Proyecto Relieve

Un mundo sin abejas es un mundo sin miel

por Maia Kiszkiewicz

Palan palan, enamorada del muro, ampelopsis, quinoa silvestre, parthenocissus tricuspidata, ortiga. Estas especies, algunas nativas y otras no, crecen de forma espontánea cubriendo los vestigios de lo que alguna vez fueron casas y ahora son espacios en los que no ingresa la gente. Vigas y escombros resultan sostén para la vida, y las estructuras de antiguas ventanas generan cuadros inmensos de naturaleza verde, ocre, marrón. Ahí buscan cobijo y alimento mariposas, abejas, colibríes y anidan palomas, zorzales, torcazas y gorriones.
No es un lugar, son muchos. Y los hay en cada barrio.

Camino desde mi casa, en Caballito, hasta Francisco Acuña de Figueroa 981, Almagro, donde me encontraré con Mariela Paz Izurieta, impulsora de un proyecto (@relieve________/) que busca generar una microreserva en un lugar al que hace más de veinte años no entran personas. Paso por Av. Honorio Pueyrredón y Franklin. Lo que antes era un local de depilación con una vivienda arriba, ahora es un espacio tapiado, inaccesible, fértil, con dos carteles de empresas de propiedades. Uno dice: Buscamos terrenos. Otro sugiere: Pida tasación. Sigo. Dos cuadras antes de llegar, en Acuña de Figueroa 776, un cartel de obra con permiso otorgado por el Gobierno de la Ciudad esconde un paisaje verde decorado con flores amarillas. Todas estas propiedades son privadas. Al igual que la que se encuentra en el 982 de la misma calle: fachada antigua, tapada, protegida con una cadena, sellada con candado, cubierta por un camino verde de hojas que fluye desde lo alto de la pared como un río de clorofila que se agita por la suave y calurosa brisa del verano agobiante. Del otro lado del muro, la temperatura difiere, desciende.

Escuchar el movimiento de las plantas que se agitan es un esfuerzo de abstracción entre motores de aire acondicionado, autos y motos que cruzan el asfalto. En el frente hay un cartel: TERRENO APTO PARA CONSTRUIR 6 PISOS – IDEAL CONSULTORIOS MÉDICOS – APTO PARA OFICINAS PROF. Y DEPARTAMENTOS DE 1 Y 2 AMB. Mariela afirma que es falso.

Los carteles engañosos son una de las tantas estrategias del negocio inmobiliario. Otra es decir que tienen listos trámites que aún no realizan. Un tercer modo de beneficiarse es anunciar propiedades en buen estado como terrenos aptos para construcción. La antropóloga, Cristina Sottile, quien en septiembre dictó, junto a Alejandra Pérez, un taller llamado Ciudades como mercancías, cuenta que las inmobiliarias marcan el terreno aunque aún no quieran efectuar la venta. No tienen apuro. A veces, incluso, ponen teléfonos falsos. Pueden esperar diez o quince años. Y posiblemente intenten comprar las propiedades aledañas para ofrecer la posibilidad de realizar una construcción más alta.

Proyecto Relieve
En la manzana de numeración impar que sigue a Acuña de Figueroa al 901, vecinos y vecinas se quejaban por la presencia contínua de ratas. Sabían que los roedores provenían del 981, por eso hacían el pedido directo de desratización llamando al 147.
Nadie se hacía cargo del terreno.

Mariela, que vive al lado desde hace más de diez años, siempre supo que los mamíferos de cola larga no son los únicos que habitan el lugar. Desde el balcón de su casa ve un jardín frondoso que cubre la totalidad del espacio y rebalsa el muro que lo separa del cemento, la vereda, la calle. El mismo que Mariela, curiosa, traspasó. Entre los nervios por la acción que podría haber sido denunciada y la satisfacción por concretar un deseo que se había gestado hacía varios años, se quedó poco tiempo. El suficiente para sentir la baja de temperatura y la sensación envolvente de estar en un sitio con las cuatro paredes cubiertas de vida.

Mariela ya lo había hecho antes pero enfrente, donde encontró algo similar a una pradera florecida. Desde ahí había compartido algunas imágenes en historias de Instagram (@relieve________/). “La mayoría de las personas me respondió pidiendo ir y ver el lugar pero decidí, en un principio, no compartir la dirección. Porque la huella que dejamos es innegable, aunque tengamos la mejor de las intenciones. Así que le pedí los mails a la gente interesada y nos organizamos”, dice Mariela.

Un tiempo después, la grupalidad gestada se consolidó como Proyecto Relieve, un colectivo multidisciplinario que busca ser partícipe y convoca a la ciudadanía para, en conjunto, reflexionar: ¿Tiene que ser siempre una constructora la que piensa los espacios o podemos hacerlo de una forma más civil?, ¿cómo accionamos cuándo queremos preservar y proteger sin dañar?

Al investigar el predio ubicado al 981, desde Relieve encontraron que pertenece al Gobierno de la Nación. “Al ser de dominio público, nosotres, como ciudadanes, tenemos derecho a pedir un uso temporario y/o a largo plazo. Así que lo hicimos y estamos a la espera de que nos respondan con el informe para ver si hay algún interés de uso por su parte, y si nos aceptan el Permiso de Uso Precario y Temporario por noventa días que solicitamos a la Agencia de Administración de Bienes del Estado. El trámite nos costó doce mil pesos y es lo que nos permitiría ingresar y estudiar las características, especies y relieve. En base a eso sabremos qué hacer. Por ejemplo, hay restos de una casa y queremos ver si lo mejor sería mantenerlo o quitarlo”, plantea Mariela, parada en la vereda mientras piensa en cómo compartir su experiencia más allá de las palabras. Le gustaría, en 2023, que haya muestras, intervenciones artísticas y ponencias en centros culturales.

¿Cómo se disfruta lo inasible?
La salvia de hojas violetas del cantero revela una inquietud escrita en un papel: ¿por qué los espacios verdes son tan pocos y nos quedan tan lejos? Plaza Almagro es el único parque del barrio. Pero la idea de hacer una segunda plaza se descartó, ante la necesidad de controlar la interacción humana de modo de convivir con amabilidad con aquél sitio que se generó sin intervención. “Pero si justamente lo que sufrimos es la falta de espacios verdes públicos y de oxígeno, ante un terreno que presenta todas estas características sería una pena venir con una topadora y sacar lo que hay. Queremos acompañar lo que está de una manera en la que podamos también apreciarlo y potenciarlo”, dice Mariela.
La reserva urbana El renacer de la laguna resulta un faro al momento de pensar Proyecto Relieve. El emplazamiento, ubicado en Agronomía, comenzó como una aspiración a Jardín Japonés con laguna artificial y peces koi. Pero quedó a medio construir. Entonces, desde la Facultad de Ciencias Veterinarias armaron una reserva natural: introdujeron especies nativas, dejaron y controlaron a las espontáneas que habían surgido y generaron un recorrido con visitas guiadas. “Eso trajo, también, flora y fauna. Volvieron especies de murciélagos que ya no se veían y son fundamentales para el ecosistema. Ahora es un lugar protegido”, cuenta Mariela y destaca que por la diferencia en el tamaño disponible, lo que se plantea en Almagro es una microrreserva.

La distinción entre plantas nativas y exóticas resulta elemental al momento de trabajar con naturaleza. Porque cuando una planta prospera en un ambiente que le es ajeno puede convertirse en invasora, lo cual perjudicaría el equilibrio del ecosistema por competir con las especies locales, alterar la dieta de animales o introducir enfermedades.

El crecimiento urbano y la flora exótica son, en definitiva, las dos mayores causas de disminución del hábitat para las especies autóctonas, que incluso pueden extinguirse. En su totalidad o a nivel local. “Y la modificación de un área impacta en las demás porque no hay componentes aislados sino ecosistemas. En definitiva, se trata de que no proliferen las especies exóticas”, afirma el naturalista e investigador independiente Román Montero. Por eso, también, desde Relieve saben que es importante darle lugar a las especies nativas.

El plan a corto plazo es estudiar el sector desde distintas disciplinas. Determinar con exactitud qué tipo de plantas hay, cómo es el ecosistema. Y, a largo, lograr que el Código Urbanístico incluya el aún inexistente modelo de microreserva para hacer visitas guiadas, que profesionales de distintas áreas trabajen para preservar, acompañar y aprovechar lo que se generó. Que haya un disfrute sin invasión, cuidar el vínculo con el entorno, tener una conciencia activa del lugar habitado. Apreciar sin devorar ni pisar fuerte. Contemplación, refrenamiento. Aprendizaje de lo que armaron otros que no son humanos: pájaros, mariposas, hormigas, abejas, el viento, el tiempo. Disfrutar lo inasible. Irnos con las manos vacías, el cuerpo lleno. La experiencia. Enfrentarnos, como sociedad, al dilema: ¿Cómo se goza aquel producto o utilidad inapropiable por volátil, efímero, prohibido o intocable por una conciencia real del cuidado?

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