El agua maldita II

Testimonio I

La Villa 21-24 se erige a la vera del Riachuelo, en la zona sur, es el asentamiento  más grande y poblado de la Ciudad y carece de los servicios básicos esenciales:  agua corriente, electricidad y gas. 20 de las  54 manzanas que conforman el barrio carecen de agua corriente mientras que en el resto el servicio es deficiente. Tan deficiente que de las canillas emana un fuerte olor a material fecal. Alertados por esta situación, en enero, la Junta Vecinal de la 21.24 se contactó con la Cátedra de Ingeniería Comunitaria de la Facultad de Ingeniera de la FIUBA. Ésta, tras tomar una serie de muestras en distintos domicilios del barrio, constató la existencia de contaminación bacteriológica con índices de riesgo sanitario crítico, deficiencia de presión en las redes de agua corriente y un alto índice de riesgo eléctrico.  Esta situación se plasmó en un informe pormenorizado, donde se apuntan, también, una serie de recomendaciones para garantizar la salud de los habitantes del barrio, determinar las causas de la contaminación e implementar acciones para controlar la calidad del agua de consumo. Todo este paquete  fue presentado ante a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad. En febrero distintos organismos estatales, entre ellos AySA y Acumar, se presentaron a tomar una serie de muestras en seis domicilios de la 21.24. Negaron la existencia de contaminación. En mayo el informe de la Cátedra de Ingeniería Comunitaria se presentado en la Legislatura porteña. Los y las ediles presentes se comprometieron a estudiar la situación. Los días pasan, la inacción permanece  y la situación sanitaria del barrio se torna cada vez más compleja. Dagna, vecina y secretaría de salud de la junta vecinal de la 21.24, que coordinó el relevamiento junto a la Cátedra de Ingeniería Comunitaria, da cuenta de esto en el siguiente testimonio:

«La única medida que tomó el Gobierno de la Ciudad fue enviar a los organismos estatales -Acumar, Aysa SA, UGIS- a tomar muestras en algunas casas en la 21.24. De ocho muestras solo pudieron obtener seis, las demás viviendas no estaban en condiciones para hacer la prueba de medición de agua y contaminación. Las tomaron en la misma manzana donde la Cátedra de Ingeniería detectó que las aguas estaban contaminadas con materia fecal. Según los organismos enviados por el Gobierno porteño, no existe contaminación. Lo cierto es que el olor es impresionante. Hicieron lo que quisieron. No sabemos ni siquiera a qué laboratorio llevaron las muestras porque no designaron a ninguna persona del barrio para que las custodie, para que controle que se preserven y para garantizar que lleguen al lugar indicado en perfecta conservación. El Gobierno de la Ciudad no está atendiendo ninguno nuestros reclamos. En este caso se trata nada menos que de algo tan importante como el agua, que es un derecho humano esencial y algo fundamental para todo ser viviente. si bien este es un problema que viene de lejos, hace cuatro años, cuando iniciaron las obras de cloacas y pluviales, se agravó. Las obras tenían que estar terminadas en marzo del año pasado ¡Apenas si concretaron el 50%! Eso sí, los presupuestos los ejecutaron en su totalidad. Y las obras quedaron sin terminar. Este desmadre de infraestructura pasa en todos los barrios vulnerables. Se trata de un gran negociado, donde siempre operan los mismas empresas contratistas. El Gobierno porteño le adjudica obras que nunca terminan. El problema de la contaminación no es nuevo. Ni hablar de la contaminación de plomo en sangre, granos en la piel, diarrea, vómitos… Durante el relevamiento que hicimos con la Cátedra de Ingeniería Comunitaria detectamos familias enteras con enfermedades de este tipo. Estas familias no van al Hospital ni al Centro de Salud, esperan que se les pase o se curan por sus propios medios, con yuyos… Por eso no hay muchas estadísticas de este tipo de contaminación a nivel sanitario. Lo que sí te puedo asegurar es que hay una familia con un problema gravísimo en la sangre desde hace cuatro años y de esto sí hay un informe, está en el Hospital Muñíz. Este es el panorama de cómo estamos viviendo en la 21.24».

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