“A las mujeres nos meten presas por defendernos”

#HiguiLibre

Por Ximena Schinca
@ximenaschinca

“Tenía esperanzas de poder salir en cualquier momento, porque confiaba en ustedes, en esa fuerza que pusieron muchísimas mujeres desde afuera, para que yo la sintiera desde adentro. Y sí, me emocionaron las hermosas noticias de picados y movilizaciones organizados para dar a conocer mi situación”, dejó escrito Eva “Higui” De Jesús en una carta para La Garganta Poderosa, tras su libertad. “Higui” fue liberada el 13 de junio. La justicia patriarcal la mantuvo detenida por 269 días, por defenderse de un intento de violación y herir de muerte a uno de sus atacantes. Se trata de la misma justicia machista que encarceló a Belén por más de 900 días (la joven tucumana que quedó presa tras un aborto espontáneo); la misma justicia misógina que había condenado a Reina Maraz Bejarano a prisión perpetua acusándola del crimen de su marido e ignorando que ella y sus hijos eran víctimas de violencia machista; la misma justicia sexista y clasista que mantiene aislada a Milagro Sala en un penal de Jujuy hace más de 500 días.

Carolina Abregú es una de las personas que ayudó a visibilizar la causa de Higui. Abregú conoció el caso de casualidad cuando iba a visitar a otra mujer detenida y se cruzó con familiares de Higui. Desde entonces, junto a las Defensorías de Género y a organizaciones del movimiento de  lesbianas, Abregú acompañó la bandera de libertad para Higui en cada manifestación de mujeres, lesbianas, travestis y trans. En febrero de este año, se la vio en medio del Tetazo en el Obelisco, junto a las pancartas que reclamaban su libertad y justicia. “Higui está presa por sobrevivir”, se había escrito en la espalda descubierta otra de las manifestantes de aquella tarde de verano. El pedido de libertad para Higui fue uno de los ejes del documento consensuado para la marcha del pasado 3 de junio.

Tras la liberación de Higui, conversamos con Abregú sobre las particularidades del caso y la importancia del acompañamiento del movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans.

¿Cuánto tuvo que ver el movimiento feminista en la liberación de Higui?

El feminismo fue protagonista en todo. Si nosotras no nos hubiésemos organizado, si no hubiéramos tomado el reclamo como una bandera de lucha, no se hubiera logrado todo lo que se está logrando. Hubo un montón de cosas que no se hicieron bien; y sin embargo, se logró su excarcelación. Es un año electoral. Hay muchas disputas y vimos de todo. Por eso, si algunos sectores que tienen mucho peso hubieran tomado la causa con más fuerza, se podría haber logrado antes. Si la misma abogada hubiera tenido que sacar a Higui en otro contexto, no la hubiera podido sacar, pero la sacó porque es Higui y por todo lo que se hizo desde el feminismo en Argentina y en muchos otros países que estuvieron militando por su libertad.

Se conocen muchos casos en los que se actúa en legítima defensa, la persona no queda detenida tanto tiempo. ¿Por qué creés que Higui estuvo presa más de 200 días?

Cuando se trata de mujeres y de aplicar la legítima defensa en diferentes situaciones, y sobre todo cuando esa legítima defensa fue ejercida cuando una mujer consideró que su cuerpo y su integridad física estaban en riesgo, la legítima defensa no es aceptada de parte de la justicia. Para la justicia no es legítima defensa cuando las mujeres nos defendemos y defendemos nuestro cuerpo. Para la justicia, en esos casos, nos tienen que condenar. Desde nuestra organización, vemos que existe un claro mensaje de la justicia en estos casos. Si sos mujer y denunciás algún tipo de abuso, los denunciados no sólo no van presos, sino que son absueltos. Y cuando nos defendemos porque esa justicia no nos brinda contención, seguridad ni justicia, nos encontramos con casos como el de Higui. Las mujeres quedamos presas por defendernos de diferentes situaciones de abuso.

¿Cómo responde el Estado a reclamos como los de Higui?

Hay un doble mensaje de la justicia machista, patriarcal y misógina. No podés defenderte, te tenés que dejar violar y te tenés que dejar matar. Ese es mensaje que, desde nuestra organización, vemos en la justicia. Como organización de género, militantes feministas, familiares de víctimas y víctimas directas, vemos que tenemos que recurrir a la acción directa y a la autodefensa porque el Estado no nos brinda otras herramientas. No nos creen cuando vamos a denunciar, y nos mandan a hacer pericias. Cuando todo demuestra que todo es como denunciamos, los tiempos de la justicia se vencieron, y la respuesta es dejar en libertad a los agresores y dejarnos presas a nosotras.

¿Cómo esperan que siga la causa?

Desde la Comisión de Libertad para Higui y su familia, reclamamos que investiguen a los agresores  porque tanto la familia como las militantes seguimos recibiendo amenazas terribles. Es una locura. Los agresores deberían estar imputados, pero lamentablemente la abogada no lo está pidiendo. En ese sentido, estamos muy preocupadas por la situación de Higui, más allá de que nos sentimos contentas porque recuperó su libertad.

Creemos que en un caso como el de Higui, que fue abusada, intentaron violarla, empalarla, es necesario hacer los reclamos de manera conjunta en lugar de reclamos aislados. Hay que denunciar toda la violencia que Higui sufrió de las instituciones. Hay un fiscal que dijo “yo no te tocaría ni con un palo, no te creo, vos mentís”. Es necesario denunciar todo eso también.

El caso

El 16 de octubre de 2016, 10 hombres atacaron, en San Martín, a Higui por ser mujer, pobre y lesbiana, querían “quitarle lo lesbiana”. Higui se defendió y uno de sus agresores murió. Pero las agresiones hacia Higui recién empezaban. Luego, la Policía se burló de ella cuando hizo la denuncia, el juez le negó el derecho a ser revisada por un médico, y los fiscales solo aprobaron controles médicos para medir su nivel de alcohol en sangre. Ocho meses después, Higui quedó en libertad, pero sigue procesada con la calificación de homicidio simple. Su defensa insiste en que sea absuelta y que su caso sea tratado como un homicidio en defensa propia.

“Antes de pasar este calvario que me llevó a la cárcel, la vida tampoco me había resultado sencilla. Me discriminaban por la forma de caminar y no me aceptaban en ningún trabajo, sin tener en cuenta nada de mi interior, ni cómo soy en realidad, ni cuánto soy capaz de dar. Debí arreglármelas como pude, haciendo esas changas de jardinería que hoy me apasionan, porque siempre me gustó trabajar, sin techo, al aire libre. Y sí, por ser lesbiana debí soportar muchas agresiones; tantas que, llegado un punto, no me quedó otra que mudarme. Pero no fue suficiente, ni eso alcanzó para evitar que me atacaran con total impunidad: la Justicia portándose mal conmigo y mis atacantes en libertad. ¿Por qué todo esto? ¿Por qué tantos meses en cana?”, se preguntaba Higui en la carta que circuló estos días, ya libre con más de un interrogante sin respuesta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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