Había una vez una CGT…

por Gabriel Luna

Es martes 26 de junio de 2018, son las 19 hs., tras el paro sin movilización convocado por la CGT el lunes 25, trabajadores gráficos, escritores, periodistas y público en general, se reúnen en una pequeña sala del Centro Cultural de la Cooperación (CCC) en avenida Corrientes 1543. La sala está colmada, la reunión integra un ciclo llamado “Los martes, libros”, pero a ese ciclo sólo pertenece una parte del público, el resto ha venido por una historia en particular. Tal es el caso de este cronista, que ha venido por una historia en particular, y porque fue invitado por Francisco Godoy, miembro de la imprenta recuperada Trabajadores Suárez Ltda. -que imprime entre otras cosas el Periódico VAS, donde trabaja el cronista-. ¿Pero cuál es la historia?

Aunque en este día, 26 junio, hace apenas unas horas, la Selección argentina venció a Nigeria, pasó a los octavos de final, y hay gente exultante en las calles, aquí nadie habla del Mundial. Se habla del paro sin movilización, de calles desiertas. Un triste paro, como de país abandonado, sin lucha, convocado por la dirección de la CGT ayer, 25 junio, más por la presión de las bases que por convicción de la dirección. Se habla de los 357 despidos en la agencia estatal de noticias Télam, anunciados estratégicamente hoy, mientras se jugaba el partido con Nigeria, encubriendo desgracias con fútbol. Se habla del nuevo ingreso al país del FMI, que motivó esos despidos y otros tantos. Se habla de que la dirección de la CGT no acuerda con el aborto legal e impediría esa prestación en las obras sociales. Se habla de los avances del imperialismo en Latinoamérica y en el país, de las luchas contra el imperialismo entabladas por las anteriores direcciones de la CGT. Se habla del bombardeo a Plaza de Mayo, del plan económico de Prebisch a favor del imperialismo, impulsado por el golpe cívico-militar de 1955, y de la respuesta obrera a ese plan en el programa de La Falda en 1957. Se habla de la lucha contra la dictadura de la CGT en el programa de Huerta Grande en 1962. Y, finalmente, se llega al punto central que nos convoca: el primer periódico de la CGT, dirigido por Raimundo Ongaro y Rodolfo Walsh, donde se publicó el programa del 1º de Mayo de 1968 -basado en las experiencias de La Falda y Huerta Grande-. Hace de esto exactamente 50 años; era plena dictadura de Onganía, se reprimía a los sindicalistas y se iba hacia una revuelta.
La historia podría comenzar así. Había una vez una CGT… Que era otra, muy distinta a la actual, con hombres como Amado Olmos, Agustín Tosco, Timoteo Vandor, Elpidio Torres… Y había un periódico de la CGT hecho por Raimundo Ongaro, Rodolfo Walsh, Horacio Verbitsky, Ricardo Carpani, Rogelio García Lupo, que en su primer número, en mayo de 1968, decía lo siguiente:
«Afirmamos que el hombre vale por sí mismo, independientemente de su rendimiento. No se puede ser un capital que rinde un interés, como ocurre en una sociedad regida por los monopolios dentro de la filosofía libreempresista. El trabajo constituye una prolongación de la persona humana, que no debe comprarse ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es una forma de esclavitud.
La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual. De ella no puede nacer una sociedad justa ni cristiana”. (…)
La propiedad sólo debe existir en función social.Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no sólo en la producción, sino en la administración de las empresas y la distribución de los bienes.
Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados.
Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos.
Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie.
Sólo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja.
Los hijos de obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de la educación que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas”.
La CGT de los Argentinos no ofrece a los trabajadores un camino fácil, un panorama risueño, una mentira más. Ofrece a cada uno un puesto de lucha.
Las direcciones indignas deben ser barridas desde las bases. En cada comisión interna, cada gremio, cada federación, cada regional, los trabajadores deben asumir su responsabilidad histórica hasta que no quede un vestigio de colaboracionismo. Esa es la forma de probar que la unidad sigue intacta y que los falsos caudillos no pueden destruir desde arriba lo que se ha amasado desde abajo con el dolor de tantos”.
El facsímil del periódico de la CGT nos tiembla en las manos. En la sala colmada del Centro Cultural de la Cooperación habla el historiador Roberto Baschetti sobre la represión de Onganía a los sindicalistas y sobre el paralelo entre el “racionamiento” -como se llamaba entonces a la mezcla de bajos salarios y aumento de precios- con el ajuste actual. Habla la escritora Estela Caloni sobre los bombardeos, tanto en Plaza de Mayo como en Nicaragua, y en el avance del imperialismo, primero mediante dictaduras y después (como sucede ahora) mediante dictaduras encubiertas. Y habla Héctor Amichetti, secretario general de la Gráfica Bonaerense, que pertenece a la Corriente Federal que junto con la CTA, el sindicato de los camioneros y muchas organizaciones sociales más quieren desplazar de la dirección de la CGT al triunvirato de Los Gordos. Esos Gordos del paro postergado, del paro sin convicción ni movilización, esa dirección de “indignos y colaboracionistas”, como advierte el primer periódico de la CGT, que vende a los trabajadores por privilegios y casas suntuarias. Esos Gordos que se transforman en patrones, como los cerdos de la «Rebelión en la Granja» de Orwell. Y Amichetti habla de los corresponsales populares que había en aquel periódico de la CGT, dice que hoy no hay prensa capaz de esclarecer al pueblo, y que debe darse la batalla de la CGT.
De modo que nuestra historia -la que vinimos a buscar- está aquí. La opresión es actual y el mensaje que nos llega de hace 50 años es la liberación. Aquellos hombres, Ongaro, Tosco, Torres… sabían de lo que hablaban, corrieron a las “direcciones indignas” e hicieron nada menos que el Cordobazo en el año 1969. Nuestra historia muestra los hechos, lo que ellos se propusieron, la situación actual, y toma el mensaje. ¿Qué más decir?

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