Supermercados: Mundos Paralelos Para Lelos

Esta nota fue enviada a Argenpress por el Sr. Carlos Pastori, miembro de la resistencia al avance supermercadista. Tal vez Pastori se sienta como aquel torturado personaje de una serie televisiva que anunciaba una invasión extraterrestre y nadie le creía. Porque, bien mirada, la relación entre el supermercado y sus clientes tampoco es humana. Lo humano desaparece tras la ganancia, sólo hay mecanismos de manipulación y extracción. Esto muestra la nota, que puede leerse como una guía de supervivencia para clientes, en estos tiempos inclementes de carestía y consumismo.

La primera vez que se abrieron esos dos portoncitos sin que yo los tocara no entendí bien cómo lo hacían, así que intenté volver a pasar pero ya no pude. Entonces me di cuenta de que estaba encerrada. Me dejarían salir sólo si pasaba por las cajas. Tenía que hacer un recorrido. Y a pesar de llevar «la listita», siempre terminaba comprando algo que no precisaba. ¿Cómo lo hacían?

Todo está fríamente calculado: estudio de mercado (marketing), comunicaciones, las RRPP o Relaciones Públicas, que le dicen…

-¿No tendrán un carro más chico? ¡Este es enorme!

-Es para que tengas la sensación de que te falta comprar más, García. El mensaje es: ‘Le cabe algo más, compre tranquilo’. Pero vos no te enloquezcas, viejo. No hay obligación de llenarlo. ¡El otro día fuiste a comprar pan y apareciste con un casco de moto!

-Porque buscando la panadería me encontré con ese casco que estaba regalado…

-García, nosotros no tenemos moto. Y la panadería te la pusieron en el fondo, para que al buscarla te cruzaras con el casco. ¿Viste que, desde la entrada hasta las cajas, se circula en el sentido de las agujas del reloj? ¿Te habías dado cuenta de que en todos los súper te fijan un recorrido?

-¡Tenés razón! ¿Y por qué?

-Porque es parte de la estrategia. Fijate, recién entramos y ya nos pusieron los electrodomésticos. ¿Sabés por qué los ponen al principio? Porque ahora, todavía caben en el carro. Y calculan que el carro lo estás llevando por la derecha del pasillo, ¿ves?, ahí está el microondas y el equipo de audio… fijate si miento.

-¡Qué hijos de puta! ¿Y cómo sabían que yo lo iba a llevar por este lado?

-Porque lo manejás como si fuera un auto y vas por tu mano. Lo que te quieren vender lo ubicaron a la derecha.

-¡No me van a joder! Vamos… Me voy derecho sin comprar nada.

-Previsible, García. Eso también lo saben. Saben que el primer pasillo se hace rápido para llegar a la panadería o a la carnicería. Estate atento porque a partir de este momento vas a recibir 300 estímulos por minuto. La tienen clara, García, por eso no podés venir solo.

-Entonces vamos más rápido.

-No va a ser tan fácil. Ellos calcularon que vamos a estar 55 minutos. Ahora van a tratar de mantenernos más tiempo.

-¿Nos van a atar?

-Más o menos. Escuchá la música. ¿Viste qué suavecita, qué tranquila, qué lenta? Es para que compres a ese ritmo, para que te tomes el tiempo y pongas muuuuchas cosas en el carrito. ¡Ojo, se te termina el pasillo! Ahora vas a girar y encontrar a Mimi.

-¿Mimi Pons?

-¡Nooo! Mimi quiere decir ‘Magnética-Impulsiva-Magnética-Impulsiva’. Son zonas: una Magnética con carne, fruta o pan, y una Impulsiva con chocolate, libros o juguetes. Te meten una y una. ¡Mirá!…enfrente del papel higiénico pusieron los juguetes, enfrente de los útiles escolares, las golosinas.

-Me hiciste acordar. Voy a comprar unos silvapenes.

-Marcadores de fibra, García, se llaman marcadores de fibra. Los silba-penes son otra cosa.

-Perdoname vieja, no te escuché. Me distraje porque este carro está roto, las ruedas se trancan, se me va un poquito hacia la izquierda. Voy a cambiarlo.

-No te gastes, viejo. Todos los carros se van un poquito para ese lado, por eso lo tenés que llevar con la izquierda. La idea es que te quede libre la derecha y que la uses para cargar. ¡Dejá esa tenaza que no la necesitamos!

-Pero está regalada… Fijate, 73 pesos, antes 150.

-El que está regalado sos vos, tarado. Siempre costó 73. ¡El cartelito lo pusieron para vos!

-No encuentro el azúcar.

-Porque los productos de primera necesidad los cambian de lugar todas las semanas. Te van a hacer caminar y mirar, para que uses esa mano derecha que te dejaron libre. Seguro que el azúcar no está en la zona fría.

-¿En la cámara frigorífica?

-Zona fría se le dice a los lugares del súper donde te tienen que convencer para que compres. En la zona caliente comprás solito, siempre está lleno de gente.

-Los voy a joder, me voy a llevar esta oferta. Te dan tres kilos de azafrán y pagás dos.

-¿Sos idiota, García? ¿Qué hacemos con tres kilos de azafrán?

-Entonces voy a enloquecerlos. En vez de ir hasta el final del segundo pasillo, voy a volver cuando llegue a la mitad.

-Ya lo saben.

-¡¿Cóóómo que ya lo saben?!

-Lo que pasa es que antes la gente empezaba por el primero y terminaba por el último, como cosiendo el supermercado. Pero ahora, como son inmensos, ellos saben que cuando llegues ahí, donde está el aceite, vas a dar vuelta. ¿Viste? ¡Girasteeee! Vas a hacer una excursión hasta el medio, vas a volver. Y cuando llegues al final de la góndola te estará esperando una promotora para ofrecerte algo que no precisás.

-Ya que sabés tanto, ¿tenés idea de por qué diablos ponen los huevos en el piso? ¿Es para vender antirreumáticos después?

-Pensá, mi amor, fijate. ¿Cuántos niveles tiene la estantería?

-Cinco…pero por qué ponen los huevos allá abajo.

-Porque los precisás, mi amor. Y como los precisás, no tienen necesidad de vendértelos. Abajo ponen lo que precisás sí o sí, y tenés que buscarlo donde esté. A nivel de las manos ponen lo que deja buen margen, y a nivel de los ojos las compras por impulsos.

-Te entiendo…, los huevos por el piso. Pero mirá… en algunas cosas le erraron. Ahí se paró esa vieja a mirar los jabones y esa flaca a probarse perfumes, de frente viene un pelado, y yo no puedo pasar porque cuatro carros a la vez no pasan. Acá se te quemaron los papeles.

-Esa es la idea, García. Fijate: estás agarrando la pasta de dientes mientras esperás que pase el señor.

-¿Me vas a decir que me mandaron a la vieja, la flaca y el pelado para que yo compre la pasta de dientes?

-Más o menos. De cualquier manera, nosotros no precisamos pasta de dientes y menos esa que trae un cepillo de regalo, porque en el vasito tenemos más de quince cepillos.

-¿Cuánto tiempo hace que estamos acá?

-Si no trajiste reloj no hay cómo saberlo. Como verás no hay un solo reloj en las paredes. Es más, por más que busques no vas a encontrar ventanas, y las puertas de vidrio las taparon con publicidad. La idea es que ya no pertenecés al mundo con problemas. Acá no existe inseguridad, ni pobreza, ni cortes de puentes, ni dengues, ni gripe. Acá no hay arrebatos ni asesinatos. Este lugar es ideal para quedarse a vivir. Es necesario que pierdas la noción del tiempo y compres más y más. ¡Afuera no existe! En invierno hay calefacción, en verano aire acondicionado. Disfrutás y comprás. Estás en otro mundo, en un mundo paralelo.

-Para lelos será. Un mundo para lelos.

-Un mundo distinto, hasta con otros colores.

-¿Colores?

-Sí, fijate: luces rojas en la carnicería para mejorar las carnes. Luces amarillas en los quesos. Luz brillante en la pescadería. Verde en la verdulería… ¿Adónde vas?

-Sigo estas huellas pintadas en el piso.

-¿Sos boludo, García? Donde terminan esas huellas hay algo que no precisás.

-¿Vos estudiaste, vieja, o es de tanto venir?

-Dejá esos maníes que nadie los anotó en la lista. Arrancás por los maníes, pasás a las papitas, de ahí al vermouth, y terminás comprando una tele para acompañar la picada. Eso se llama Venta de Arrastre. Fijate: al lado del asado pusieron la leña, el carbón, el mojo, los pinchos, las tablas, el kerosene, los fósforos, y hasta la parrilla.

-Acá los jodo. Me pusieron bandejitas con seis cebollas para que compre de más. Me sirvo yo, las peso, y llevo lo que me da la gana.

-También lo hacen adrede. Saben que la mayoría de las personas no calcula y lleva más de lo que precisa.

-Bien, pero estas cebollas están a 13 pesos. Están baratas.

-Avivate, García. Te ponen precios terminados en 1, 3 y 7 porque trasmiten sensación de precio justo. Les ponen también centésimos. Y la gente razona: ‘esto es realmente lo que vale, si quisieran aumentarlo lo redondearían en 5 o en 0, y si quisieran mentir terminarían en 9, esto es lo que vale’. Fijate, García, girá la cabeza, todo termina en 1, 3 y 7, o tiene centésimos.

-¡Sííííí, no lo puedo creer!

-Bueno, ahora atención que estamos llegando a las cajas. Una recomendación: mandate unos mensajes de texto, hace alguna llamadita o buscá algo para leer, porque aquí se juegan la última carta.

-¿En la caja?

-Sí, son los últimos minutos que les queda para hacerte comprar algo que no precisás ni te servirá para un carajo. Te ponen todo al alcance de la mano.

-¡Mirá vieja!… Pilas, me acordé de que tengo que llevar pilas.

-¡Nadaaaa! Tenemos las recargables. ¿No ves que están ahí para que las agarres? Dale, llamá por teléfono, hacé algo. ¡Largá esos preservativos! ¡Noooo! ¡Soltá esa gaseosa! ¡Aguantá un poco más, un poquito, estamos saliendo invictos!

-Ya está, vieja. ¿Triunfamos?

-Pará. Me falta la última.

-¿La última?

-Sí. Le voy a preguntar a la cajera si quiere colaborar, si quiere donar dos pesos para comprarle una tenaza a García.

-¿Y pensás que te va a dar?

-No. Pero si le gano de mano, no se animará a pedirme el vuelto para alguna obra benéfica.