Medios y Dictadura. “La construcción del enemigo”

“La construcción del enemigo”, de Gabi Jaime, que se estrenó este jueves, utiliza el tratamiento de los medios en el caso de una niña cuyos padres fueron asesinados en Montevideo en un operativo conjunto entre la las fuerzas de la dictadura argentina y la uruguaya, con el objetivo de “despersonalizar a los luchadores populares”.

Juan Alejandro Barry y Susana Mata fueron asesinados en 1977, cuando Alejandrina tenía 3 años, siendo regresada por los militares a su familia paterna en Buenos Aires, tras lo cual se desató, según muestra el filme, una campaña mediática para culpar, en cierta forma, a sus padres por sus propias muertes.
En principio, la información era que Juan Alejandro había sido “abatido” en un enfrentamiento con los uniformados, mientras que Susana, para no ser aprehendida con vida, eligió el camino de suicidio.
En ambos casos, según se puede ver en los archivos de la Editorial Atlántida leídos en la película, los medios sostenían que ambos “subversivos” prefirieron la lucha armada a criar a su hija.
Al contrario de lo que esas ediciones publicaban, Jaime, en una entrevista afirmó que cree que “tanto los familiares y los amigos de la familia, como Alejandrina, se sienten orgullosos de la entrega de ellos”.
Además, la escritura de la época rozaba lo literario y era acompañada por una producción fotográfica propia de estudios de fotografía “como los utilizados en las fiestas de 15 o en casamientos”, explica en la cinta una investigadora del Conicet que estudió el caso.
La película muestra a Alejandrina en un rol de investigadora, que acude a los diferentes archivos y hemerotecas para comenzar a recrear su caso y la muerte de sus padres, a la vez que compañeras de militancia de su madre, su tío paterno, una cientista social y un periodista aportan el análisis.
Además, “La construcción del enemigo” cuenta con un breve testimonio del entonces jefe de Redacción de la revista Gente, Alfredo Serra, y, aunque el director del semanario, Samuel ‘Chiche’ Gelblung, tenía injerencia en las publicaciones, la producción eligió no contactarlo.
“No nos comunicamos con Chiche Gelblung. Pero creo que lo que ellos piensan está en su accionar de hoy. No cambió nada”, dijo Jaime y resaltó que en los medios “había una intención en despersonalizar luchadores populares, trabajadores, militantes, cualquiera que estuviera en oposición a la dictadura”.
Para la realizadora, más allá del “convencimiento ideológico” para con la dictadura, había, además, un interés económico detrás de esas “campañas” como, “por ejemplo, el negociado de Papel Prensa, o por la desaparición de sus competidoras”.
– ¿Por qué el caso de la muerte de los padres de Alejandrina tuvo tanta repercusión en los medios de la época?
– En realidad no es el asesinato de sus padres lo que tuvo repercusión, sino la campaña montada con Alejandrina. Sus padres muertos en Uruguay con una niña de casi tres años, rubia. Los diarios uruguayos llegaron a escribir que tenía ojos celestes. Y como los militares uruguayos no apropiaban niños, vieron la veta de usar a Alejandrina para construir a los padres en monstruos, que abandonan niños.
– ¿Hubo otros casos similares, que utilizaran a un nene para atacar a sus padres asesinados o desaparecidos?
– Igual al de Alejandrina no, aunque existieron casos en el que estuvieron niños involucrados. Pero fue una nota aislada y no una campaña como fue ésta de la que hablamos, con tres notas en tres semanas distintas de la Editorial Atlántida.
– ¿Cómo se siente la familia de Alejandrina hoy? ¿Habla del tema?
– Lo interesante es que con Alejandrina no pudieron. A pesar de la brutalidad de su historia, ella hoy es una militante política y social (milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas) y está presente en cada lucha que tiene a los trabajadores y los Derechos Humanos como protagonista.
– ¿Hay muchos estudios sobre el accionar de los medios durante la dictadura?
– Se están realizando, pero hay que seguir, ya que ese accionar se repite hoy, donde también se construye al «enemigo». Hoy el enemigo es el que sale a la calle a luchar porque lo despiden (no es «subversivo», es «ñoqui»); los pibes de los barrios pobres; los que tienen gorrita son ‘chorros’; los docentes que salen a defender la educación publica son «vagos» que tienen tres meses de vacaciones.

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