Contra (y tras) la censura

Por Ximena Schinca
@ximenaschinca

Es característico de la lógica paranoide de la mentalidad censora pensar que la virtud, como tal, ha de ser inocente, y por lo tanto, a menos que se la proteja, vulnerable a las artimañas del vicio. 

(J. M. Coetzee en Contra la censura. Ensayos sobre la pasión por silenciar)

“No censuraron la imagen por ser un desnudo. La censura fue ideológica y porque se trata de un desnudo que está reivindicando un derecho”, subrayó Johan Ramos, el fotógrafo que cubrió la marcha por el Paro Internacional de Mujeres para Periódico VAS, a propósito de la restricción que sufrió una de sus fotografías de la movilización del pasado 8 de marzo. Días atrás la plataforma Issuu, el servicio en línea que permite la visualización de material digitalizado, restringió el acceso al número de marzo de VAS, calificando el arte de tapa como “inapropiado” al sugerir que, en su fotografía, una de las manifestantes llevaba el torso descubierto.

Para el autor de la foto que inquietó a los moralistas digitales, la prohibición se debió justamente a que no se trata de un desnudo con fines comerciales, sino de una imagen que simboliza uno de los motores de la protesta del #8M: el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Involuntariamente, como protegiéndose de las cámaras, la joven cubre  sus pechos con sus brazos mientras que, más atrás, otra mira a cámara descubriendo al espectador. “Me extrañó que la censuraran en un medio como Issuu, porque la foto cumplía con las normas técnicas que piden las redes y medios digitales”, agregó Johan. Tras la controvertida restricción, Paper-Li, el servicio de selección de contenidos de la Red Iberoamericana de Periodismo Cultural, editado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), recomendó la lectura de Periódico VAS en su portal, mostrando (para más datos) la tapa cuestionada por Issuu.

Con su cámara, Johan había logrado captar un instante que concentraba mucho de la protesta que las mujeres llevamos a la calle ese Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. “Saqué la foto sin permiso de la piba porque tuve un poco de resguardo y de temor a que se sintiera ofendida o expuesta. Traté de cuidarla todo lo que puede. Saqué rápido y seguí mi camino”, recordó el fotógrafo y agregó que la imagen buscó interpelar al receptor para que se sintiera observado a través de los ojos de las jóvenes protagonistas.

Una imagen, algunas palabras  

Desde su plataforma, Issuu advirtió a sus usuarios y usuarias que la tapa del VAS que ilustraba la crónica titulada <Libres, vivas y en sororidad> podría incluir “contenido inapropiado”. Como consecuencia, no resultó sencillo visitar la versión digital de Periódico VAS 97 en la plataforma y, para hacerlo, hubo que sortear un laberinto de condicionamientos y advertencias sin sentido.

“Elegí esa foto porque interpela al lector. Lo extraordinario no está ni en el torso desnudo ni en la joven de atrás con máquina de fotos, sino en que ambas parecen estar preguntándole al  observador por qué está afuera de la manifestación. Lo extraordinario no es estar en la manifestación y sacarse una remera. Lo extraordinario es no participar, estar fuera del reclamo y la solidaridad. Eso me parece que intentan registrar las jóvenes con sus cámaras”, explicó Mariane Pécora, editora de fotografía de Periódico VAS.

Mariane agregó que la imagen logró sintetizar lo que buscaba decir: “Los femicidios se han transformado dolorosamente en hechos cotidianos en nuestro país. No podemos ser indiferentes ni quedarnos al margen. Tenemos la obligación moral de interpelarnos. De encontrar solución”.

Tampoco fue inocente el título <Vivas, libres y en sororidad>. Si elegimos un término complejo como <sororidad> para referirnos a los a lazos solidarios que tejemos entre mujeres en nuestra lucha contra el sistema que nos oprime, el patriarcado, fue convencidas de que estamos acompañando un movimiento de mujeres que sostiene esas demandas como eje de su existencia. “Ni una menos. Vivas nos queremos”, señalaba la bandera de la cabecera el pasado #8M. “La sororidad es nuestra arma”, afirmaba otra de las agrupaciones feministas que participaron en la construcción de lazos con el resto de los países. Si el #8M ingresa en los libros de historia será seguramente como aquel día imborrable e inseparable de la alianza positiva, política, cuerpo a cuerpo, entre mujeres y en un contexto de opresión patriarcal.

Las fotografías ejercen hoy un poder incomparable para determinar lo que recordamos de los acontecimientos, señaló la ensayista e intelectual estadounidense Susan Sontag, y agregó que las palabras alteran, añaden y quitan posibles sentidos a las imágenes. Así Sontag subrayó el valor de la palabra al momento de reforzar, destacar, encubrir o disimular interpretaciones.

Es 8 de marzo, en medio de la multitud que marcha del Congreso a Plaza de Mayo, dos mujeres con cámaras fotográficas en sus manos, una con el torso descubierto, otra interpelando al espectador, son fotografiadas para la tapa de VAS que llevará el título “Vivas, libres y en sororidad”.

Una imagen y algunas palabras para el recuerdo.

¿Qué ves cuando me ves? Del barrio de San Nicolás a Bernal

A principios de abril, quisimos compartir la experiencia del número de VAS por el #8M con estudiantes del Ciclo Introductorio de la Universidad de Quilmes (Unqui). En el marco de la actividad “Miradas del lenguaje. Taller de reflexión sobre la fotografía y la palabra”, que dictamos junto a otros y otras docentes –las coordinadoras María Paz Echeverría y Mónica Swarinsky, el profesor Manuel Eiras y yo como docentes de la materia Comprensión y Producción de Textos–  los días 4 y 8 de abril en la sede de Bernal frente a más de 250 estudiantes, llevamos algunos ejemplares y relatamos la polémica desatada por la fotografía.

– ¿Ven algún elemento inapropiado en esta imagen? – pregunté.
– ¿La cara de la chica que está más atrás? – respondió con dudas una de las alumnas desde el auditorio. El encuentro continuó con un debate entre los  y las estudiantes sobre la imagen, la corrección o incorrección de un desnudo.
– ¿Pero se ve a alguna persona desnuda en la fotografía? – insistí.
– En realidad, no porque los brazos la están tapando—, respondió una joven.
– ¿Y por qué creen entonces que censuraron la imagen? –pregunté.
– Porque, aunque no se ve, la joven se desnudó en señal de protesta– contestó otra.

Durante dos horas, las y los estudiantes habían reflexionado sobre  la importancia del encuadre, la luz, el grano, el color, el ángulo y la composición de la imagen. Debatieron sobre la interpretación de esos elementos en la fotografía en general, y sobre la importancia de las palabras que acompañan la imagen. Organizada por docentes de la materia Comprensión y Producción de Textos, la actividad buscó brindar herramientas básicas para la realización de un trabajo que el estudiantado realizará como parte de la cursada. Pensamos en guardar el análisis de la polémica foto para cerrar el taller. Una estudiante se anticipó y preguntó:

–  ¿Cuáles son los límites de fotografiar desnudos para el trabajo? – consultó una estudiante.
–  Buena pregunta… Se puede siempre que sirva a los fines expresivos de un texto narrativo con fines académicos–, respondió la profesora Mónica Swarinsky, al subrayar los desafíos que los y las estudiantes proponen continuamente  a la propuesta del taller.
– Es fundamental que incorporen criterios de cuidado sobre las personas fotografiadas para sostener la función social tanto de la fotografía que tomen como del texto que escriban– agregué para poner énfasis en la diferencia entre un desnudo sugerido en el marco de una protesta y otro en el que los cuerpos son fotografiados como objetos de consumo.

Esa extraña pasión de silenciar

“No me imaginé que esa foto fuera censurable. Se trata de un torso desnudo que no muestra nada porque los brazos delicadamente tapan los senos. Si los mostrara, tampoco debiera ser objeto de censura porque el foco no está puesto en el cuerpo sino en la actitud de la joven que interpela. Creo que la censura es producto de cómo el sistema maneja estas plataformas. Lo terrible es que existen publicaciones atroces dentro de este servidor donde hay violencia sexual explícita hacia las mujeres, como por ejemplo, la cosificación de la mujer. Algo que realmente es censurable, sin embargo se acepta como natural”, comentó Mariane Pécora y agregó que nunca había sufrido un episodio de censura.

No es la primera vez que Issuu es cuestionada por restringir el acceso a publicaciones difundidas desde su plataforma. Ya en 2015, el servicio online censuró también un anuario de estudiantes sobre práctica sexual editado por la Universidad de Búfalo, Estados Unidos, por considerar que difundía “contenidos inapropiados” para algunxs de sus usuarixs. “Es preocupante que nuestra publicación sea censurada y calificada de inapropiada cuando tuvimos muchísimo cuidado al asegurarnos de que fuera distribuida a consciencia”, escribió Sara Di Natale, editora jefe de The Spectrum, en una carta a sxs lectorxs en la que señaló que se trata de un nueva política de Issuu, ya que anteriormente había difundido el mismo anuario sin restricciones.

Tampoco Issuu es la única plataforma digital con controvertidas políticas de censura. El año pasado, el Gobierno noruego y el principal diario de ese país cuestionaron las restricciones aplicadas por Facebook cuando, increíblemente, la red social prohibió la publicación de «La niña del napalm», la histórica fotografía de Nick Ut tomada en 1972 durante la guerra de Vietnam. “Primero crean reglas que no distinguen entre pornografía infantil y famosas fotos de guerra, luego aplican sus normas sin dejar margen al buen juicio, y después censuran también la crítica y el debate y castigan a quienes se atreven a criticar», escribió Espen Egil Hansen, redactor jefe del diario más leído de Noruega. 

Más acá y este mismo año, la secuencia se repitió cuando Rosario/12, la edición rosarina de Página/12, publicó una nota con una actriz que, a puro a pecho, convocaba al tetazo que se realizaría en el mes de febrero en rechazo a la prepotencia policial que, en Necochea, había intentado arrestar a cuatro mujeres que tomaban sol sin corpiño en una playa del balneario. Facebook censuró la difusión de la nota rosarina. Más tarde, la red social de Mark Zuckeberg volvió a bloquear contenidos del diario cuando Página/12 publicó otra nota sobre la censura. “La censura de Facebook es funcional a la mirada persecutoria, y en muchos casos perversa, de sectores de la comunidad de usuarios”, sostuvo el periodista  y editor de Página/12 Horacio Cecchi, que sufrió el bloqueo de su cuenta tras difundir los artículos.

Días antes, la compañía de Zuckerberg había pedido disculpas por bloquear una foto que mostraba a prisioneros soviéticos en un campo de concentración nazi y a la que había considerado «inapropiada». La fotografía había sido publicada el 27 de enero, en el marco del Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. María Torres, una de las afectadas con el bloqueo de su cuenta por “exhibición de desnudos”, es administradora de Búscame en el ciclo de la vida, famoso blog memorialista. 

“El museo de la memoria es ya, sobre todo, visual”, afirmó Sontag en uno de sus últimos ensayos sobre fotografías que denunciaban las torturas sufridas por prisioneros durante la guerra en Irak, y concluyó que “las fotografías seguirán asaltándonos” más allá de los esfuerzos que los censores destinen a su pasión por silenciar.  

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