La principal noticia es la magnitud de la deserción electoral

Crónica del ausentismo y la reconfiguración política en la Ciudad de Buenos Aires

por Cristina Peña

Como viene sucediendo en distintas provincias del país, las elecciones del último domingo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) pusieron en evidencia un fenómeno que, si bien no es nuevo, alcanzó una magnitud inédita: una profunda deserción electoral. En el territorio porteño, casi la mitad de los votantes habilitados (46,7%) decidió no concurrir a las urnas, situándose en un nivel de ausentismo que alarma tanto a políticos como a quienes observan la salud democrática de Argentina. Este dato configura la novedad real de la jornada electoral, mucho más que los resultados mismos, y obliga a repensar el sistema político y la relación entre los representantes y la ciudadanía.

Para contextualizar esta realidad, cabe destacar que la baja participación no fue un hecho exclusivo de la CABA, sino que se replicó en otros distritos importantes como Salta, Jujuy y Chaco. La persistencia de esta variable confirma que el problema no es puntual ni circunstancial, sino estructural. En cuanto a los resultados, las tendencias políticas preexistentes se mantienen: no hay una hegemonía electoral clara, sino una crisis del sistema general de representación que se fundamenta en la participación ciudadana activa. El peronismo, otrora fuerza dominante en muchos distritos, no pudo capitalizar votos ni registrar un crecimiento significativo, reflejando su dificultad para convocar y movilizar. En CABA, por ejemplo, Adorni logró alrededor del 16% del padrón real, Santoro cerca del 15%, el PRO tan solo el 8%, Larreta el 4% y la Izquierda el 1,7%. Estas cifras evidencian un sostenido desinterés y muestran que la polarización tradicional ha cedido espacio a una nueva dinámica.

Uno de los elementos centrales de esta reconfiguración política es el avance del denominado “mileísmo”, que representa una expresión emergente de la crisis de representación, al tiempo que garantiza la profundización de las políticas neoliberales. En la Ciudad, el macrismo —históricamente fuerte— fue claramente desplazado por esta nueva fuerza. Por otra parte, la fragmentación y debilitamiento de otras fuerzas políticas se revela en la incapacidad del peronismo y la izquierda para convocar o reaccionar de manera efectiva frente a estas transformaciones. Figuras vinculadas al “streaming” y la nueva política digital, como Moreno y Marra, quedaron reducidas a un ámbito testimonial, incapaces de trascender la pantalla para influir en el escenario electoral real.

Finalmente, la deserción electoral y el bajo nivel de movilización que se observan en estos comicios expresan un síntoma preocupante: la crisis del sistema político argentino no se limita a disputas partidarias, sino que pone en cuestión la relación misma entre gobernantes y gobernados, en las instituciones y la vigencia de una democracia cada vez menos representativa. Para recuperar legitimidad, las fuerzas políticas deberán responder no solo a la competencia electoral, sino a las demandas de una sociedad cansada y desencantada, capaz de expresar su malestar también a través del silencio y la ausencia en las urnas. Así, el desafío mayor será reconstruir un sistema político que logre movilizar, convocar y generar expectativas reales de cambio social, económico y político.

El dato del ausentismo adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta que, durante todo un mes, la elección acaparó la atención mediática a nivel nacional. Dirigentes políticos de la más alta jerarquía, incluido el propio presidente de la Nación, se involucraron directamente en la campaña, intentando volcar la balanza a su favor. Sin embargo, este férreo despliegue político y comunicacional no logró revertir la extensa desafección social que atraviesa no solo la sociedad. La abstención masiva se presenta como una expresión confusa pero contundente de una población defraudada, cansada y escéptica frente a gobiernos que se vienen sucediendo sin lograr mejorar las condiciones sociales ni cumplir sus promesas.

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