La muestra que interpela el microcentro desde el espacio colectivo

por Claudia Lorenzón

Con instalaciones audiovisuales que remiten a las ciudades y su forma de habitarlas, la muestra «El centro ha muerto, viva el centro» invita a reflexionar sobre el espacio colectivo, a través de obras de artistas argentinos y del exterior que se despliegan en locales del microcentro porteño vacíos luego de la pandemia, interpelando a quienes transitan la Ciudad sobre el modo de apropiación de los espacios que se habitan.

La exhibición, organizada por el Instituto Goethe, que integra la primera edición de Microcentro Cuenta interroga -por intermedio de obras de artistas de Argentina, Alemania, Chile, España y Bélgica-, ¿cómo queremos vivir juntxs o más bien cómo necesitamos vivir juntxs en las estructuras urbanas del futuro?»,

La iniciativa intenta despertar espacios vacíos, levanta las persianas de algunos negocios abandonados y vuelve a habitarlos como sitios de exhibición de obras de arte visuales que dialogan con este presente no planeado. También expande digitalmente las calles y plazas del Microcentro con obras de arte que revelan las potencialidades de los espacios públicos.

Desplegadas en todo el Microcentro, las obras proponen pensar las ciudades como espacio de construcción colectiva de la memoria de un barrio, de demanda, de homenaje a quienes fueron silenciados, y de cuestionamiento hacia la forma de transitar o vivir, donde lo absurdo se filtra como el ojo curioso e inquisidor que irrumpió en los espacios privados de los hogares, a través de las cámaras durante la pandemia.

Con videoinstalaciones de realidad aumentada, voces distorsionadas y videos, los espectadores podrán acceder a obras de Cristóbal Cea de Chile, de Eli Cortiñas de Alemania, Johan Grimonprez de Bélgica, Liv Schulman de Argentina y Nadja Buttendorf, entre otros.

Las obras seleccionadas «plantean distintas visiones sobre cómo queremos vivir juntes en relación al centro y la periferia en las ciudades; sobre problemas urbanísticos o algunos que son abstracciones y proponen un corte en el tiempo para una persona que camina por la calle», explica Hernán Kacew, curador de la obra, y señala que «son obras que se van a ver desde la vía pública, y que van a convivir no solo con un público que suele acercarse a ver muestras de arte, sino con personas que habitan el microcentro porteño, que están trabajando o que están viviendo en situación de calle».

Desde la curaduría «intentamos tener visiones lo más variadas posibles sobre esos problemas que aparecen actualmente en el centro pero también aparecieron en otras épocas de la historia en la ciudad y en otras ciudades o cuestiones de representaciones simbólicas como pueden ser los monumentos en la ciudad», explica Kacew.

Una de las obras a la que se podrá acceder es «No se lo llevó el viento», de la videoartista de ascendencia cubana Eli Cortiñas, adopta la forma de un collage de secuencias encontradas y extraídas del cine de Hollywood, series de televisión, publicidad, charlas TED y videos de YouTube, junto con animaciones de creación propia. La obra debe su nombre a la casi homónima película épica de la guerra civil estadounidense de 1939, «Lo que el viento se llevó», que recientemente desató una polémica después de que HBO Max retirara temporalmente la película de su servicio de streaming, por su representación racista de la población negra.

El «no» añadido al título original, una simple adición poética, aparece como una denuncia de la larga tradición de Hollywood que consiste en representar estereotipos tóxicos. Como resultado, la persistencia en la tergiversación en el cine convencional ha contribuido y sigue contribuyendo a reforzar narrativas históricas engañosas.

En la era de las noticias falsas y las teorías de la conspiración alimentadas por la Covid, Cortiñas, quien vive en Berlín, sugiere que para salvar el futuro quizá haya que reexaminar el pasado. Con una sucesión muy precisa de secuencias de imágenes en movimiento y citas referidas al actual régimen de ideas, el video revela cómo el miedo y la complicidad de los medios de comunicación refuerzan las políticas hegemónicas, explican los curadores. La obra se exhibirá en Esmeralda 635.

Ahmet Öğüt, gestor cultural, artista y catedrático de Países Bajos, llega a la muestra con «Monuments of the Disclosed», una colección de monumentos digitales dedicados a nueve personas que, a menudo con un enorme sacrificio personal, denunciaron el fraude, la maldad y las fechorías de un poder sin límites y que, en la mayoría de los casos, siguen sin ser reconocidas por sus actos de valentía.

Estos bustos de personas que se comprometieron con causas políticas, sociales y sanitarias se podrán visualizar mediante un código QR, a través de la técnica de realidad aumentada en Esmeralda 200, Florida 99, en la plaza San Nicolás y en la plazoleta Suipacha.

Con animación en 3D, el artista chileno Cristóbal Cea, quien trabaja temas de la memoria y el olvido, trae a la muestra su obra «Baquedanos», que remite al sitio y monumento en el que se libró el estallido social de 2019 en Chile. Ubicado en el centro social de la ciudad de Santiago, el monumento a Manuel Baquedano se manifestó como elocuente símbolo de un momento en donde diversas fuerzas políticas y sociales libraron una verdadera batalla estética por cubrir el monumento ecuestre con sus solicitudes y consignas. El punto de exhibición de la obra será Galería Jardín, ubicada en Florida 537.

El absurdo y la ironía se hacen presentes en BED, un video aclamado por la crítica del belga Johan Grimonprez, quien plantea la problemática del espacio público y el espacio íntimo, con un ciervo subido a una cama en una habitación ultra moderna con la finalidad de exponer los alcances de la cultura de la televisión-realidad con «imágenes de alcoba» privilegiadas; imágenes que penetran en la vida privada de las personas y aumentan las ansias voyeuristas del televidente mediante contundentes anuncios comerciales que dictan los deseos del espectador. Esta obra se exhibirá en Sarmiento 236.

El video «Control a TV show. Temporada 03 episodio 01. El síndrome de la caverna», de la argentina Liv Schulman, adopta la forma de ficciones filmadas, series de televisión, lecturas-performances y novelas a través de las cuales aborda el papel de la subjetividad en el espacio político y la dificultad de darle crédito. De este modo, una telenovela real se muestra en televisión como en un museo. En el enfoque de esta artista residente en Francia, crear significa experimentar directamente un entorno, un sistema, un tema. Su obra se puede ver en Esmeralda 641.

La alemana Nadja Buttendorf presenta en la muestra la serie web «Robotron-A tech opera- temporada 1, Screencast», primera telenovela ambientada en la industria informática de la República Democrática Alemana (RDA) que aborda el desarrollo informático en una economía planificada y la vida cotidiana en Alemania Oriental. Veb Kombinat Robotron era el mayor fabricante de computadoras de la antigua RDA y uno de los más importantes productores de tecnología informática en la Europa del Este socialista. Inspirándose en su propia historia familiar, Buttendorf aborda las condiciones políticas, materiales y sociales de trabajar, vivir y amar juntos en la empresa Robotron, propiedad del pueblo. La artista asume todos los papeles y funciones en la película. Se exhibirá en Esmeralda 641.

«Contagio post humano-tráiler» es un video que pertenece al artista alemán Damjanski, quien utiliza redes neuronales para borrar a los humanos de la imagen sobre el largometraje Contagion con la intención de lograr un escenario especulativo posthumano, desolado, luego de una pandemia desencadenada por un nuevo virus mortal. Se exhibirá en la estación Carlos Pellegrini del subte B.

«Archivo de la Memoria Popular Villa 20», de Argentina, es un trabajo colectivo, integrado por videos y documentos que «trabajan con la historia del barrio y las diferentes historias que fueron construyendo ese barrio, con la convicción de que la memoria es un acto del presente», explica Kacew, quien agrega que «la obra también plantea la relación entre centro y periferia, desde la dificultad que se les plantea a las personas que viven en barrios precarios acercarse al microcentro para trabajar». La obra está emplazada en la biblioteca del Instituto Goethe, Tucumán 538.

Entre otras obras, «Todo sigue igual» el video del argentino Daniel Carrizo, de 27 años, plantea un escenario pospandémico en una ciudad de Buenos Aires con un tránsito enloquecido donde nada parece haber cambiado pese a un año de encierro. La obra se exhibirá en Leandro N. Alem 742.

Las ciudades «no solo funcionan como redes de vivienda, transporte, saneamiento, producción de bienes o comunicación, sino que se comportan como organismos vivos que digieren, envejecen, se infectan, enferman y finalmente mueren. La pandemia de Covid-19 demostró lo rápido que puede propagarse una infección por medio de las estructuras urbanas y las redes que estas facilitan. Esta red tuvo que ser abandonada repentinamente, lo que dejó a los centros de las ciudades inmóviles, como cuerpos sin vida», señalan los curadores.

Esta exposición «habita ese cuerpo: un sistema al que se puede acceder, transitar y que se instala en el Microcentro de Buenos Aires de hoy, barrio en disputa por su actual transformación citadina, incluida la gentrificación», agregan.

De la mano de Hernán Kacew, el sábado 11 febrero, a las 20, se ofrecerán dos visitas guiadas por la muestra, desde la Biblioteca del Goethe-Institut, en Avenida Corrientes 343.

Foto/Fuente: Télam

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