Jornadas de lucha por la salud y por la vida

Silvina Flores murió de Covid, Silvina Flores era docente, Silvina Flores no estaba vacunada. Su muerte se produjo dos días después que, sobre la cresta de la segunda ola, la Corte Suprema de Justicia avalara la presencialidad escolar impuesta por el Gobierno porteño en un distrito que presenta un alto número de contagios en establecimientos educativos.

Desde el inicio de las clases presenciales han fallecido, luego de contraer Covid , trece docentes y no docentes. Lejos de ser una cifra, detrás estas muertes hay un nombre y una historia de vida.
Jorge Langone, se desempeñaba como docente en la Escuela Técnica N° 13 del distrito escolar 21, falleció el 29 de marzo, tras estar internado por Covid.
Juan Carlos Ramírez , tenía 55 años y era auxiliar docente en la Escuela 21 del distrito escolar 3, se descompuso un viernes 26 de marzo, tras dar Covid positivo, y murió el lunes siguiente en el hospital Méndez.
Marcelo Becker, murió el 19 de abril, trabajaba en la Escuela Técnica 35 del distrito escolar 18 como maestro de  1°y 3° año. Tenía 30 años de antigüedad en la carrera docente.
Maria Josefa Millone, era portera en la Escuela Comercial 31 del distrito escolar 9, falleció por Covid en abril.
Marcelo Mendoza, tenía 55 años, siete hijos y cada mañana tomaba tres colectivos para llegar a la escuela donde trabajaba como preceptor, el CENS, murió tras contraer Covid el 23 de abril.
Sergio Vicino, tenía 57 años y era profesor de taller en la Escuela Técnica 17 del distrito escolar 13 del barrio de Saavedra, desde febrero iba todos los días a la escuela, falleció por Covid el 27 de abril, luego de permanecer en terapia intensiva.
Mónica Suárez, era docente de la Escuela infantil 11 distrito escolar 20 de Lugano, estaba de licencia por ser persona de riesgo, se contagió de Covid a través de su hijo de 11 años que asistía a las clases presenciales, falleció el 1 de mayo.
Silvina Flores, tenía 53 años y era vicedirectora en la escuela 24 del distrito escolar 11 en el barrio de Flores, falleció por Covid el jueves 4 de mayo, tras permanecer un mes internada.
Sergio Nieto, era casero de Escuela Técnica 14 distrito escolar 5, falleció tras contraer Covid el 6 de mayo.
Ramón Juárez, tenía 58 años y era portero del Colegio Galileo Galilei del barrio de Villa Crespo, falleció por Covid el 5 de mayo, tras permanecer una semana internado en la Clínica Paredes de Laferrere.
Graciela Romero, se desempeñaba como auxiliar docente en la Escuela Técnica 18 en el distrito escolar 11, falleció por Covid el 8 de mayo, tenía 56 años.
Emilio Gutiérrez, era profesor de educación física del profesorado Dickens, falleció por Covid el sábado 8 de mayo.
Daniel Bravo, era auxiliar de la Escuela 13 en el distrito escolar 21, falleció tras contraer Covid el lunes 10 de mayo.
Algunes de estos docentes y no docentes se desempeñaban en dos o más escuelas para poder subsistir, otres cubrían licencias atendiendo varias “burbujas” en un solo día. Pero, el dato más significativo es que, calificados como personal esencial por la administración porteña, ningune había sido vacunado.

Amanda Martín, secretaria gremial del sindicato docente Ademys, organización que ante la pandemia reclama la suspensión de la presencialidad en las escuelas y la provisión de internet y computadoras a les estudiantes para garantizar la continuidad del ciclo lectivo, da cuenta de esta situación en referencia a la reunión convocada el viernes pasado por la ministra de Educación, Soledad Acuña, en la sede de esa cartera. “El único anuncio que hicieron desde el Ministerio es que iban a iniciar la aplicación de la segunda dosis para les docentes vacunados que, recordemos, son 16.000 de un total de 111.000. Pero no tienen calendario para la extensión de la vacunación, es decir, siguen siendo una extrema minoría les docentes vacunados”, señala.

Tras una semana cargada de altibajos, les docentes que concurrieron a la reunión convocada por el Ministerio de Educación el viernes vieron diluirse cualquier expectativa de diálogo con las autoridades locales. “En el encuentro del viernes, las autoridades porteñas ratificaron su esquema de la presencialidad en los niveles inicial, primaria y especial”, relata Amanda Martín a Periódico VAS y advierte: “No presentaron un nuevo protocolo para la presencialidad ante bajas temperaturas que se están registrando y la imposibilidad de cumplir con la ventilación o la distancia. Tampoco mostraron consternación alguna por el fallecimiento por Covid del personal docente y no docente. Y mucho menos atendieron nuestro reclamo para que dejen de intimar para que se presenten a trabajar, a les docentes dispensades por ser personas con riesgo de contagio: embarazadas o mayores de 60 años”.

El martes 4 de mayo, la Corte Suprema de Justicia emitió el fallo sobre la controversia planteada por Gobierno porteño ante la decisión de suspender las clases presenciales en todo el país por parte del Ejecutivo Nacional. Eludiendo la emergencia sanitaria, el escrito el máximo tribunal avala en la potestad de la Ciudad de Buenos Aires para definir sobre la modalidad de su sistema educativo a partir del criterio de la «autonomía». El enredo jurídico evidencia las contrariedades propias de dos gestiones de gobierno que lejos de estar enfrentadas amalgaman un singular enajenamiento de la realidad social.

Gabriela es docente y tiene un hijo en edad escolar, integra el grupo de familiares que exigen al Gobierno porteño el dictado de clases virtuales. Califica la el fallo de la Corte Suprema de Justicia como un “fallo de clase”.

“Se da en un contexto donde la Ciudad registra 2000 casos diarios y las terapias intensivas están al borde de la saturación”, dice y agrega “Un escenario donde la escuela viene a garantizar la guardería para les hijes de les trabajadores y trabajadoras. El objetivo no es educar, sino evitar que la producción se detenga”.

“En definitiva, el fallo hace hincapié en la resolución del Consejo Federal de Educación que en febrero avaló el regreso a las aulas pese a la inminencia de la segunda ola. Esto pone en evidencia tanto Ciudad y como Nación comparten la misma visión respecto a la apertura de la economía en medio de la pandemia”, señala.

“Desde el 17 de febrero hasta el día de hoy, se han contagiado de Covid en el ámbito escolar 14432 niños, niñas y adolescentes menores de 14 años”, dice Gabriela y califica de criminal la insistencia Gobierno porteño de seguir sosteniendo que las escuelas no son un factor de contagios, cuando ante la ola de contagios un gran numero de colegios privados han decidido dictar clases virtuales porque les resulta imposible sostener una mínima organización y de continuidad pedagógica escolar. “La presencialidad que pretende Horacio Rodríguez Larreta no se puede sostener en el plano real, basta con pasar por las escuelas para ver la poca cantidad de alumnos que están concurriendo”, añade.

Efectivamente, el viernes 5 de mayo, el colegio privado Nuestra Señora de la Misericordia, del barrio de Flores, puso punto final a la presencialidad tras detectar varios casos positivos asintomáticos entre el personal de maestranza.

En tanto que un relevamiento elaborado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, sobre las condiciones en las cuales se está produciendo el retorno a clases presenciales en los establecimientos educativos, en la última semana de abril la proporción de escuelas con burbujas aisladas se incrementó hasta alcanzar el 50%.

Pese a las pretensiones del Gobierno porteño, los constantes equívocos de la gestión nacional y lóbrego fallo de la Corte, lo cierto es que en el distrito porteño la presencialidad escolar se discontinúo. Desde el 19 de abril, los gremios docentes mantienen medidas de fuerza que se continúan esta semana.

Ya no se trata de recurrir a la Justicia, sino de exigir el pase a la virtualidad a partir de acciones en la vía pública en el marco de lo que han dado en denominar las «jornadas de lucha por la salud y por la vida» en homenaje a los docentes y auxiliares fallecidos por Covid.

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