Un hombre equivocado en el Cervantes

«Un hombre equivocado» es la más reciente obra de Roberto «Tito» Cossa, que enfoca el tema de la ética y el oportunismo con cierto tono escéptico y que, con fluida dirección de Villanueva Cosse y un sólido elenco, acaba de estrenarse en el Teatro Nacional Cervantes.
Con base en el guión de la película «El arreglo», escrito por el mismo Cossa junto a Carlos Somigliana en 1983

para que la dirigiera Fernando Ayala, la versión teatral modifica algunos tiempos y traslada aquella denuncia de tiempos dictatoriales al Conurbano bonaerense entre las décadas de 1940 y 1950, según indicarían ciertas prácticas y el vestuario de Daniela Taiana.
Con una trama que mezcla la realidad con los recuerdos, una abuela (Alejandra Darín) describe a su nieta (Sofía Bertolotto) la personalidad de su esposo, Luis Bellomo (Alejandro Awada), fallecido casi al mismo tiempo del nacimiento de la chica y dueño de un perfil principista.
Todo comienza cuando llega el agua corriente a un barrio en el que sus habitantes estaban acostumbrados a sacarla con bombas de las napas, sólo que por cuestiones políticas una de las veredas se ve beneficiada y la de enfrente no.
Como conviene, nuestros protagonistas quedan del lado desventajoso, lo que da lugar a movimientos extraños en la provinciana relación de los vecinos: mientras una mayoría se inclina por coimear a un capataz corrupto (Vando Villamil), Bellomo, el protagonista, pintor de brocha gorda, prefiere desistir del beneficio y conservar su conducta, aun contra la voluntad de su familia.
Fuera de su esposa, que al parecer no tiene opinión, su hija y su yerno (Maia Francia, Gustavo Pardi) prefieren el pragmatismo del soborno -lo ven como algo menor, venial- y consideran al padre de familia poco menos que un loco obstinado.
Bellomo se transforma así en un Thomas Stockmann suburbano y su posición, al igual que el protagonista de «Un enemigo del pueblo» sufre el desencanto de ser abandonado por su mejor amigo (Manuel Vicente), como a aquél le sucedía con su hermano.
Hombre eminentemente político y referente ineludible de la Generación del 60, Cossa observa la conducta de su protagonista frente a la dicotomía del «ser» y el «deber ser», por lo que su conducta excede el capricho y la obstinación para transformarlos en una -quizá instintiva- opción de vida.
Asimismo, esa pugna generacional que deja al veterano en situación de soledad se parece a la del protagonista de «Mateo», de Armando Discépolo, que no quiere renunciar al coche tirado por caballos ante la aparición del taxi a nafta.
Lo que plantea Cossa es hasta dónde un individuo puede insistir en sus principios, sobre todo cuando pueden victimizar a sus propios familiares, que con otra edad y visión de las cosas eligen un pragmatismo sin culpa.
La dirección de Cosse no se destaca por la heterodoxia y planta esa suerte de grotesco en ese patio casi comunitario que mantiene las características del género aunque el relato verbal surja desde una habitación.
Tampoco el autor deja dudas de cómo va a progresar la acción e incluso siembra pistas acerca del final, en una de sus obras con menos humor, como si en el otoño de su extensa carrera, con títulos memorables y ya clásicos, le quedaran pocas esperanzas sobre el llamado sentido común.
La ventaja que tienen Cossa y Cosse es contar con un elenco enérgico y verosímil, con alto rendimiento en Awada, Villamil, Darín y Vicente, ayudados por la muy buena escenografía de Gabriel Caputo, la música de Mariano Cossa, las luces de Leandra Rodríguez y el vestuario de la ya citada Daniela Taiana.
«Un hombre equivocado» se ofrece en el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815, de jueves a sábados a las 21 y domingos a las 20.30.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *