Bifo Berardi: la rebelión de los pulmones

En «Crónica de la psicodeflación», el filósofo y escritor italiano Franco Berardi realiza uno de los análisis más lúcidos y conmovedores de la actual pandemia que sacude al planeta y que «podría abrir la puerta al autoritarismo «tecnocrático» o «crear un efecto de frugalidad que pudiera cambiar el mundo».

Catedrático durante décadas en Bolonia, ciudad donde nació y reside, autor de libros como «Futurabilidad: la era de la impotencia y el horizonte de la posibilidad» y «Fenomenología del fin: sensibilidad y mutación conectiva» -ambos editados en Argentina por Caja Negra-, Berardi, de antigua tradición marxista, continúa reivindicando el internacionalismo.

En la actualidad propone la interconexión solidaria de trabajadores del conocimiento y artistas en una plataforma que deje atrás Facebook y Google, pero su experiencia política y filosófica se remonta a la década del 70, cuando editó su primer libro («Contra el trabajo») y fue parte de Lotta Continua, grupo emblemático del autonomismo radical italiano.

En 1975 funda la revista «A/Traverso», participa de la creación de la emisora radial pirata Alice, y tiempo después se ve obligado a exiliarse en París, donde traba contacto con Felix Guattari y Michel Foucault,.

De vuelta en Italia, en 2002 fundó el canal de televisión comunitaria Orfeo TV, lanzando el movimiento de la estación de televisión pirata Telestreet en pleno auge político del magnate de la televisión y los medios Silvio Berlusconi, entonces primer ministro.

Desde su departamento en el centro de Bolonia, donde con 71 años cumple el aislamiento social obligatorio, Berardi, conocido popularmente como «Bifo», accedió a dialogar con Télam sobre su visión del momento actual que atraviesa el mundo.

-En «Crónica de la psicodeflación» usted plantea que desde hace años el capitalismo se encuentra en un estado de estancamiento irremediable, obligándonos a todos a sostener la ilusión de su burbuja expansiva a base de hiperactividad y sobreestimulación y ve a esta detención a la que obliga el virus como la condición de un salto mental.

Franco Berardi: Estamos descubriendo algo nuevo que es lo útil, la economía capitalista se funda en la acumulación del valor de cambio, el dinero, el poder pero, de repente, nos vemos obligados a otra economía, donde las finanzas pierden potencia y la supervivencia se plantea en términos de lo que es útil: el agua, el alimento, el aire que respiramos, la sonrisa del otro, la palabra, el afecto.

No es mi intención olvidar el sufrimiento que la condición pandémica proporciona, sobre todo a los que son más pobres, mi intención es subrayar el efecto de frugalidad que puede cambiar radicalmente nuestro estilo de vida.

-Usted destaca: «Lo que no ha podido hacer la voluntad política podría hacerlo la potencia mutágena del virus, pero esta fuga debe prepararse imaginando lo posible»; ¿que imagina que es «imaginar lo posible»?

F.B.: Frente al futuro podemos pensar en lo probable, lo que está inscripto en las relaciones presentes del poder, pero el futuro no sólo es probable sino también imprevisto. La explosión de la pandemia es la demostración evidente del hecho de que lo imprevisto siempre cambia las perspectivas de lo inevitable. El futuro no es solo lo que está inscripto como probabilidad en el presente, es también una cantidad de otros desarrollos «posibles», aunque poco probables.

En nuestro futuro próximo existe la probabilidad de una vuelta totalitaria, sombría, agresiva, pero también hay otras posibilidades, por ejemplo la posibilidad de una relajación del sistema nervioso del cuerpo planetario, una disposición frugal e igualitaria, una redistribución de la riqueza existente y una producción más compartida y más relajada de lo útil que necesitaremos.

-Volviendo a la salida sombría de la crisis, usted advierte en «Crónica…» que podemos estar «en el umbral de una forma tecno-totalitaria».

F.B.: Claro que sí, es totalmente probable, es la cosa más probable que pueda acontecer. Giorgio Agamben lo ha señalado desde el comienzo, desde el primer día de «lock down» Agamben ha dicho: la cuarentena es el comienzo de una transformación tecno-totalitaria. El primer ministro húngaro Viktor Orbán lo ha demostrado claramente introduciendo una reforma constitucional definitivamente autoritaria, pero no es el foco de mi atención. Está claro que me interesa saber que probablemente la reclusión generalizada va generar un sistema más autoritario tendencialmente tecno-totalitario, pero a mí me interesa más hacer foto en «el posible» que esta situación nueva oculta.

– ¿Qué puede resistir en la psicodeflación y ser motor del cambio, el deseo?

F.B.: El deseo está comprimido estos días. El motor de la transformación posible, de la reactivación posible, es la respiración. La respiración de un cuerpo se concatena a la respiración del cuerpo de otro y todos los cuerpos están buscando un ritmo de respiración común, una sintonía con la respiración del cosmos.

Guattari habla de espasmo cósmico para definir la transición de la época moderna del capitalismo y de la economía expansiva. Hay uno espasmo, una contracción dolorosa del cuerpo colectivo que hemos vivido por muchos años. La revuelta global de los jóvenes de Santiago de Chile, Hong Kong, Beirut, París, Barcelona, Quito en 2019, ha sido un síntoma de esta contracción convulsiva. Luego, de repente, el silencio. Y ahora estamos intentando retomar la respiración: la solidaridad, lo contrario de la competición.

– En 2008 el capitalismo global también sufrió una crisis importante, pero se recuperó rápidamente, ¿cuál sería la diferencia con esta?

F.B.: El fractor extrasistémico: el cuerpo humano. La crisis de 2008 era el efecto artificial de un desbalance en la relación entre ganancia financiera y producción de mercancías. La crisis de hoy no tiene nada que ver con la dimensión financiera (aunque la haga explotar): es una crisis del cuerpo humano, una rebelión de los pulmones, del sexo, del corazón, de las piernas, del estómago, de la garganta, de los ojos, del oído, del olfato. De la respiración, el capitalismo financiero no puede curar esta enfermedad, sólo el cuerpo mismo, y la mente, pueden curarla: respirando.

Fuente: Télam

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