La policía debe custodiar la Richmond

Así, lo ordena un fallo para impedir que se modifiquen la fachada, el interior y hasta el mobiliario de la confitería de la calle Florida.

Un nuevo paso judicial prohíbe a los propietarios de la mítica confitería Richmond modificar su fachada y su estructura para instalar allí, como pretendían, un local de indumentaria deportiva.

La Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad confirmó hace unos días la medida cautelar que ordenaba que tanto el propietario como los inquilinos de la confitería, situada en Florida al 400, debían abstenerse de “efectuar o continuar cualquier modificación, restauración o alteración” en la estructura y el frente del inmueble, incluido el mobiliario. Es decir, la Justicia rechazó la apelación presentada por Confitería Richmond Florida SA.

Los jueces Esteban Centanaro y Mabel Daniele consideraron en su fallo que resulta “aconsejable mantener los términos de la medida otorgada” en primera instancia por el juez Juan Lima, ya que la continuación de las actividades en el local podría implicar un “daño irreparable” por tratarse de un inmueble declarado patrimonio cultural de la ciudad.

La decisión judicial insta al gobierno a establecer una custodia policial durante las 24 horas para resguardar el inmueble.

La sentencia fue dictada después del recurso de amparo que presentó la diputada María José Lubertino (Frente para la Victoria) con el fin de proteger el valor histórico y cultural de la confitería.

Los 1500 metros cuadrados decorados al estilo inglés del emblemático café fueron escenario, el año pasado, de un conflicto de proporciones.

Después de que sus dueños lo vendieron para que un grupo inversor lo convirtiera en el Nike Store más grande de la ciudad, sus empleados tomaron el local hasta que los propietarios se comprometieron a pagarles las indemnizaciones correspondientes. El reclamo de los empleados derivó en una intermediación del Ministerio de Trabajo.

Luego de que se conociera el destino que quería darse a la legendaria confitería, Lubertino solicitó el dictado de una medida cautelar para que se ordenara el cese de las obras, así como la abstención “de realizar intervenciones sobre la decoración, ornamentación y de remover el mobiliario y equipamiento original existente, propias de los bares y de los espacios de acceso al público y sobre cualquier obra y/o elemento original que se encuentre en el local y a su vez restituir los que se hayan retirado”, según establece el fallo de Centanaro y Daniele.

“Recurrir a la Justicia es nuestra la última instancia, pero en los últimos años se ha convertido en algo habitual por la inacción del gobierno en la defensa del patrimonio”, lamentó el vicepresidente de la organización Basta de Demoler, Santiago Pusso. A su entender, el edificio cuenta con mayor protección pero el mayor riesgo está en el uso que pretender darse al local.

Según pasan los años

Clientes célebres
Bar notable
La Richmond fue inaugurada el 17 de noviembre de 1917 y sus mesas presenciaron lo más rico del debate del “Grupo Florida”, en el que se encontraban Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Oliverio Girondo.

Políticos y cine
Escenario de lujo
La confitería fue también sede de la Sociedad Rural Argentina y convocó a diversos políticos. También se utilizó como escenario para filmar la película La historia oficial.

Valioso interior
Mobiliario histórico
Es célebremente reconocida por su boisserie de roble de Eslavonia, sus sillas y sillones estilo Chesterfield tapizados en cuero, sus antiguas mesas de billar, sus mesitas Thonet y sus arañas de bronce y opalina traídas especialmente de Holanda.

Nuevos dueños, nuevo destino
Acelerada ley de protección
A mediados del año pasado, sus nuevos dueños decidieron instalar allí una sucursal de la cadena de indumentaria deportiva Nike. Después del revuelo que causó la decisión, la Legislatura porteña aprobó rápidamente la declaración de la confitería como patrimonio cultural, para que se impidiera la modificación del local y la reforma de su fachada. Sin embargo, la ley nunca fue promulgada por el Ejecutivo.

Adiós a una leyenda
Sin previo aviso
El domingo 14 de agosto de 2011, los propietarios vaciaron el local de su mobiliario y pintaron la vidriera de blanco para impedir que se viera el interior desde la calle. Al día siguiente, los empleados descubrieron el local cerrado sin previo aviso alguno y decidieron tomarlo hasta que se aseguraron el cobro de sus indemnizaciones.

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