“Si el fin de la música es el éxito, no es música sino producto”

por Maia Kiszkiewicz

Carina Fraszczak es artista, compositora y gestora de los Premios Mercedes Sosa, un evento que galardona la labor musical a la vez que resulta en una excusa para generar el encuentro entre colegas. “El foco es que nos juntemos y hagamos música. Que pensemos en la calidad y no en la cantidad de escuchas”, dice la organizadora de la celebración que este año tuvo como ganador del premio de oro a Lucas Aráoz.

El impulso iniciático para la creación de los Premios Mercedes Sosa fue personal. Carina Fraszczak, artista y compositora, vivió una depresión post traumática que fortaleció su certeza de que la música es una herramienta de transformación. A eso se le sumó la impotencia ante la lucha poco escuchada por una ley de música para Tucumán. “Sentía una bronca que tenía que transformar de alguna manera”, explica la artista. Y lo hizo: imaginó los premios y, cuando estaba consolidando la puesta en marcha del proyecto, surgió el nombre de Mercedes Sosa porque desde el movimiento feminista se planteó que la mayoría de los premios tienen nombres de hombres. “Entonces hablé con el sobrino de Mercedes, Adríán Sosa, que me contactó con su primo, Fabián Matus, que me dijo que estaba muy honrado, lo pensó mucho, me pidió todos los detalles y, después de más de un mes, accedió a que use el nombre”, recuerda Fraszczak.

La primera edición iba a ser el 23 de enero de 2019. Pero Fabián Matus, que padecía una enfermedad terminal, pidió cambiarlo para marzo con el deseo de sentirse en condiciones de asistir. Y no pudo. Ese mes falleció. Así que el evento fue, finalmente, el 25 de mayo y contó con la presencia de Araceli Matus, hija de Fabián y nieta de Mercedes Sosa.

En esa primera edición los Premios fueron sólo para artistas de Tucumán. Al año siguiente Carina decidió ampliar las posibilidades de participación, que sean a nivel regional. Y en esta cuarta entrega, que tuvo lugar el siete de julio en el Teatro Rosita Avila, de Tucumán, el alcance de las nominaciones fue nacional para todas las categorías excepto el rock, que continuó siendo una terna exclusiva para Tucumán, porque en ella se compitió por un espacio en el Cosquín Rock.

Carina define que sus motores son tanto la pasión como la necesidad: “Como compositora y música me sentí realizada cuando me dieron un premio. Me interesa que otras personas sientan algo similar. Gente que no me conocía vio mis trabajos y los valoró. Es maravilloso”.

¿Por qué es importante pensar los premios de manera no competitiva?

Sabemos que la música no se puede calificar como mejor o peor, así que pensamos sólo en visibilizar los trabajos que están más maduros. La idea es usar la herramienta de la competencia para generar un espacio de difusión de la industria independiente nacional.

La prensa es vital para la sinergia del músico. Por eso el año que viene voy a sumar la terna de medios digitales. La mayoría de los artistas independientes necesitan que los medios compartan el trabajo que realizan. Sin prensa el músico tiene menos visibilización. Y cuando hay una nominación o un premio las notas suceden enseguida. Por eso el premio está concebido desde un lugar humilde y sin vanidad para quienes necesitan difundir su arte.

¿Cuáles son las condiciones para participar de los Premios Mercedes Sosa? Sobre todo pienso en la particularidad de que el evento está dirigido a quienes hacen música de manera independiente que, en especial por los costos, suele manejar tiempos más lentos y, por ende, llegar a una nominación puede ser directamente imposible o tardar décadas.

Grabar lleva un montón de tiempo y plata. Un distintivo de los Premios Mercedes Sosa es que podés tener un solo tema y participar como mejor canción. Y si tenés cuatro son un álbum. Esto está pensado específicamente para quienes trabajan de forma autogestiva.

Me pasa con los premios. Sé que nos autogestionamos como podemos. Yo, por ejemplo, trabajo en otro país y en otro lugar para generar los recursos que necesito para mi proyecto. Lo importante es tener claro el objetivo, saber a dónde queremos llegar y trabajar por eso.

Y ganar un premio o recibir una nominación puede resultar un impulso a que esa creación siga.

Una artista me contó que estuvo a punto de quitarse la vida. Pero ganó el premio y fue tan importante que le dieron ganas de seguir. Cada persona le da al premio la importancia que necesita. Pero lo que pasa casi siempre es que no somos escuchados y necesitamos un reconocimiento que nos diga que algo de todo lo que hacemos está bien.

Sobre todo le sucede a la gente que no conoce a nadie del ambiente de la música. De pronto se da cuenta de que su trabajo es recibido. Es valioso. Y creo que los músicos, cuando me agradecen por los premios, me usan de espejo. Se acercan a mí para agradecerles por continuar en este camino difícil.

Además de la visibilización se genera una comunidad.

Los premios tienen tres objetivos: visibilización, autorrealización y relación. Buscamos que se genere esa comunidad post premios, que un músico de Tucumán invite a uno de Mar del Plata a su recital o a ir a su casa el fin de semana para componer.

Más allá del nombre de los premios, en esa idea de colaboraciones hay algo del modo en que Mercedes Sosa se movía entre colegas.

Ella era una gran amante de los músicos. Y era muy generosa. Si tenía un recital invitaba a otros. Fue una guía. Una pionera. Cuando estaba a punto de volver la democracia dijo que ya se podía venir a Argentina. Fue parte de la apertura. Después Charly García y León Gieco, en 1983, salieron con ese formato de ir varios artistas a una provincia o a un recital.

Uno de los motores iniciales de los premios fue la Ley de la Música para la provincia de Tucumán, que en 2019 fue aprobada pero no llegó a estar vigente. ¿En qué consistía esa ley?

Fue aprobada por el poder Legislativo pero no por el Ejecutivo. Creemos que fue porque uno y otro eran de diferentes partidos políticos. Era una propuesta muy parecida a la del Instituto Nacional de la Música, pero para la provincia. La idea era sacar fondos de un teatro, que se llama justo Mercedes Sosa, para incentivar el trabajo provincial. Ese teatro no depende de Cultura sino de la Secretaría de Gobierno de Tucumán y toda la plata que se recauda va directamente a ese organismo. Lo que pretendíamos quienes hacemos música era sacar un porcentaje para la autonomía de trabajos independientes. Creemos que por eso no se aprobó.

¿Por qué es importante que exista una norma que legisle a nivel provincial?

Porque hay que pensar en los recursos. Tanto de la parte privada como de quienes organizan y administran los recursos estatales. ¿Quiénes van a proporcionar los condimentos económicos necesarios para que la cultura siga creciendo? La cultura es vital para un país. Nuestro arte está muy desvalorizado. El hecho de que no haya mecenazgos empeora la situación.

Los Premios Mercedes Sosa son un proyecto autogestivo e independiente. Este año no tuve sponsors. Excepto mi ex marido, que sigue siendo familia y siempre colabora. Pero en Tucumán la parte privada está en bancarrota. Entonces, aunque no soy de la idea de que haya que pedirle ayuda a los entes gubernamentales porque sé que están colapsados, salí a buscar ese apoyo económico. Me respondieron, por un lado, que las elecciones los dejaron sin plata. Y por el otro que como yo no tenía partidismo no me podían ayudar.

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