Tras las huellas de Isauro Arancibia

Escritos para la memoria de un maestro desobediente

por Maia

Si hablamos de escritura, la forma es, también, contenido. La manera en la que ca-da persona organiza sus ideas condensa un modo único de pensar y ser. Por eso el libro Docentes y estudiantes tras las huellas de Isauro Arancibia, aportes a una pedagogía de la memoria, es un espejo que muestra la diversidad federal.

El material, que fue presentado el ocho de junio en la sede de Capital Federal de La Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), contiene las producciones ganadoras del concurso “Tras las huellas del maestro Isauro Arancibia”, convocado por quienes conforman La biblioteca virtual de Pedagogías Desobedientes, que es parte de la escuela Isauro Arancibia.

Las páginas de esta obra son un espacio en el que dialogan reflexiones de todo el país para generar un colectivo que construye la memoria, a modo de collage, con poesía, murales, datos históricos y ficción; y piensa, de diferentes maneras, el legado del maestro Isauro Arancibia, asesinado un veinticuatro de marzo por la Dictadura militar argentina.

“Creemos que recuperar la memoria es fundamental”, define Lila Wolman, parte del espacio educativo que busca gestar desobediencias, durante la entrevista con Periódico VAS.

¿Qué es la pedagogía de la desobediencia?

Lila  Wolman: Es garantizar el derecho a la educación desobedeciendo la estructura rígida del sistema educativo formal.
Nosotros ofrecemos educación a chicos y chicas, jóvenes y adultos en situación de calle, y lo podemos hacer porque desobedecemos la estructura escolar. Si un pibe llega a las once y media de la mañana, nos alegramos porque vino y vemos qué se puede hacer en la media hora que queda de clase. Priorizamos al estudiante. Eso es desobedecer.

Hicieron un encuentro de pedagogías desobedientes.

L.W.: En el 2019. Vinieron docentes y educadores de distintos lugares, de pueblos originarios, con distintas experiencias pedagógicas, y nos propusimos sistematizar nuestros recorridos. El 2020 nos obligó a modificar todo lo que teníamos pensado y proyectábamos. Íbamos a hacer un encuentro más grande, pero no pudimos, así que lanzamos la biblioteca virtual desobediente que puede verse acá: isauroarancibia.org.ar.

Y el concurso.

L.W.: También lanzamos este concurso, que va tras las huellas del maestro que dio nombre a nuestra escuela, que es uno de los fundadores de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina y que siempre estuvo preocupado por sus estudiantes. Un maestro desobediente que, por ejemplo, como cuenta su hermana, Italia Arancibia, decía que no había que arrancar las hojas de los cuadernos cuando, por borrar mucho, se hacía un agujero. Él explicaba que para aprender hay que equivocarse.

Hicieron pública la convocatoria para el concurso el 24 de marzo, una fecha relevante para la historia del país y de Isauro.

L.W.: Una de las primeras acciones que hizo la Dictadura fue asesinar a un maestro en la sede del sindicato. El 24 de marzo de 1976 entraron a la Agremiación de Trabajadores de la Educación Provincial (ATEP), en Tucumán. Mataron a Isauro de 120 balazos y a su hermano, que se había quedado con él. Y le sacaron los zapatos nuevos que le habían regalado los sobrinos.

Pensando en recuperar el legado de Isauro, lanzamos este concurso federal para seguir pensando a dónde nos llevarían sus zapatos. Para coordinarlo Mariana Dosso, Mariana Gorosito y Beatriz Alen trabajaron arduamente.

¿Qué relación encuentran entre la escritura y la memoria?

L.W.: La memoria es identidad, es quiénes somos, de dónde venimos. Y en este momento hace tanta falta recuperar nuestra historia, saber qué nos ha pasado. Muchas veces uno escucha las propuestas de algunos políticos, y son cosas que ya hemos vivido. Pero hay quienes olvidan.
Y la educación es memoria. Y es, también, que nuestros estudiantes puedan entender por qué viven las situaciones que les acontecen, por qué existe la gente en situación de calle. Y no reproduzcan el discurso que los define como vagos, negros, pobres, y que afirma que se lo merecen porque no hicieron el mérito suficiente. Parte de la tarea de la escuela es deconstruir ese discurso tremendo.

¿Cómo entienden, desde la pedagogía de la desobediencia, al espacio/tiempo que sucede dentro del aula y su relación con lo que sucede afuera?

L.W.: La escuela que no entiende que el aula es una continuación de lo que pasa afuera es la que excluye a todos estos pibes, pibas, jóvenes. Un adulto que viene a aprender a leer y escribir, a los 40 años, es un adulto que ha sido expulsado de la escuela y de muchos otros lugares.
Sin embargo, la escuela es también un espacio que da la oportunidad de ser otro. Recibimos a quien llega, como llega, de donde llega. Todos los días recibimos a cada uno. Pero dentro de la escuela ese pibe de la calle es un estudiante. Eso abre la posibilidad a otro tiempo, otro espacio y otra forma de ser. Abre la posibilidad de pensarse, a cada uno, a otro.

Abre puertas, como Isauro en uno de los poemas que aparecen en el libro.

L.W.: Siempre hay algo que se puede hacer. Un grupo de estudiantes, por ejemplo, participó de la organización del tercer Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Personas en Situación de Calle. Y lo hizo de manera activa. Eso es muy importante. Llevaron su voz como sujetos de derecho. Eso es abrir una puerta. Nuestros estudiantes, los invisibilizados, van y organizan junto con otros un encuentro de personas en situación de calle. Hay pibes que están estudiando en la Facultad, niños que participaron en la orquesta, otros que fueron a Mar del Plata a participar en lucha grecorromana de los juegos Evita. Y ganaron. Es una experiencia maravillosa. Conocieron, también, el mar.

El instinto de Isauro sabe más que su razón
ahora es de noche y mira hacia los costados
mientras revuelve en un bolsillo
el manojo de llaves

ahora suspira y abre la puerta del local
y esa puerta es una página en blanco
ahora se quita el saco que de pronto no es un saco
sino un guardapolvo blanco

Isauro Arancibia contempla su rostro frente al espejo
y no ve en ese resplandor una nariz
sino un pueblo reunido
en torno a sus necesidades más urgentes (…).

(Fragmento de La noche en que Isauro Arancibia trasciende)

En muchos concursos exigen cantidad de palabras, un formato preestablecido, prohíben las imágenes. Pero ustedes optaron por leer la diversidad.

L.W.: Hay estudiantes adultos y adultas que hace muchos años que están tratando de aprender a leer y a escribir convencionalmente. A veces escriben su nombre y al otro día se olvidan. Por ejemplo, hay una estudiante que no logró escribir pero no falta nunca al taller de artes visuales. Y sus obras las exponemos de forma perm-nente. Esa es la manera en la que ella se comunica, dice quién es y qué siente.

El gran desafío que tenemos hoy es el de construir una pedagogía nacional latinoamericana que, sin despreciar o sin ignorar lo que en otros pueblos y en otros momentos históricos ha sido útil, construya nuestras propias categorías de análisis a partir del conocimiento de nuestra verdadera historia y logre soluciones originales para los problemas originales latinoamericanos. Ese es hoy nuestro desafío, y las huellas de Isauro Arancibia seguramente nos ayudarán a conseguirlo.

(Ana T. Lorenzo, en el segundo encuentro abierto “Movimiento sindical docente y prácticas educativas: tras las huellas del maestro Isauro Arancibia”)

¿Por qué es necesario construir una pedagogía propia y a qué debe prestar atención?

L.W.: Para salir de las estructuras rígidas de un sistema que no permite el error y la reflexión, que es muy punitivista y se aleja de la realidad. Todos sufren. Los niños, los adolescentes, los docentes. No se contemplan las necesidades de nadie. Nosotros somos defensores de la educación pública y hacemos estas observaciones desde adentro. Defendemos la escuela, pero creemos que hacen falta modificaciones. Para eso es fundamental el trabajo en equipo, juntarnos a pensar, revisar y proble-matizar nuestras prácticas, nombrar nuestras dificultades. Las situaciones que vi-vimos en el Isauro se viven en todas las instituciones. No podría ser de otra manera. Si hay un maestro con treinta pibes, ¿cómo no va a tener quilombos? Sería imposible. Es fundamental problematizar, equivocarse, buscar soluciones. En el Isauro nos juntamos una vez por semana a pensar qué hacemos con alguna situación determinada, con el chico que viene a la escuela y roba, transgrede, ¿cómo logramos que sea estudiante?

Trabajar la grupalidad en la docencia para poder trabajar la grupalidad con el estudiantado.

L.W.: Es el desafío.
Cambiar la mirada adulto centrista, cuestionar, desde la educación, nuestra mirada de clase, cómo nos atraviesa el patriarcado, nuestra mirada blanca de todo. Cómo poner en cuestión todas las dimensiones de la vida social.

Escribir es mucho de esto que decís: nombrar, reflexionar, externalizar y leer la mirada propia.

L.W.: El libro, editado por la Imprenta del Congreso de la Nación, tiene palabras y expresiones de docentes y estudiantes de todo el país y, sobre todo, es una búsqueda por que La biblioteca virtual de Pedagogías Desobedientes Isauro Arancibia tenga vida, que lata como late el Isauro.

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