesto para pagar a los profesionales ni para que las personas externadas tengan un ámbito social que suplante toda la falta de trabajo y vivienda que hay.
La idea de que en 2020 se cerrasen todos los manicomios estaba muy bien, pero no se le dio importancia, como tampoco se le da a la salud en general. Tenemos compañeros y compañeras acampando en 9 de julio y Moreno, frente al Ministerio de Salud, y tampoco los reciben. Entonces, si no se responde a los esenciales, menos le van a dar cabida a las personas que están en el manicomio y tienen techo y comida.

El Frente de Artistas está apoyando el acampe de enfermeros, enfermeras y trabajadores de la salud, ¿por qué vieron la necesidad de manifestarse respecto de esta situación?

La mayor relación con las personas internadas la tienen los enfermeros y las enfermeras. El corazón de la enfermería son las mujeres, ellas ocupan aproximadamente el 85% de los cargos en esta profesión y son, también, las que le prestan el celular a quienes viven en el hospital para que reciban alguna llamada, las que están 12 horas trabajando, bañan a quienes no pueden, cuidan los paquetes de cigarrillos, cortan las uñas y organizan festejos de cumpleaños.
Muchas veces hay una idea de que el enfermero o la enfermera sirve para limpiar el culo y no ven todo el trabajo que hay detrás. Hay una sensación de soberbia, también, por parte de algunos médicos. Ellos cumplen su horario de guardia, dejan la medicación, pasan a ver cómo sigue el paciente. Pero las enfermeras están todo el tiempo, trabajan con aparatos de alta complejidad y, para eso, hacen una carrera de 5 años. Estas personas ganan entre 35.000 y 37.000 pesos mensuales. Por eso hay muchos con licencia psiquiátrica. La situación les pasa por encima.
Nosotros estamos en el acampe y hacemos asambleas todos los miércoles. Ahí surgen situaciones puntuales. Creemos que está bueno que entre todos comentemos lo que nos pasa porque, sin restarle importancia a la psicología clásica, estamos a favor de la psicología social. Nadie puede contar su historia personal liberada de lo social. Lo que me pasa a mí, le pasa a un montón. Una persona cuenta que tiene licencia psiquiátrica, y aparecen 10 más.

¿Cómo trabajan la actualidad con las personas internadas?

Ellos ven los carteles en las paredes de los pasillos, miran televisión, se enteran de que hay movilizaciones. El que no perdió la conciencia por el chaleco químico, entiende. A la vez, hay enfermeros muertos. En el Área Metropolitana de Buenos Aires, 80. En el país, como 800. Y cuando falta una enfermera es un agujero difícil de olvidar.

En medio de todo eso, ¿cómo ven la perspectiva política del arte en general y de lo que ustedes hacen en particular?

Es importantísimo. El arte tiene la misión de ser un acto revolucionario y conmover a la sociedad. Obviamente, hay un contexto con principios económicos y organizativos que se tendrían que unir para hacer una revolución.
Nosotros cuestionamos al capitalismo y a la sociedad. Nuestro principio es el fin del manicomio como institución. Nuestro lema: arte, lucha y resistencia. 

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