Infancias libres para un nuevo país

por Mariano Pagnucco

La llegada del Día del Niño representa un problema mayúsculo para el mundo adulto, porque esa celebración ha sido capturada por el mercado, que se encarga de lanzar a la cabeza de padres, madres, tíos y abuelas un dardo venenoso en forma de pregunta: ¿Qué le compramos de regalo? La niñez, para el mercado, no tiene lugar por fuera de la grieta obvia entre pelotas y muñecas, según se trate de niños o niñas.
Pero la crisis económica y -sobre todo- las transformaciones sociales que vivió la Argentina en los últimos años, obligan a pensar la infancia, las infancias, desde un enfoque que ayude a romper con las cadenas del mercado y también de los prejuicios del mundo adulto. Tal vez sea tiempo de replantear la pregunta elemental que rodea al Día del Niño y buscar explicaciones más profundas: ¿Podemos estimular otras infancias, más libres, en las nuevas generaciones?

«Yo nena, yo princesa», es lo que pronunciaba el niño Manuel en sus primeros años de vida. A su mamá, Gabriela Mansilla, hacía rato que la inquietaba el comportamiento de uno de sus mellizos varones, hasta que entendió que ese cuerpo masculino no encajaba con los deseos profundos de la criatura. Manuel quiso llamarse Luana y Gabriela entendió que era mamá de una niña trans, la primera en Argentina en tener un DNI de esas características.

Esa experiencia maternal única -que estuvo atravesada por incomprensiones, prejuicios y también seres amorosos que jugaron de aliados- está contada en dos libros («Yo nena, yo princesa» y «Mariposas libres») y también inspiró una obra de teatro. Infancias Libres se llama, justamente, la asociación civil que encabeza Gabriela, un espacio de contención y asesoramiento para papás y mamás que crían niñes trans.
En una entrevista con la agencia Presentes, Gabriela explicaba cómo acompañar esas infancias: «Hay que escuchar al niñe. Hay que mirarlo a los ojos y decirle: ¿Qué necesitás? ¿Qué sentís? ¿Qué es lo que te está pasando? ¿No te gusta el pantalón? ¿Querés una pollera? ¿Cómo querés que te nombre? ¿A qué querés jugar? ¿Dónde te querés formar en la fila? Decime vos quién sos. Nadie va a definirte mejor que vos».

La tía cantora y cuentera
El modo de contener a las infancias es el abrazo. Eso entendió Susy Shock («artista trans sudaca», según su propia definición), que con su caja bagualera recorre el país para llevar su música y sus historias a los oídos curiosos. Su multifacética carrera artística le ha permitido jugar a la «tía trans» que narra relatos para que niños, niñas y niñes descubran el mundo sin prejuicios adultos.

Cuando agarra la caja y se pone a cantar, Susy dice cosas así:

Que el cambio empiece en los niños,
en la escuela hay que educar.
No quiero salita rosa,
quiero salita de trans.

Como tía cuentera y narradora, Susy le puso voz al ciclo radial «Crianzas», que produjo la cooperativa lavaca. Esa semilla germinó después en el libro «Crianzas: Historias para crecer en toda la diversidad». La editorial responsable de su publicación se llama Muchas Nueces y es un proyecto cooperativo que sirve de estímulo para iluminar infancias más libres y desprejuiciadas.
El catálogo editorial de Muchas Nueces incluye títulos como «Cuentos para una futura niñocracia», «La princesa guerrera» y «Todxs somos indixs». El hilo conductor de todos esos materiales es desafiar aquellos temas que parecen vedados a la niñez por su complejo abordaje (y, hay que decirlo, por la pereza intelectual de los mayores) para ponerlos en diálogo con la curiosidad infantil. ¿Quién dijo que una princesa no puede enamorarse de otra mujer o que los más chiquitos no entienden lo que significa la concentración de los medios de comunicación?

Libros para infancias feministas
A Nadia Fink también le pasaba cuando niña que no le quedaba cómodo el lugar prefijado para ella por su condición de mujer: ni ropa limpia ni quedarse quietita jugando a las muñecas. Prefería el fútbol y el movimiento, aunque eso le costara algunas manchas en el vestido. Tal vez en esas incomodidades de infancia empezó a crecer una idea que muchos años después le terminó de confirmar la película «Shrek» (2001): hay otras historias para contar y otras maneras de mirar el mundo por fuera de los moldes.

Nadia es hoy una de las cabezas pensantes y los corazones latentes que sostienen la Editorial Chirimbote, artífice de la serie «Antiprincesas», cuyas protagonistas literarias son heroínas bien reales como Frida Kahlo, Alfonsina Storni y Evita. ¿Qué son las infancias libres? «Desde el enfoque adulto/centrista -explica Nadia-, pensamos que a las infancias hay que darles más lugares de expresión, de respuestas, para que puedan ubicar sus deseos y nombrarlos. Infancias libres también tiene que ver con partir de los derechos básicos cubiertos para poder elegir. Además hablamos de la libertad, de correrse de los estereotipos, que puedan elegir ropas y colores, que no se los y las estructure tanto desde peques, y mucho menos de forma binaria, como para que puedan ir decidiendo sus gustos y deseos».

Las «Antiprincesas» vieron la luz en 2015, el año que será recordado por la irrupción pública de la consigna Ni Una Menos. En marzo salió el librito sobre Frida y en junio, cuando la marea feminista copó las calles para decir basta de femicidios, apareció el ejemplar dedicado a Violeta Parra. Algo del clima de época ayudó a empujar el proyecto, que en los meses siguientes creció tanto como el descontento feminista hacia el poder patriarcal.

Nadia suma: «Pienso que la parte progre o de izquierda del mundo editorial nunca se había ocupado de les niñes. Es muy reciente que se piense en les pibis con perspectiva de género y de derechos, por lo menos en el mundo editorial». Maestra jardinera y correctora literaria de formación, reconoce que siempre le escapó a los ámbitos académicos porque le interesa más gestar proyectos en diálogo con la sociedad y la calle.

¿Cuál es el aporte de Chirimbote a las infancias de este tiempo? «Todas las que hoy militamos el feminismo leímos los cuentos clásicos y nos hicimos preguntas. Aportar variedad hace que el espíritu crítico siga, en eso me parece importante generar preguntas, discusiones, interpelaciones. No hay que darles todo masticado, para seguir promoviendo este espíritu crítico, que es lo que les faltó a muchas de nuestras educaciones. Tener de referentes a mujeres y disidencias es un aporte grande, porque es algo que nosotras no tuvimos. Se trata de allanar un poco el camino. Todas llegamos por algún lado al feminismo, lo que les ahorramos a los pibes y las pibas es todo el sufrimiento que nos comimos en el medio.

El cuerpo le gana a la publicidad
Hace casi veinte años que Carolina Duek estudia los vínculos entre infancia, juego y tecnología. Se recibió de doctora en Ciencias Sociales en la UBA y desarrolla proyectos de investigación en el Conicet y otros ámbitos académicos. Su libro «Infancias entre pantallas: Las nuevas tecnologías y los chicos» (Capital Intelectual, 2013) plantea en uno de los capítulos: «Desde hace por lo menos quince años que los juguetes más vendidos son aquellos relacionados de manera más o menos directa con los programas de televisión o canales infantiles. Nos referimos a los muñecos o juegos de los personajes más conocidos o los programas más vistos y, también, a los útiles escolares, mochilas, vasos, tazas y hasta golosinas (…) la publicidad como gran motor de venta y de posicionamiento de productos para los más chicos».
Pese a una coyuntura de época con mucho estímulo tecnológico y publicitario, Carolina remarca la necesidad de «mirar menos a las infancias y más a los adultos». Agrega: «Me parece importante la necesidad de visibilizar el rol de los adultos en este ecosistema, porque si no parece que los chicos tienen la culpa de todo y los adultos somos meros espectadores de lo que está ocurriendo».
En fechas especiales como el Día del Niño aparece, por ejemplo, la locura por los regalos: «Hay una necesidad de los adultos de regalarles a los chicos algo que los deslumbre. Entonces es más cómodo comprarles un juego de la PlayStation que un libro. Ahí está proyectada la expectativa del adulto, que no quiere que el niño le diga ‘¡otra vez un libro!'».
Desde su experiencia, como investigadora pero también como mamá, dice. “no hay mayores misterios. Para acompañar las infancias hay que poner el cuerpo. Cuando hay un adulto que pone el cuerpo, se sienta y juega, el niño juega. Y si hay un adulto que se sienta y lee, el niño escucha».
Que las infancias libres crezcan, entonces, entre cuerpos y mentes adultas más libres de miedos y de prejuicios. Que el Día del Niño se convierta en el Día del Niñe. Y que no haya infancias sin derechos, para hacer crecer los deseos y los sueños del piberío argentino.

Propuestas para las infancias libres
Libros y editoriales. «Yo nena, yo princesa» y «Mariposas libres», de Gabriela Mansilla (Ediciones Universidad Nacional de General Sarmiento; ediciones.ungs.edu.ar); Editorial Chirimbote (www.chirimbote.com.ar); Editorial Muchas Nueces (www.muchas-nueces.com.ar); Colección para chic@s, de Editorial Sudestada (www.revistasudestada.com.ar).
Álbumes de figuritas. «Libertarias», de Mariana Baizán (Chirimbote y Las Juanas Editoras); «Heroínas de la historia», de Sintonía Demos (www.sintoniademos.org).
Teatro comunitario para niñes. Pompapetriyasos, Parque Patricios (FB: Pompapetriyasos Teatro Comunitario); Circuito Cultural Barracas (FB: Circuito Cultural Barracas).
Espacios de juego y recreación. La Nube (Av. Jorge Newbery 3537; FB: La Nube Infancia y Cultura); La Cantera (FB: La Cantera.Proyectos en el Campo de la Recreación); Juegotecas barriales (FB: Programa Juegotecas Barriales CABA).

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