La mala educación porteña

El comienzo del ciclo lectivo 2020 es un punto de quiebre para que emerjan problemas de larga data que nada tienen que ver con la festejada “vuelta al cole”. Falta de vacantes, desinversión en infraestructura, tercerización de servicios y otros daños colaterales conforman el kit escolar que ofrece la Ciudad a estudiantes, docentes y familias en el inicio de clases.

por Mariano Pagnucco y Alejandro Volkind

El video propagandístico de Horacio Rodríguez Larreta en campaña parece haber dado buenos resultados. Entre los números que mostraba el clip audiovisual que circuló el año pasado, en la previa a los comicios que lo volvieron a poner al mando de la Ciudad, se anunciaba como logro de gestión la construcción de «54 nuevas escuelas». Esa cifra (como otras) fue desmentida con fundamentos por uno de los gremios docentes, pero en las urnas prevaleció el apoyo a la reelección del alcalde.

Para los canales de noticias y las grandes cadenas de supermercados, lo más importante del próximo 2 de marzo será la «vuelta al cole», como un eslogan vacío que se repite cada año. En el distrito más rico de la Argentina, el comienzo de un nuevo ciclo lectivo es también la confirmación de una tendencia al vaciamiento de la educación pública, con estrategias oficiales de desgaste hacia la comunidad educativa y un discurso público que no se condice con la realidad. Por eso, otro año más, el tema de composición para el inicio de clases es: La mala educación porteña.

Lección 1: Faltan vacantes
Jorge Adaro es de los dirigentes gremiales que no abandonan las tareas cotidianas junto a sus pares. A los 54 años, ocupa un cargo como docente de Primaria en la Escuela N° 19 del Barrio Ramón Carrillo, en Villa Soldati. A comienzos de febrero le tocó visitar la nueva sede del Ministerio de Educación porteño, ubicada en la Villa 31, para la primera reunión paritaria del año.

Adaro concurrió como secretario adjunto de la Asociación Docente de Enseñanza Media y Superior (Ademys), el segundo gremio en importancia entre lxs docentes de la Ciudad. La siempre sonriente ministra Soledad Acuña no hizo ningún ofrecimiento salarial formal, ya que la decisión política es esperar a la paritaria nacional docente, restituida después de dos años. El escenario previsto es de sumas fijas y algún posible ajuste por inflación.

«Las sumas fijas no alcanzan para hacer frente a lo que se ha perdido en 2019 y 2018, más la inflación de este año», opina Adaro. La exigencia de Ademys es un salario inicial de 40 mil pesos para el cargo testigo (maestrx de grado de jornada simple) más un 40 por ciento de aumento en toda la escala «para aproximarnos al costo de la canasta familiar». Desde su experiencia en las aulas porteñas, el dirigente señala que su principal preocupación es “la falta de vacantes”.

Como publicó este medio en la nota «Sin vacantes ni voluntad política» i, en Buenos Aires hay no menos de 14.000 chicos y chicas (sobre todo de los niveles Inicial y Primario) sin lugar en la escuela pública. Ante la falta de datos oficiales, organizaciones de padres y madres como «Vacantes para tod@s en la escuela pública» se encargan de tomar las denuncias: la cifra actualizada superaría las 20.000 vacantes sin cubrir.

En ese sentido, Adaro desmiente el número de “54 nuevas escuelas” que Larreta dice haber construido para paliar el déficit: «Dentro de ese paquete, la mayoría son refacciones de edificios o bien obras que vienen vendiendo desde hace años, pero no son escuelas nuevas». En una investigación periodística del portal Nuestras Vocesii , aparece mencionado un informe de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) que revela: «Del plan original de 54 escuelas que promocionaron con bombos y platillos a inicios de la gestión, solo se construirá un total de 37 edificios. Al día de hoy sólo se entregaron 5 en condiciones; 20 de ellas no tienen todavía el final de obra y se inauguraron con problemas de mediana o alta gravedad –sin luz, sin gas, con obreros trabajando en horarios de clase– y 12 aún ni siquiera se terminaron de construir».

Adaro denuncia, además, la vocación de tercerizar los servicios educativos que tienen Larreta y Acuña. La respuesta gubernamental ante la falta de vacantes para lxs más chicxs son los Centros de Primera Infancia (CPI). Los CPI son la herramienta que propone el macrismo para (des)atender el déficit en la franja de los 45 días a los 3 años de edad, pero sin construir ni una sola escuela. Pese a que el Gobierno los equipara con jardines, los CPI no dependen del Ministerio de Educación, sino de Desarrollo Social y tienen una mirada mucho más asistencialista. «Son guarderías, ni siquiera tienen la obligación de que haya personal docente», explica Adaro.

El Estado pone la plata ($4.700 mensuales por alumno) y los privados –llámense oenegés, iglesias, fundaciones, clubes o hasta particulares– gestionan, es decir, definen cómo reparten el dinero entre mejoras edilicias, materiales educativos, alquiler, salarios docentes y, por supuesto, ganancias.

¿Por qué el Estado privatiza un servicio que podría ofrecer íntegramente? No se explicita. Mientras, los CPI crecen exponencialmente: comenzaron a funcionar en 2009 y una década después hay 76 establecimientos en distintos puntos de la Ciudad.

Sin embargo, la inflación más alta de los últimos 15 años y el desfinanciamiento educativo permanente comenzaron a impactar hasta en su invento más promocionado. Tal es así que este verano, 44 de los 76 CPI se declararon en emergencia económica.

Lección 2: El Estado no invierte
El análisis del Presupuesto 2020 también arroja información sobre lo que puede esperarse en materia de inversión según las prioridades larretistas: a «Obras de infraestructura escolar» se destinarán 2.950 millones de pesos, mientras que a la construcción de «Nuevas comisarías» irán a parar 3.421 millones.

La falta de inversión no es una celda vacía en una planilla de computadora, sino un daño cotidiano a cientos de personas que conforman la comunidad educativa. Por ejemplo, el histórico Colegio Pueyrredón (Chacabuco 922, San Telmo), que festejó sus 100 años en 2017, depende en gran medida de los aportes que reúne la Cooperadora mensualmente. Lo explica Fátima Noemí Soria, la tesorera: «El colegio estaba sin pintar y lo pintamos nosotros. El techo también tiene goteras. La rectora presentó un escrito pero no hubo respuesta. Lo arreglamos como pudimos, pero el problema sigue. Con la plata de la Cooperadora vemos cuáles son las necesidades y tratamos de resolverlas. El Gobierno manda una ayuda anual de 200.000 pesos que realmente no alcanzan para nada. Si el colegio sigue funcionando es porque nosotros estamos atrás».

El Pueyrredón es una institución modelo que ha formado en sus aulas a personalidades tan diversas como Gustavo Yankelevich, Juan Manuel Abal Medina, Daniel Tognetti, Guillermo Moreno y Carlos Heller. También cuenta con baldosas que homenajean a 10 estudiantes detenidos-desaparecidos durante la última dictadura: Martín Beláustegui, Oscar y Enrique Berroeta, Fernando Brodsky, Gabriel Duyanevich, Luis Alberto Fuentes, Carlos Ocampo, José Rosenblum, Eduardo Edelmiro Ruival (asesinado) y Horacio Zúñiga.

Entre las peleas que tuvo que dar la comunidad en los años recientes, la más brava fue la resistencia contra el cierre de los cursos nocturnos. De un total de más de 900 estudiantes que pasan a diario por el Pueyrredón, 300 concurren al Turno Noche. Son la población más vulnerable: pibes y pibas que trabajan durante el día, personas adultas que quieren completar el Secundario, madres que eligen ir a clase con sus criaturas.

La guadaña de Larreta y Acuña también atacó el bolsillo docente, ya que el recorte presupuestario del año pasado dejó sin financiamiento a una serie de talleres que ofrecía el colegio. Es el caso del taller de Teatro Solidario, un laboratorio de obras para ser presentadas gratuitamente en villas, hogares de la tercera edad y centros comunitarios. El docente a cargo decidió seguir adelante con la propuesta sin cobrar, aunque terminó con problemas de salud.

Parte del orgullo de la comunidad del Pueyrredón es hacer el cierre del año en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Soria: «Les compramos medallitas a los chicos para que tengan un incentivo. Es fundamental cuidarlos porque ellos son el futuro del país». ¿Cuál es el motor de su tarea frente a la desidia estatal? «Es un trabajo hecho de todo corazón y a pulmón», dice sonriente.

Lección 3: La importancia de la Historia
En la esquina de Carlos Calvo y Balcarce, un mural recuerda lo que muchos funcionarios buscan olvidar después de las elecciones. En la imagen, dos nenes con su guardapolvo cuadrillé del jardín agarran un lápiz y garabatean “Vacantes para todes”. La frase no es un deseo ni un ruego, sino un derecho, más precisamente el número 24 de la Constitución de la Ciudad, y dice así: “La Ciudad asume la responsabilidad indelegable de asegurar y financiar la educación pública, estatal laica y gratuita en todos los niveles y modalidades, a partir de los cuarenta y cinco días de vida hasta el nivel superior”.

Sin embargo, en toda la Comuna 1 existe un solo jardín maternal de gestión estatal que desborda con más de 550 chicos en sus aulas. Hace tres años que la comunidad de San Telmo reclama la creación de una escuela infantil de jornada completa a tan solo una cuadra del mural, en la manzana que ocupó durante décadas el ex Padelai, y donde actualmente hay espacio de sobra.

Un proyecto de ley busca, también, recuperar la memoria histórica del lugar. En la década del ‘30, en el ex Padelai funcionó un jardín de infantes del que hoy sólo queda la fachada. Y la necesidad. El año pasado, en San Telmo, Monserrat y La Boca, 641 chicos quedaron sin la posibilidad de ingresar a la escuela pública: 91 bebés a sala de lactantes, 274 niñxs a sala de un año, 194 a sala de dos años y 82 a la de tres.

Mientras el déficit aumenta año tras año, el proyecto junta polvo en algún despacho de la Legislatura porteña. Por eso, en 2019 la Mesa Comunitaria de San Telmo, en la que participan escuelas públicas, establecimientos de salud y asambleas vecinales, tuvo que presentarlo nuevamente. Y no piensa claudicar.

“El Gobierno está obligado a dar una respuesta porque así lo dice la constitución y porque hay 6.000 firmas que avalan este proyecto y que muestran que es una necesidad”. Claudia Moyano, delegada de Cooperadoras de la Comuna 1, sabe que no debería siquiera hacer falta explicar esta necesidad. Pero también sabe que en el barrio se libra una batalla silenciosa entre el San Telmo vivo, diverso y real, y el San Telmo turístico, insulso y estereotipado en el que busca transformarlo el alcalde Larreta.

En esa pelea desigual y agotadora, el espacio público se defiende baldosa a baldosa. Como sucedió en 2012, cuando decenas de organizaciones impidieron que el Gobierno porteño transformase en un Polo gastronómico el lugar donde 16 escuelas realizaban educación física.

El Polideportivo en cuestión se llama Martina Céspedes, en homenaje a otra vecina del barrio que por su corajuda actuación durante las Invasiones Inglesas de 1807 fue nombrada “Defensora de Buenos Aires”. En el San Telmo diverso y real, su figura sigue rondando por las calles empedradas.

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