«La Justicia apañó el robo de niñes»

por Marina Jiménez Conde

La primera nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo, Tatiana Sfiligoy Ruarte Britos Acevedo, consideró que la justicia «apañó» la apropiación de niños y niñas durante la última dictadura cívico militar por ser «parte del andamiaje del Estado», y reclamó por la «dilatación» en la resolución de causas vinculadas a delitos de lesa humanidad, al cumplirse el aniversario 45 de la conformación de ese organismo.

Tatiana señaló que presentó un pedido ante el Poder Judicial para que se investiguen las desapariciones de su madre, Mirta Britos, y de su padre, Oscar Ruarte Pérez, y confió que espera incluir un reclamo por una hermana fallecida en el contexto de persecución de sus padres.

«En esa época claramente la Justicia era parte del andamiaje del Estado pero, a su vez, estaba subsumida en una situación de terrorismo de Estado, y muchas veces apañó estas cuestiones», explicó Tatiana sobre el secuestro y apropiación de niños durante la dictadura cívico militar.

La constitución de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo quedó registrada el 22 de octubre de 1977, a partir de que un grupo de mujeres empezó a notar que dentro del reclamo generalizado por la aparición con vida de sus hijos, compartían la búsqueda de sus nietos.

«Yo soy parte de la institución como nieta recuperada. Conozco a Abuelas desde los 6 años. Es parte de mi vida, y tengo una relación muy cercana», afirmó Tatiana, quien hoy en día es psicóloga, profesión que, explicó, eligió para «poder transitar una historia dura».

Sobre los inicios de Abuelas, recordó que «todo empezó muy artesanalmente», y destacó que sus integrantes mientras realizaban acciones para encontrar a sus hijos y nietos, «también eran perseguidas» por la dictadura cívico militar.

En marzo de 1980, su caso y el de su hermana, Mara Laura Sfiligoy, constituyeron la primera restitución de Abuelas de Plaza de Mayo.

El 31 de octubre de 1977, en el marco del secuestro de su madre junto a su compañero, Alberto Javier Jotar -padre de Mara-, las hermanas quedaron abandonadas en una plaza en la localidad de Villa Ballester.

Al llegar al instituto de menores fueron separadas, hasta que el matrimonio Sfiligoy, que había iniciado el trámite de adopción de Mara, solicitó la tenencia de ambas al enterarse de la existencia de Tatiana.

«Mi expediente de adopción dice, Tatiana Duarte, porque a mí no me salía la erre, o N/N. Es muy fuerte ver eso, no había manera que la Justicia se implique en una búsqueda de la que era cómplice», enfatizó.

A partir de un dato, Abuelas pudo saber que las hermanas podían llegar a estar en el Juzgado de Menores de San Martín.

«Por suerte había personas dentro del engranaje del sistema judicial que nos ayudaban», recordó y enfatizó en la ayuda de una trabajadora social, que, sospecha, colaboró en el reencuentro con su hermana.

Aparentemente, la asistente social hizo coincidir en el juzgado de San Martín, la fecha en que Tatiana iba a ser dada en adopción a otra familia y un chequeo de salud de su hermana menor.

«Jugó un poco el azar y un poco la cuestión ética», consideró Tatiana al recordar que reconoció a su hermana apenas la vio en el juzgado.

Por su parte, señaló que cuando fueron encontradas por Abuelas, el juez de menores a cargo de la causa determinó «que las partes se arreglen».

De esa manera, se acordó una adopción simple, que según la consideración de Tatiana, fue la «mejor manera de resolverlo», ya que siguió viviendo con su familia adoptiva pero con la obligación de mantener contacto con su familia biológica.

A diferencia de la mayoría de los casos de restitución, en el que los niños fueron apropiados o adoptados de manera ilegal, la adopción de Tatiana y su hermana se dio en un marco de legalidad y con la predisposición del matrimonio Sfiligoy, que buscó conocer el origen de sus hijas desde un primer momento.

«En Abuelas hubo 14 adopciones como la mía que fueron de buena fe, que es un porcentaje chico pero que existe», distinguió Tatiana.

Por su parte, su historia fue retratada en el primer capítulo de Televisión por la Identidad, un ciclo producido por Bernarda Llorente -actual presidente de la agencia de noticias Télam- y Claudio Villarruel en asociación con Abuelas de Plaza de Mayo en 2007.

En esa línea, la nieta afirmó que las producciones culturales resultan «fundamentales a la hora de seguir transmitiendo lo que implica para una sociedad encontrar la identidad de un nieto» y agregó que esas historias «son parte de la sociedad argentina».

En 2019, Tatiana presentó una actuación judicial para «esclarecer el paradero» de su mamá, presuntamente desaparecida en el centro clandestino de detención «El Campito», que operaba en Campo de Mayo, ubicado en Buenos Aires.

En el 2020, realizó la misma acción por su padre, del que se sospecha estuvo en el centro clandestino de detención La Perla, en Córdoba.

En el marco de esas causas, espera incluir a futuro un reclamo por el fallecimiento de su hermana, Florencia, una segunda hija que tuvo Mirta Britos con Oscar Ruarte Pérez.

La niña murió a causa de un cuadro de meningitis que no pudo ser tratado porque sus padres no pudieron llevarla al hospital, ya que estaban siendo perseguidos.

«Fue muy doloroso enterarme de grande que por esas circunstancias no puedo tener una segunda hermana», confió Tatiana que supo de esa existencia hace algo más de una década.

Incluso sus abuelas biológicas desconocían el nacimiento de la niña porque la pareja ya se encontraba en la clandestinidad y, por una cuestión de cuidado, no tenían vínculo con sus familiares.

«Esto también es una cuestión para presentar en la Justicia, hasta dónde nos siguió afectando el terrorismo de Estado y las consecuencias que todavía una no dimensiona», reflexionó.

En la misma línea, lamentó que las presentaciones que realizó «no tengan respuesta» por parte de la Justicia y denunció que ese es «uno de los obstáculos que tenemos hoy en día».

Por último, consideró que existe una «estrategia del Poder Judicial» en la «dilatación» de la resolución de las causas en donde se juzgan delitos de lesa humanidad y afirmó que es «para que la gente que hay que juzgar, se muera».

Fuente/Foto: Télam

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