¿No ves que soy Mariposa?

por Miranda Carrete

Super Travita tiene 10 años, usa un antifaz rosa con brillos, una pollera de tul celeste y una sonrisa que le atraviesa la cara. Corre entre las personas que se preparan para marchar por primera vez en Granadero Baigorria, una Ciudad de Santa Fe. Lleva un cartel que hizo con sus compañeras: ¿Dónde está Tehuel?. Es la primera vez que viaja, cuenta su mamá Araceli, orgullosa y con miedo, dice: “no tenemos un mango pero tenemos que estar”; allá las recibieron las compañeras de La Poderosa, con ellas gestionaron pasaje y hospedaje para poder participar de la primera marcha de Baigorria. La invitación llegó unos meses atrás, cuando Fiama, la mamá de una niña trans santafesina, le escribió por Instagram a Araceli, contándole que su hija es fan de “Supertravita” y quiere conocerla. “Plata y miedo nunca tuvimos”, remata Araceli y sonríe “de Morón a Santa Fe sin escalas para abrazar a otra niñez trans y a toda su familia”

Araceli es también mamá de otras 5 niñeces, siempre sintió el acompañamiento de ellxs, sin embargo la sociedad fue hostil desde el primer día. “Me costó 3 años aprender a acompañar y escuchar lo que Jessi me estaba diciendo”; para ella fue clave conocer el trabajo de la Asociación Infancias libres. Su primera reacción, cuando Jessi le manifestó la necesidad de ser nombrada de esa manera, sino no iba a responder más, fue googlear. Fueron muchos intentos fallidos de búsquedas; “hasta ese momento no se me había ocurrido la posibilidad de la palabra travesti – trans, no las asociaba a la niñez”, hasta que conoció a Gabriela Mansilla, un encuentro que le cambió la vida, reconoce. Gabriela es la creadora de la Asociación Infancias Libres, un grupo que trabaja con familias de infancias trans en su identidad autopercibida. También es la madre de Luana, la primera nena trans del mundo en obtener un DNI según su identidad de género.

A pesar de los 10 años de la Ley de Identidad de Género, el abordaje desde la salud continúa siendo un problema para muchas familias que no dan con profesionales que puedan y sepan acompañarlas, las re victimizan o patologizan, sin escuchar sus experiencias y necesidades. Tanto Fiama como Araceli cuentan que el abordaje biologicista es uno de los principales obstáculos con los que se enfrentan, por ejemplo, cuando hay que ir al pediatra o a una guardia. Las familias deben tener charlas extensas con algunos profesionales antes de la visita con sus hijes, para evitar que les violenten. Araceli asegura que un profesional le sugirió la hormonización cuando Jessi tenía 7 años, también operaciones o tratamientos complejos para una niña. Ella agradece haber tenido la suficiente información para decir que no y advierte: “son decisiones que mi hija tomará de forma autónoma cuando lo quiera, si es que lo desea”. Sabe que muchas familias se sienten solas, es por eso que cree de vital importancia visibilizar la existencia de las niñeces trans, no quiere que haya niñeces que como Jessi, padecieron exclusión en los primeros años de sus vidas: “no quiero más niñeces expuestas y discriminadas por el sistema de salud, en la escuela, sintiéndose solas”.

Ya en Rosario, Jessi y Araceli son recibidas con abrazos, aplausos y mucho entusiasmo. “El encuentro fue conmovedor, ver a dos niñeces que se unen en la misma lucha es emocionante ver cómo se dan fuerza”, describe Fiama la mamá de Nicole o Súper Mariposa, una niña de 4 años a quien se la ve abrazada a Supertravita en todas las fotos. Viven en Baigorria, y desde que su hija manifestó la necesidad de ser nombrada como Nicole, algunxs familiars y amigos cercanos, se alejaron; “es lo que más me dolió, fue difícil pero ahora estoy acompañada”. Es la primera marcha del Orgullo que se lleva adelante en esa ciudad, para Fiama el acompañamiento social es primordial para que las infancias trans sean realmente libres. También el cumplimiento de derechos; “siempre parece que avanzamos pero retrocedemos, no les dan la libertad de poder elegir, enseguida los quieren encasillar”, insiste, como Araceli, en el binarismo de las instituciones y de leyes como la ESI (Educación Sexual Integral). Para ellas sus hijas no están representadas en esa ley. Es por eso que comenzó a tejer lazos con algunas organizaciones y otras familias, como la de Jessi. “Saber que hay otras que están transitando lo mismo que nosotras es muy lindo, estoy muy agradecida por este encuentro”, cuenta Fiama.

Para Jessi, tampoco fue fácil conseguir el DNI, no fue un trámite ágil ni respetuoso, el contexto de cuarentena no ayudó y el proceso se pausó. Recién en febrero de 2021, consiguieron la rectificación de la partida de nacimiento. El documento finalmente llegó también ese año y Jessi se convirtió en la primera niñez travesti-trans del municipio de Morón en tener el DNI con su identidad autopercibida. Hoy, Jessi se abraza a sus tías travas, celebra con ellas su abuela, su mamá y sus hermanes, cada paso. En el Instagram de Supertravita hay colores, mariposas, juegos y mucho agradecimiento a la lucha colectiva que abraza a las niñeces travesti-trans, que existen y resisten

Acompañar es escuchar

Preguntar sin miedo, respetar, escuchar a les niñes. Vos querés cambiar tu nombre, querés cortarte el pelo, querés dejarlo largo, a veces hay miedo a la pregunta, pero las preguntas son habilitadoras, es una forma de escuchar”, dice Natalia Bertazzoli, una de las fundadoras de Munay, una agrupación de familias de niñeces, y adolescencias trans, travestis y no binaries.

Junto a Verónica Arlausky, comenzaron en 2018 un inmenso trabajo que partió de sus propias experiencias como madres de niñeces travesti trans, para poder brindar herramientas para acompañar, generar un entorno cuidado en esos recorridos, encontrar un espacio para que sus hijes puedan compartir con otras niñeces que vivieran experiencias similares y sepan que no están solos. “Queríamos estar en contacto con más familias, después nos dimos cuenta de que no bastaba solo con acompañar, es necesario visibilizar las experiencias travesti, trans y no binarias desde la niñez”, cuenta Natalia y agrega que hoy ya son 80 familias las que conforman la agrupación. Cuando nació Juana, Natalia nunca había escuchado hablar de niñeces travesti-trans; “en un principio me dijeron que debía corregir algo, más tarde conocí al doctor Adrián Helien, en el Hospital Durand, él me dijo -vos tenés un hije- y fue la primera vez que entendí que mi hija me lo venía diciendo hace tiempo”. ‘Munay’ es un vocablo quechua que significa “te amo tal cual eres, sé como tu eres”, cuenta Natalia que es lo que quieren transmitirle a las familias que se acercan a la organización. Comenzaron siendo cinco familias que se juntaban para intercambiar vivencias, preocupaciones, mientras sus niñes jugaban; a partir de la preocupación e incertidumbre se propusieron “transformar las condiciones de vida en todos los ámbitos de la sociedad para que nuestros hijes se puedan desarrollar plenamente”

¿Y la ley?

En Argentina contamos con la Ley 26.743 de Identidad de Género, sancionada en 2012. El documento constituye un hito nacional e internacional en relación con la desjudicialización y despatologización de las identidades trans, también es clave para visibilizar a las niñeces y a las adolescencias trans, travestis y no binaries (TTNB). El Estado argentino reconoce de este modo el derecho a la identidad de género como un Derecho Humano. La ley argentina es una ley absolutamente de vanguardia, porque no obliga a las personas a hacer ningún tipo de tratamiento ni cirugía, con la sola manifestación de autopercibir un género diferente al asignado al nacer, es suficiente.

Durante el 2021 el Ministerio de Salud de Nación presentó las “Recomendaciones para la atención integral de la salud de niñeces y adolescencias trans, travestis y no binaries”, una serie de pautas para el abordaje de la atención de la salud desde una mirada integral, que reconozca y respete la diversidad de género, sexual y corporal. Hay muchos profesionales que trabajan para el cumplimiento de esta ley, pero sobre todo para la construcción de ámbitos de salud integral en los que las niñeces y las familias se sientan cómodxs y escuchados. Sin embargo, de las 80 familias que conforman Munay, todas tuvieron algún inconveniente con médicos que no respetan la identidad autopercibida de les niñes, o patologizan sus experiencias. Es por eso que desde la organización buscan profesionales para que les niñes puedan hacerse chequeos anuales como para tratamientos específicos. “Nos ocupamos de buscar donde hacerlos, no hay muchos profesionales en Argentina que estén capacitados con estas experiencias, tampoco hay mucho acceso y tenemos que trasladarnos a capital”, cuenta Natalia.

¿Cuáles son los principales obstáculos para las familias?

Natalia reconoce que los principales obstáculos los encuentran con las instituciones, principalmente en las escuelas y en el sistema de salud, donde en muchas ocasiones todavía no conocen la Ley de Identidad de Género, o directamente no la aplican. Son las familias las que deben acercarse y hablar con las autoridades para hacer pedidos concretos; “les contamos cómo son las experiencias de las niñeces trans, que por ejemplo necesitamos que les dejen ir al baño que prefieren, que su nombre sea respetado en los registros, en los boletines, en los cuadernos de comunicados, que no les llamen con el nombre del DNI, que respeten sus pronombres, es toda una militancia”. Esto mismo se replica en el sistema de salud, donde deben hablar previamente con los profesionales para explicarles qué es una niñez travesti – trans; “es una niña y no va a tener útero, no va a tener ovarios, es una niña que tiene testículos. Por ejemplo, todavía nos preguntan: ¿‘pero es un problema hormonal o psicológico’?, todavía nos patologizan”. Las obras sociales no se quedan atrás, continúan pidiendo informes psicológicos para poder cambiar el nombre del carnet. Natalia cita un ejemplo concreto: un varón trans necesita hacerse un PAP y la práctica no está habilitada para hombres,; esa persona ya hizo su cambio registral, y como figura con un nombre masculino no le permiten realizarla. Desde Munay trabajan cotidianamente para quebrar el paradigma hetero-cis normado, que expulsa a las niñeces y adolescencias travestis, trans y no binarias.

Desde Munay hacen encuentros, charlas, hasta presentaron un libro junto a Editorial Sudestada llamado “Trans-formando la ESI”, que propone un abordaje no binario de la Ley de Educación Sexual Integral. “La ESI habla de diversidad, pero los materiales continúan siendo binarios. Es importante que haya un cambio de paradigma y el libro es una forma de intervenir y brindar material para abordar una Ley que está dejando de lado a nuestras hijas”. Las propuestas pedagógicas van desde cómo repensar un problema de matemáticas, cómo nombrar a les estudiantes, cómo armar una lista o el problema de agrupar a las nenas y a los nenes. Llevan lo personal a lo público, lo politizan para dejar de silenciar las historias de las niñeces. Se propusieron llevar adelante acciones que tuvieran que ver con la garantía de los derechos e influir en las políticas públicas. “Conseguimos entrevistas con diferentes funcionarios públicos de los Ministerios de Educación, Salud, provinciales, municipales y nacionales, áreas de género de los territorios e hicimos redes con organizaciones sociales” . Sin embargo, no en todas las familias se escucha o acompaña a las niñeces; “hay muchos casos de violencia en sus propios hogares por la identidad de género, así es como se van de su casas para no sufrir violencia”. Natalia asegura que llegan muches niñes con depresión, no por ser trans, sino por la represión que viven en su núcleo familiar. “Cada familia es diferente, muchas veces la mamá acompaña, pero el papá no, O parte de la familia se aleja, o está todo bien pero los abuelos no lo aceptan”; ante estas situaciones en Munay buscan empoderar a las familias con información, para que puedan sortear esas dificultades, “para todes es un aprendizaje constante, porque cada experiencia es única e irrepetible”.

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