Y Corrientes que ya no fluye…

Inauguración de la Corrientes Angosta

por Gabriel Luna

El sábado 13 de abril tras un año y medio de obras en extremo molestas para los vecinos -taladros continuos, topadoras, carretillas, cortes de luz, cortes de calles, laberintos de vallas, pozos, desniveles en calzadas y veredas, accidentes varios-, el jefe de gobierno de la CABA Rodríguez Larreta inauguró la remodelación de apenas seis cuadras de la avenida Corrientes, desde Callao hasta el Obelisco, con una fiesta ecléctica.

¿En qué consistió la remodelación y cuáles son sus ventajas?
Si el lector o lectora considera el elevado costo de la obra -alrededor de 300 millones en el comienzo y de, probablemente, más de 900 millones al finalizar- y considera todas las molestias y accidentes causados durante un largo año y medio a los habitantes de la zona, vecinos, conductores, pasajeros y peatones, estimados en 400.000 por día, las preguntas surgen inmediatamente. ¿Valió la pena? ¿Qué es lo que resuelve la obra?
La remodelación consistió en ensanchar las veredas y reducir los siete carriles de la avenida Corrientes a cuatro, dos carriles para taxis y colectivos, dos de tránsito restringido para autos particulares -que se convertirá en peatonal de 19 hs. hasta las 2 hs.-, y en el medio un cantero de cemento. Es decir, que el flujo vehicular de Corrientes, arteria principal del Centro y vía habitual de salida de la Ciudad hacia el Norte y el Sur, disminuirá notablemente. ¿Mejorará con esto el tránsito de la Ciudad que es cada vez más denso? La respuesta es no. En vez de solucionar se ha agravado el problema.
La vuelta al pasado. Corrientes ya era angosta a principios del siglo XX, se hicieron obras para ensancharla y se construyó el subte B para resolver el problema del tránsito y facilitar el arribo de personas desde los barrios al Centro. Ver la nota La Corrientes Angosta, Periódico VAS Nº 119,
La concepción de esta remodelación tiene una vertiente autoritaria y otra fantasiosa. Se pretende solucionar el problema del tránsito simplemente prohibiéndolo o haciéndolo más difícil. Esta es la vía autoritaria. Y si la gente quiere ir al Centro que vaya caminando, en bicicleta o monopatín (porque el transporte público no ha mejorado con esta remodelación). Y si no tiene condición física o dinero para taxis, que se quede en casa y no moleste, porque seguro que tampoco podrá consumir. La vertiente fantasiosa dice que la remodelación servirá para aumentar el flujo de turistas. Absurdo. La idea de crear un parque temático, como existen en las ciudades europeas, haciendo un burdo cantero de cemento y prohibiendo el tránsito es ridícula. Además, Buenos Aires está lejos de los grandes circuitos turísticos y tampoco tiene (aceptémoslo) patrimonio histórico para competir con el flujo turístico de Londres, París o Roma, ni siquiera con el de Barcelona o Málaga.

¿Qué podemos esperar?
La remodelación, a través de la vertiente autoritaria, no será buena para la mayoría de los vecinos de Buenos Aires. El Centro con las veredas anchas y la peatonal de Corrientes no fluirá como antes, serán menos las familias que se acerquen en auto -por la restricción vehicular- y menos los que se animen al transporte público sin tener una necesidad concreta. Tampoco aumentará el turismo. Conclusión. El paisaje de la peatonal, las veredas anchas y el cantero de cemento con el Obelisco al fondo será poco transitado y apacible como un Jardín de la Paz, un cementerio.

La fiesta ecléctica
A pesar de todo, el jefe de gobierno Larreta inaugura y festeja. Desde un escenario con enorme telón, ubicado para el caso en Callao y Corrientes, Larreta se felicita por entregar la obra a término. Año y medio para ensanchar veredas, pavimentar cuatro carriles y hacer un cantero de un metro de ancho a lo largo de seis cuadras. Larreta se felicita. ¿Sabe la lectora o lector cuánto tardaron las obras para hacer el subte B en el mismo tramo -desde Callao a Cerrito- en 1931. Piense en la complejidad de la obra y en la tecnología de la época. Seis meses.
Dijo Larreta: “Trabajo terminado, cumplimos, además con el plaza que habíamos dicho, y lindísimo ver tanta gente disfrutando. Ojalá que a partir de ahora que Corrientes es peatonal tengamos gente como tenemos hoy, que venga a disfrutar de los teatros, de las pizzerías, de las librerías, de la noche de Corrientes que es un lugar fantástico de la Ciudad” (sic). 1
Este cronista, también habitante empecinado de Corrientes, no vio “tanta gente disfrutando” como dijo el Intendente. Vio sí un público abrumado por animadores gritones yendo de una cuadra a otra, vio vedetes gordas y longevas y cantantes también longevas y además frívolas y gritonas, vio luces de boliche, drones, publico empecinado en subir una escalinata montada como escenario de teatro de revista para fotografiarse con el Obelisco de fondo. Nada memorable. Todo ramplón. Interminable. Tal vez lo mejor fueran los equilibristas. Estuvieron alrededor de las 18 hs., cuando había silencio. Caminaban por unas cuerdas tendidas a 20 metros de altura a lo largo de Corrientes. Los pobres se caían cada tanto, quedaban suspendidos de una cuerda por la cintura, descansaban y volvían a caminar en la soga. Eran como la gente acosada por el neoliberalismo, pero con seguro.
Tal vez la verdadera fiesta fuera para los empresarios que gestionaron la remodelación y para los empresarios que apuestan al negocio inmobiliario, a la gentrificación y al Centro vacío.2

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1. Tomado literalmente de la página del Gobierno de la Ciudad del domingo 14 de abril

2. Para más datos y análisis sobre la peatonalización y gentrificación en el Centro de la Ciudad de Buenos Aires, ver la nota: “El Centro vacío. La peatonalización que te excluye”, Periódico VAS Nº 95.

Comentarios

  1. Esta obra que solamente satisface al pelotudo de turno que busca perpetuar su nombre en la historia de la calle Corrientes es una burrada.

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