Hambre en Argentina: La casta era comer cuatro veces por día

María Fernanda Miguel

La pobreza está en aumento y los comedores comunitarios reciben a personas que tienen que pedir ayuda por primera vez. Desde el gobierno de Milei se les da la espalda.

“No hay plata”. Es el slogan del gobierno, pero también es la realidad de miles de familias. Según estudios privados realizados por la Universidad di Tella, la pobreza alcanza al 47% de la población, mientras que desde la Universidad Católica Argentina afirman que esa cifra es más elevada y llega al 57,4%. Este índice es el más alto de los últimos 20 años y se dio en menos de tres meses de gobierno. Hoy se estima que hay 3,6 millones de personas que cayeron en la pobreza y la cifra seguirá aumentando. No es una mera especulación, lo dijo el propio presidente Javier Milei: “En marzo o abril la Argentina va a tocar fondo”, para luego repuntar. Lo dice livianamente, pero las consecuencias serán devastadoras para la mayor parte de la población.

En enero una familia “tipo” -compuesta por dos adultos y dos menores- necesitó $596.823 pesos para no estar por debajo de la línea de la pobreza y $285.661 pesos para no caer en indigencia. Todo esto sin tener en cuenta el pago del alquiler y expensas.

Actualmente el Salario Mínimo, Vital y Móvil es de $180 mil pesos. Durante la segunda quincena de febrero el Consejo del Salario se reunió con el Gobierno para plantear una actualización, pero no tuvo éxito. Al respecto, Milei enunció: “No nos gusta eso de estar fijando precios mínimos. Esa es una cuestión que tiene que ser abordada por los trabajadores con sus empleadores. No creo que un político deba determinarlo por un decreto”. Pero lo ocurrido fue que Milei fijó por decreto el Salario Mínimo, Vital y Móvil en 180 mil pesos para febrero y $ 202.800 para marzo.

En estos casi tres meses de nuevo gobierno la vida aumentó un 200% ante salarios y jubilaciones congelados. Prepagas, servicios, transporte, comida, combustible, medicamentos y alquileres aumentaron sin control y llegar a fin de mes se convirtió en una verdadera odisea.
Las cuentas ahogan y muchos tienen que elegir entre comer o pagar un alquiler o viajar hacia su lugar de trabajo. Ante estas situaciones muchas personas -a veces familias enteras- tienen que recurrir a buscar ayuda por primera vez. Ahí es donde entra a jugar la labor importante de los comedores y merenderos comunitarios, aunque también los atraviesa la crisis.

Un juego perverso
“Así es como lo voy a hacer yo. Chicos, ¿ustedes tienen hambre? Vengan de a uno que les voy a anotar el DNI, el nombre, de dónde son, y van a recibir ayuda individualmente», esbozó Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, luego de una protesta de diversas organizaciones sociales en el palacio de la ex Casa Patria Grande en Carlos Pellegrini 1285. Las organizaciones estaban allí reclamando que no están bajando las partidas que corresponden para que los comedores puedan seguir funcionando. Y fueron reprimidas con gases lacrimógenos y palos por parte de la policía.
Desde el Gobierno insisten en que quieren acabar con los intermediarios, ya que según indican presionan a la gente para que vayan y los adoctrinan, subestiman así a las personas que necesitan comer aludiendo que no tienen sus propias convicciones. Tal como sucedió a fin de año cuando se estableció el protocolo antipiquetes y extorsionaron a los beneficiarios de planes sociales para que no salieran a la calle porque les sacarían el beneficio. Algo completamente inconstitucional ya que se contradice con el derecho a la protesta. La medida del Gobierno es muy clara: ajustan a los que menos tienen y los presionan para que no protesten.

Volviendo a los comedores, luego de este encuentro poco feliz con la Ministra, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), junto a otras organizaciones que tienen comedores, decidieron acatar lo dicho por Pettovello y organizaron una gran fila para ser atendidos, tal como ella había pedido. Dina Sánchez, Secretaria general adjunta de UTEP, comentó: “(Pettovello) quiere que las personas vayan una por una a decir que no les alcanza el alimento. Comer se volvió un privilegio. Con el hambre no se jode”.
Y el 5 de febrero más de 10 mil personas hicieron una larga cola desde el Ministerio de Capital Humano hasta la Avenida Belgrano. Ante este escenario la Ministra se escudó diciendo que ella no los había citado y que tenían que hacer el pedido por las vías “correspondientes”. Tiempo después habilitaron un apartado de la web del Ministerio para que puedan cargar los datos, cuando estos ya figuran en el RENACOM (Registro Nacional de Comedores Comunitarios). De todas formas, los referentes y cocineras se hicieron oír y la noticia dio vueltas por el mundo.

En tanto, desde la UTEP y el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) presentaron un recurso de amparo para que la justicia ordene al Ministerio de Capital Humano entregar alimentos a los comedores comunitarios. En esa presentación ambos organismos resaltan que existe un presupuesto nacional y otro de las Naciones Unidas para ser utilizados con ese fin.

Haciendo caso omiso de todo, Pettovello firmó un acuerdo con los pastores evangélicos de Aciera (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina). Afirmó que es un acuerdo de partidas alimentarias para que llegue a la gente “de manera directa y sin intermediarios”. Un poco extraño el argumento teniendo en cuenta que en este caso los intermediarios son los pastores. ¿Acá no existe el adoctrinamiento?

Un número cada vez más grande
Periódico VAS dialogó con referentes de comedores de Barracas y Retiro. Ambos coincidieron en que durante enero y febrero se acercaron más familias que las habituales, muchas de ellas por primera vez. Aún no tienen problemas con la ración de las comidas, pero no saben hasta cuándo van a poder aguantar. ¿Y por qué hay gente nueva? Hay dos realidades bien marcadas: por un lado, quienes tienen un empleo, pero aun así no les alcanza para alimentar todas las bocas de su hogar. Por otro, quienes se quedaron sin empleo -por recortes de personal o por la paralización de la obra pública, principal fuente de empleo de los sectores más vulnerables- y no pueden acceder ni siquiera a una changa porque cada vez hay menos trabajo. Los planes y la Tarjeta Alimentar podían suplir algunos gastos, pero ahora con una inflación que ya superó el 50% en dos meses se vuelve cada vez más difícil.
Desde los movimientos sociales se calcula que a nivel nacional 4 millones de personas concurren a los comedores, un número que va variando según el momento económico, por lo que se espera que crezca.

Según el RENACOM, hay 41 mil comedores y merenderos registrados, pero se sabe que existen más y que lamentablemente deberán abrir nuevos.

Migajas para los pobres
El Ministerio de Capital Humano tuvo su primera baja. Pablo Rodrigué era el encargado de distribuir la mercadería en los comedores comunitarios y renunció porque no pudo sacar un camión con alimentos desde los galpones del Ministerio.
Entonces, desde el organismo dirigido por Pettovello se dio a conocer que habrá partidas a los comedores, pero a través de la compra de descartes de las empresas alimenticias. En una nota brindada al portal Infobae, distintos funcionarios de Capital Humano afirmaron que “Sandra Pettovello decidió que en las nuevas licitaciones se permitirá concursar de manera parcial por cada uno de los renglones. ´Así, si una empresa o distribuidora tiene un excedente de 50.000 latas de tomates, puede ofertar por eso, y el organismo de compra evalúa precio-cantidad. Entonces se va comprando a los que ofertan más barato. Cada uno de estos cambios evita la discrecionalidad dónde ganan siempre los mismos, eso que llamamos cartelización´”.

Esto no solo conlleva un riesgo para quienes lo consuman, ya que son productos con vencimientos cercanos, sino que además no responde a la demanda de nutrientes necesaria, sobre todo para niños en pleno desarrollo, ya que dependerá exclusivamente de la oferta que haya y no de la calidad y diversidad de los productos. Esto solo va a beneficiar a los grandes empresarios, dueños de las alimenticias, que no perderán ni un peso en esta crisis, mientras que del otro lado solo se recibirán las sobras.

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