Milei & Connan vs la Resistencia Cultural

por Marcelo Valko

Hace un par de semanas, a lo largo de toda la Argentina, se desarrolló la mayor marcha popular contra una medida de gobierno de la que se tenga memoria, en este caso se trató de la defensa de la enseñanza pública, gratuita, laica y de calidad amenazada de muerte por el draconiano recorte presupuestario del gobierno de ultraderecha de Javier Milei. Les puedo asegurar, que soy un “marchero viejo”, estuve en infinidad de manifestaciones, algunas inmensas como la manifestación contra el indulto decretado por el peronista Menem a los genocidas de la dictadura, pero nada se le iguala a lo que sucedió el martes 23 de abril. Solo en Buenos Aires se calcula un millón de personas. En las principales capitales de provincia como Córdoba, Mendoza o Rosario sucedió algo similar. Fue masiva, tan masiva que les pido a quienes siguen mis notas que se tomen la molestia de fijarse dónde queda la ciudad de Comodoro Rivadavia. Se encuentra a 1800 kilómetros al sur de Buenos Aires, en plena Patagonia. Allí, pese al viento y la helada, la enorme columna de millares de manifestantes sorprendió a propios y extraños, la histórica Plaza de Mayo estaba repleta mucho antes de que comenzara la marcha. Algo nunca visto. Argentina aún es lo que es, gracias a la educación pública que fue un acelerador social innegable. Mi caso, por ejemplo. Mi padre era mecánico, yo hice la Universidad trabajando y cursando por la noche. Me recibí de psicólogo en la UBA (Universidad Nacional de Buenos Aires), que se encuentra ubicada en primer lugar entre las casas de estudio de Latinoamérica por su excelencia académica, incluso por encima de la UNAM y de todas las privadas.
Ante la magnitud del rechazo popular, pese a que Milei calificó a la marcha “lágrimas de zurdos” debió dar marcha atrás con el recorte. Pocos días después abrió la Feria del Libro, que es la más concurrida del mundo de habla hispana y se desarrolla en una superficie de 45.000 m2. La Feria abrió en un contexto siniestro para las editoriales debido a la recesión económica sumada a una inflación disparada que pulverizó los salarios de las personas, convirtiendo un simple libro en un bien suntuario casi inalcanzable. Pues bien, Milei pretendió presentar uno de sus libelos mal copiados de la escuela de economía de Viena. La reacción del mundo de la cultura fue unánime. Nadie quería que pisara la Feria. La gente iría a boicotearle su presentación. El clima era tan hostil, y yo lo vivencié del otro lado del mostrador, ya que mis 16 libros están publicados por diversas casas editoras que estaban echando chispas por una caída de ventas de 10 a menos de 3. Tanto es así que pese a las mentiras que difundieron sus ejércitos de trolls también debió abstenerse de pisar la Feria a la que luego tildó de “nido de ratas”. En el fondo, fue “una pena” porque muchos esperábamos que, si venía, lo haría acompañado por su perro Connan, muerto hace años y con el que dice hablar, recibir concejos económicos y jugar con él cada mañana antes de comenzar su trabajo como presidente…


Aun así, seguimos en marcha y en la Feria se presentaron interesantes novedades, por ejemplo, un texto que considero fundamental: “Antonio Gramsci: pensador, político, educador” cuyo autor es el sociólogo y especialista en teorías críticas de la educación popular Luis Rigal. Para quienes no conocen a Gramsci, entro rápidamente en el tema señalando lo siguiente. Cuando la Italia fascista de Mussolini lo condena a prisión, el fiscal que lo acusa sentencia: “hemos de impedir durante 20 años que este cerebro funcione”, tal era la “peligrosa importancia” de este brillante pensador que reformuló el marxismo. Pero, ¿saben una cosa? Para decepción de una justicia corrupta y dictatorial, su cerebro siguió funcionando. Precisamente allí, en su largo encierro de años que lo irá consumiendo físicamente, fue donde escribió sus célebres “Cuadernos de la Cárcel” donde hasta analiza la racionalización de la fábrica “fordista que controla al trabajador momento a momento, extendiendo ese control a la “moral” del trabajador. En aquel entonces, mientras buscaban que se pudriera en prisión, Bertolt Brecht escribió este verso: “En mi época todos los caminos conducían al fango”. Ciertamente, era un tiempo más que sombrío.
Hoy a más de uno que disputa estériles batallas en el mundillo académico o “que confunde lucha de clases con bandidaje” le convendría retomar a Gramsci que pese a tantos padecimientos mantuvo una cita de Romain Rolland como máxima: “el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad”. Este eximio pensador que proponía un humanismo descolonizado anticipó la ola reaccionaria fascista y se atrevió con enorme lucidez y gran valentía a plantear “que revolución es revolución contra El Capital de Marx o cuestionar “la validez universal” de ciertos postulados “inamovibles” olvidando que hasta el mismo Marx afirmó que todo lo sólido se desvanece en el aire, teniendo en claro que el presente contiene todo el pasado. En más de una cuestión, el análisis de Rigal sobre Gramsci me remite a los 7 Ensayos de José Carlos Mariátegui que proponían adecuar el marxismo a la realidad latinoamericana, incluyendo la presencia de los pueblos originarios. Por alguna extraña paradoja, el texto de Mariátegui se publica en Lima en 1928, coincidente con el inicio de los “Cuadernos de la Cárcel” de Gramsci.
Con un prólogo de Atilio Borón y publicado por Continente, se trata de un texto fundamental, más aún en este tiempo de reflujo defensivo y derrotismo y de tantísimos tibios e indiferentes. Vale la pena recordar que a ese efecto Antonio Gramsci señalaba que “la indiferencia actúa poderosamente en la historia. Actúa pasivamente, pero actúa”. Es lento, pero viene…

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