SILENCIO: Espacio público…bajo control policial

Un análisis de las modificaciones al Código Contravencional que se discuten en la Legislatura porteña

por Mariela Acevedo*

¿Va a estar buena Buenos Aires?

Desde el martes 3 de junio distintas agrupaciones de artistas realizan manifestaciones frente a la Legislatura contra las reformas en el Código Contravencional (CC) que rige en la Ciudad de Buenos Aires desde 2004. El proyecto presentado por el Ejecutivo porteño pretende modificar la norma vigente y despertó la preocupación especialmente de quienes tocan instrumentos en las calles, ya que agrava el artículo de “ruidos molestos” de instancia privada incorporando la posibilidad de la actuación policial sin mediar denuncia en el caso de que se efectúe en la vía pública. Actualmente, el artículo 82 del CC penaliza a quien perturbe la tranquilidad pública con ruidos que “excedan la tolerancia normal”, pero el proyecto en estudio contempla un endurecimiento en las penas cuando el acto se realiza en la calle con pago de multas de hasta dos mil pesos y de hasta diez mil si se sanciona a una agrupación, con posibilidad de cinco a diez días de arresto o su equivalente en trabajo de utilidad pública.

Sin dudas es preocupante que se perciba el arte en la vía pública como “ruidos molestos” y es para celebrar que artistas de distintas disciplinas visibilicen la propuesta persecutoria, ya que no es la única que se pretende en el Código Contravencional. Es necesario señalar que desde hace años existen pedidos de modificaciones de distintos artículos que otorgan poder a la policía para demorar y hostigar en el espacio público a vendedoras/es ambulantes, personas en situación de prostitución, artistas y cualquier persona que haga de la calle su propio hueco habitable. Entre los antecedentes de proyectos que pretenden modificar el código vigente podemos señalar el que en octubre del año pasado presentó el legislador mandato cumplido Pablo Ferreyra (FpV) para derogar el artículo 81 que persigue la oferta de prostitución en la vía pública. El proyecto citaba como antecedentes varias propuestas previas de distintos espacios políticos que reclamaban en el mismo sentido señalando la norma de la Ciudad como incompatible con la norma Constitucional. No tuvo tratamiento y la idea reformar el CC vendría en cambio por el lado represivo.

En el verano de 2017 les tocó a los manteros de Once y hace pocos meses a la comunidad senegalesa de Flores, también la policía se metió con un pibe que vendía sanguches en la calle y con una joven que hacía lo suyo con paltas en el subte: secuestro de mercadería, patrulleros y la convicción de que se lucha contra las “mafias”. Se reprimieron protestas de trabajadorxs y reivindicaciones lesbofeministas que incluyeron un beso que llegó a juicio. Las travestis y trans realizaron la tercera marcha contra los travesticidios/transfemicidios y señalaron allí la violencia institucional que viven diariamente sobre sus cuerpos. En este escenario el paisaje urbano debe ser amarillo chillón, rubio, blanco y con sonrisa perfecta, y lo que se escape de eso parece constituir una falta que debe ser enfrentada con el peso de las botas de la estrenada Policía de la Ciudad. Según datos de la CORREPI, esta nueva institución reciclada de la Policía Metropolitana y el traspaso de la Federal a la CABA tiene el sangriento récord de veinticuatro muertes por gatillo fácil en su primer año en las calles: dos por mes, un salto exponencial de los veinte fusilamientos registrados en ocho años que se le adjudican a su antecesora, la Policía Metropolitana.

Mirando toda la película se puede entender la foto: la actual modificación obedece a la intención de legisladores oficialistas de darle más margen de actuación a las fuerzas policiales. La propuesta incluye artículos que endurecen las sanciones a limpiavidrios y cuidacoches en tanto “hostigadores”. Se penaliza a quien pega carteles, afiches o publicidad con agravantes que llegan a treinta días de arresto cuando se trate de oferta sexual. Y aquí una cuestión importante: las sanciones se escudan en una supuesta “perspectiva de género” para castigar de forma más severa a quienes se aprovechen de su lugar de poder. Es decir, lo que -en teoría- motiva esta modificación punitivista es proteger a las “pobres mujeres” de las garras de mafias de subocupados que las hostigan ofreciendo servicios no regulados.

Códigos Contravencionales y la regulación de la convivencia urbana

Existen normas en todas las provincias que regulan las relaciones que mantenemos con nuestros más próximos. Se llaman códigos de convivencia o de faltas y establecen regulaciones y sanciones mínimas de lo que no constituye delito. Para los delitos existe el código penal. Las normas de convivencia implican pensar los lazos que unen a la ciudadanía y establecer formas de resolver conflictos menores en instancias de diálogo y negociación. Muchas de estas normas son cuestionadas por organizaciones de la sociedad civil porque pueden ser utilizadas por la fuerza pública para hacer caja. En la provincia de Buenos Aires, se acaba de aprobar la ley que deroga el artículo 68 del Código de Faltas que penalizaba la oferta de prostitución en la vía pública. El proyecto fue presentado por la diputada mandato cumplido Karina Nazabal (FpV) a partir de la demanda de la Asociación de Mujeres por los Derechos Humanos (AMADH), organizaciones feministas nucleadas en el Frente Abolicionista Nacional (FAN) y otras agrupaciones de Derechos Humanos. Lo que reafirma esta transformación -a diferencia de la que se piensa llevar adelante en CABA- es que no se puede perseguir lo que no es delito. La prostitución no es delito y perseguir a quienes la ejercen decanta en el cobro de coimas por parte de la policía. De la misma forma, la venta ambulante, el arte callejero o cualquier otra actividad de la economía informal que no constituya un delito no puede ser perseguida porque de esa forma se atenta contra las libertades ciudadanas de las y los porteños.

Es preciso articular una demanda a nivel nacional para que las distintas normativas que estipulan las normas para la convivencia urbana y sancionan el uso del espacio público sean revisadas para adecuarse a los estándares de derechos humanos ya que -como el citado artículo 68 del Código de Faltas bonaerense de 1973- en muchos casos obedecen a épocas previas a los procesos de democratización y ampliación de derechos que, se inician con la recuperación democrática en 1983.

En la Ciudad de la furia

Sin la intención de ser alarmista, es necesario que esto que está pasando con el código contravencional nos despierte del letargo. Que persigan al arte callejero es grave, pero si llegaran a moderar o desestimar ese artículo no debemos creer que ganamos una batalla. La estrategia es avanzar desmedidamente para luego retroceder, disculparse…y distraer. La letra chica del proyecto no es el artículo sobre “ruidos molestos”, ni siquiera la persecución del limpiavidrios, trapitos, pegatineros y otros supuestos hostigadores de mujeres. El crecimiento de las fuerzas policiales en la Ciudad es un proyecto que ya está en marcha: se ha anunciado la creación de dieciocho comisarías comunales y más de una veintena de comisarías vecinales. La cantidad de agentes policiales por habitante triplica las cifras recomendadas por organismos internacionales. De más está decir que más policía no implica mayor seguridad. La modificación del código contravencional de la Ciudad tiene modificaciones inquietantes: además de aumentar las multas y los días de arresto, modifica el código de procedimientos eliminando la figura de “advertencia”. El código vigente (art. 19) señala: “La autoridad preventora ejerce la coacción directa para hacer cesar la conducta de flagrante contravención cuando, pese a la advertencia, se persiste en ella”. La reforma propone modificar el artículo con una redacción que elimina la frase entre dos comas que destacamos en negritas. ¿Por qué? También introduce la denuncia anónima. Ambas cuestiones dan libertad de acción a la policía para detenciones arbitrarias. Reitero el dato: una Policía que efectuó 24 muertes por gatillo fácil en un año. Mayor punitivismo, sumado a la orden o libertad de reprimir y a una policía que asesina con más poder en las calles. Preguntate entonces, ¿va a estar buena Buenos Aires?

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*Mariela Acevedo es comunicadora feminista y docente. Editora de Revista Clítoris e investigadora en el campo de la comunicación, los géneros y las sexualidades.
Fotografía de portada: Rocío Bao 18/12/2017

 

 

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