Por una Ley de envases con inclusión social

«¿Qué pasa con los envases de los productos que compramos una vez que los descartamos?», comienza preguntando el video elaborado por la organización Jóvenes por el Clima y responde: «Prácticamente todo lo que consumimos viene en un recipiente o envase, desde una caja de fósforos hasta una botella de agua. Cada uno de estos envases tiene un ciclo de vida compuesto de distintas etapas: la primera de ellas es la extracción, a la que le siguen la producción, el transporte el consumo y, finalmente, el descarte. En esta última etapa es cuando un envase que contenía algo de cierto valor se convierte en basura. En algo aparentemente inservible, molesto y muchas veces en algo asqueroso. Pero, ¿adónde va todo lo que tiramos? A menos que sepamos reciclar los residuos, toda la basura que tiramos se va a rellenos sanitarios, a incineradores o, en su mayoría, a basurales a cielo abierto. Estos últimos son grandes espacios de tierra destinados a ser algo así como ‘el hogar ideal de la basura’. Lo cierto es que de ideales no tienen nada. Dejar los residuos en estos lugares trae múltiples consecuencias, desde la gran cantidad de gases efecto invernadero que generan, agravando así la crisis climática, hasta los severos problemas de salud que provocan en la población que vive alrededor de estos vertederos…», la idea este audiovisual es explicar de forma didáctica el espíritu del proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Gestión Ambiental de Envases y Promoción del Reciclaje Inclusivo, ingresado hoy al Parlamento Nacional por la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores junto a organizaciones ambientalistas y cooperativas de separación y tratamiento de residuos.

Foto: Fernando Gens/Télam/CBRI

En paralelo, las recuperadores y los recuperadores urbanos realizaron una de actividad de clasificación de residuos manual frente al Congreso Nacional. El objetivo: poner en evidencia la más absoluta falta de políticas públicas respecto al tratamiento y reciclaje de los residuos en el país. Pues, en múltiples municipios realizan este trabajo sin el reconocimiento ni acompañamiento estatal: No cuentan con infraestructura, ni con maquinaria, ni con elementos de seguridad personal necesarios. 

La falta de educación respecto al reciclado de los residuos está estrechamente relacionada a la cultura consumista imperante en nuestra sociedad. Lo cierto es que la pandemia puso de manifiesto lo inicuo de esta cultura. Al tiempo que dio relevancia (simbólica) al carácter esencial del trabajo que llevan adelante las recicladoras y los recicladores urbanos. Se trata actividad que, ante situación de vulnerabilidad económica y social que atraviesa el país, se encuentra en constante aumento.  Al día de hoy, se calcula que hay mas de 150.000 recuperadoras y recuperadores urbanos en todo el país que se encuentran en la más absoluta informalidad y precariedad laboral. 

Foto: Fernando Gens/Télam/CBRI
 

En este sentido, el proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Gestión Ambiental de Envases y Promoción del Reciclaje Inclusivo (Ley de envases) tiene cinco objetivos primordiales:
1. Reconocer e incluir a los trabajadores y las trabajadoras recicladores en los sistemas de gestión integral de los residuos, garantizando condiciones laborales optimas para el desarrollo de sus tareas
2. Declarar a los sistemas de gestión de envases como un servicios públicos esenciales
3. Promover la responsabilidad del sector privado en la gestión ambiental de envases.
4. Reducir la cantidad de envases que se introducen en el mercado que no sean reutilizables o reciclables.
5. Prevenir y minimizar el efecto que provocan los envases sobre el ambiente.

«Son muchos los lobbies empresarios que operan contra esta iniciativa y es muy importante lo que está en juego: los derechos de las trabajadoras y los trabajadores del mundo del reciclado y la posibilidad de crear desde el Estado políticas activas para que la contaminación de los residuos no llegue al borde del colapso», vaticina el video difundido por Jóvenes por el Clima,  organizaciones que junto a Alianza x el Clima, Eco House Global, Consciente Colectivo y Agenda Ambiental, apoya y acompaña esta iniciativa.

Foto: Fernando Gens/Télam/CBRI

La actividad de separación de residuos se desarrolló en forma paralela en plazas de 16 provincias: Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Tucumán, Santa Fe, Río Negro, Neuquén, Entre Ríos, Formosa, Misiones, entre otras. En este sentido, Matías Capoblanco, de la Cooperativa «Construyendo desde abajo» de La Matanza, señaló: «Estamos mostrando acá el trabajo de clasificación que hacemos nosotros diariamente dentro de las Cooperativas de reciclado».

Por su parte Leonor Larramburu, miembro de FACCyR Nacional,  que lleva 22 años trabajando como recicladora urbana explicó: «las industrias no muestran la realidad de lo que pasa con el producto una vez que sale de la industria. El producto va al comercio y en el comercio se obtiene su ganancia y después el envase es lanzado en la vía pública, lo que implica que los compañeros lo recuperen en la calle y los lleven a los centros de tratamiento o que terminen en rellenos sanitarios, ríos, arroyos, océanos generando una contaminación importante».

Leonor se incorporó a esta actividad luego de la quiebra de la empresa de limpieza donde trabajaba y siendo madre soltera: «decidí salir a la calle porque no tenía otra opción, necesitaba garantizarles la comida a mis hijos», relató y asegura que que: «puede vivir de esto gracias a la inclusión que se produce trabajando en cooperativas».

Según la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores, en el país se producen todos los días 50 mil toneladas de residuos y la mitad termina en basurales a cielo abierto y rellenos sanitarios, y alrededor del 20% de los residuos sólidos urbanos generados son envases post consumo.

Foto: Fernando Gens/Télam/CBRI

«La ley es necesaria no solo para las cooperativas sino para reconocer el trabajo de muchos compañeros que trabajan en basurales a cielo abierto y de los que no están organizados», añade Capoblanco que tiene de 30 años y relata que comenzó trabajando por necesidad en un basural y una quema en 2001, hasta que lo cerraron. A partir de entonces lo hizo con un carro en la calle y luego se incorporó  la cooperativa de reciclado. 

En esa línea, «mi meta -agrega Leonor- es enfocarme en los basurales en cielo abierto porque están trabajando en condiciones pésimas ahí, mi idea es que puedan tener baño, cocina, insumos de seguridad básicos como guantes, borceguíes, camperas, que sea algo digno como para cualquier trabajador».

Sobre la responsabilidad del productor de los envases, el proyecto señala la implementación de una tasa ambiental para las empresas que coloquen envases en el mercado, «premiando a los que se hagan con materiales reciclables y sean fáciles de reciclar».

A su vez, la iniciativa plantea el cobro de una tasa ambiental que no podrá impactar sobre el precio final del producto en más de un 3%. Con lo recaudado, se busca implementar Sistemas de Reciclado con Inclusión Social, que permitan recuperar los envases para que vuelvan a la industria y dignifiquen el trabajo de los cartoneros y las cartoneras de todo el país.

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