«El ‘boludeo’ es la única manera que tengo de llegar a lo profundo»

por Pedro Fernández Mouján

La actriz Laura Paredes, integrante del explosivo cuarteto femenino teatral Piel de Lava y protagonista también de la maravillosa «Las cautivas», escribió y está dirigiendo «Lorca, el teatro bajo la arena», una obra surgida en el ciclo Invocaciones y que logra amasar el universo del poeta granadino con gracia, sin solemnidad y con inteligencia.

El planteo de la puesta es riguroso, simple y extraño: sobre la arena de una plaza de toros, «en un futuro distópico donde las corridas están prohibidas en España», cuenta Paredes, se desarrolla una suerte de duelo académico entre dos conferencistas argentinas, con una historia de rivalidades y traiciones, auxiliadas a su vez por dos monosabios andaluces (el personal de maestranza de las plazas que quedó vacante pero conserva la tradición y recita a Lorca como nueva función) y el asistente de una de las académicas.

Este es el marco que le sirve a Paredes, que escribió la obra junto a su pareja Mariano Llinás, para ingresar al mundo lorquiano de una manera muy atractiva, a veces rosando el absurdo absoluto, pero que también sirve para abordar una de las plumas más consagradas y sacralizadas del teatro en esta parte del mundo, cuyo pasaje a la escena suele presentar más de un problema.

«El hecho de que la obra surgió a partir de una invitación a formar parte del ciclo Invocaciones me sirvió para pensar esta suerte de conferencia sobre el autor», cuenta Paredes en una primera aproximación al material que tuvo estreno en El Cultural San Martín en 2022 y que se puede ver los jueves a las 21 en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034).

«En el proceso de investigación sobre Lorca, en el que estuve auxiliada por Maximiliano de la Puente, -agrega Paredes- descubrí la obra ‘El público’, que no conocía y a partir de ahí sentí que había algo para invocar a Lorca. ‘El público’ es una obra rarísima, irrepresentable como dijo Lorca y me pareció divertido que en esta esgrima entre las dos profesoras una de ellas la trajera a colación».

 ¿Por qué Lorca?

Porque me gusta mucho y me sucede que disfruto mucho al leerlo pero a la vez que es bastante difícil el diálogo con la escena actual. Siempre estuvo presente la idea de poner en escena la dificultad de entrar en ese universo y que funcione; es como que al mismo tiempo hay una necesidad de hacer a Lorca y un problema al hacerlo y me pareció interesante meterme en ese brete.

¿Cómo funciona la idea de la conferencia?

Me gustaba la idea de invocarlo en términos más formales pero también tener la excusa de poder poner a dos personajes contándonos cosas sobre el autor que yo había tenido que investigar para la obra y poder compartirlas con el público, cosas como la homosexualidad, por ejemplo, que es algo que aparece en ‘El público’ y que Lorca nunca había tratado en escena. No es casual que esta obra estuviera sepultada porque no es el Lorca que el pueblo esperaba, ni desde el punto de vista de la tragedia, porque es una obra surrealista y extrañísima, y también porque hay dos hombres que se enamoran que no es algo muy de la temática de Lorca.

En relación con la homosexualidad de Lorca aparece algo vinculado a su asesinato.

Sí, hay algo en relación con el fusilamiento de Lorca, que por un lado es aleccionador en el sentido de «si le pasó esto al poeta más importante de España qué le puede pasar a un obrero», pero también tener claro que el fusilamiento de Lorca es un asesinato homofóbico. Los registros señalan que el que aprieta el gatillo dice «le di también un tiro en el culo por maricón», fue también un crimen de odio homofóbico. Me pareció bueno que ese universo, tapado por su familia, tapado por sus amigos, una negación absoluta, algo que él evidentemente ocultaba y que todo el mundo prefería que él ocultase, estuviera presente.

A lo que no renuncia «Lorca, el teatro bajo la arena» es al humor.

Yo siento que escribo comedias e invocar a Lorca tenía que ver también con ser fiel a mí misma y busqué invocarlo desde el humor. Nos cuesta pensar en Lorca como algo que se puede acercar al humor, pero en un punto está por ahí porque hay algo del desborde de la intensidad que, dependiendo de cómo lo llevas a escena, puede ser gracioso. Es cierto que casi no nos lo permitimos, que hay cierta veneración a Lorca que nos impide ser irreverentes y pensar «qué pasa si al lenguaje de Lorca lo saturamos un poco».

La irreverencia, la posibilidad de jugar, el humor, es un rasgo casi generacional de mucha gente que hace teatro hoy en Buenos Aires.

Sí, con Piel de Lava es como el termómetro, no desde el punto de vista frívolo pero sí que si no nos estamos divirtiendo con algo de lo que estamos investigando es como que vuela, no le sabemos entrar de otra manera.

Hay una anécdota ilustrativa que tiene que ver con el estudio de Augusto Fernández donde se formaron miles de actores argentinos, ahí al día de la improvisación se le decía el día del boludeo y yo siento que el boludeo es la única manera que tengo de llegar a lo profundo, como que hay algo de recuperar la idea del boludeo y ponerla más en pie de igualdad con otras formas de construir poesía, en mi caso los hallazgos aparecen por ahí, también; claro, sabemos que hay que hacer muchas cosas en paralelo: el boludeo, la investigación, textos que nos ayudan a ir entendiendo el material, etcétera.

Contanos sobre la plaza de toros donde todo esto se desarrolla.

Se me empezó a ocurrir una imagen como generadora de la obra que era una plaza de toros y una mesa de conferencia arriba, empecé a inventar a partir de esa imagen. Lorca era muy fanático de los toros y en cuanto a mí, presencié una corrida de toros y no me pasó desapercibida, fue una experiencia muy intensa que me hizo pensar mucho en el teatro y sobre el peligro del teatro.

Hay un momento de la corrida en que el torero se acerca al toro y después si no se acerca tanto la gente lo chifla, como que ya se instaló una tensión de peligro que cuando es menor el público la reprueba; la corrida es como un gran aprendizaje de la tensión y un espectáculo de la muerte. Antes que el torero el que sale es el toro y ahí el toro es el mejor actor del mundo, se para en la mitad de la arena y tiene una parada tremenda donde toda la plaza hace silencio; y también la otra cuestión que hablábamos del peligro y la distancia y cuánto se anima el torero, en la actuación estás todo el tiempo reproduciendo esa metáfora, como que cuando llegaste a un determinado punto en una obra de teatro no podés ir a menos, hay algo de lo que sucede entre el toro y el torero que tiene mucho de las reglas de la escena.

Con dramaturgia de Mariano Llinás y Laura Paredes; actuaciones de Manuel Attwell, Claudia Cantero, Agustín Gagliardi, Nicolás Levín y María Inés Sancerni; vestuario de Julieta Harca; escenografía de Rodrigo González Garillo; iluminación de Matías Sendón; asistencia de dirección de Olivia Daiez, y Sofía Palomino; producción ejecutiva de Mariana Mitre y dirección de Laura Paredes, «Lorca, el teatro bajo la arena» va los jueves a las 21 en El portón de Sánchez.

Foto/ Fuente: Télam

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