VAS a Bolivia 4

 por Rafael Gómez

A las 10 horas del viernes 17 de mayo estamos en la ruta 34 (RN 34) cerca de Pozo Hondo, Santiago del Estero. Hemos hecho 1100 km desde Buenos Aires y el plan del día consiste en hacer otros 1000 hasta Tarija, Bolivia. Debemos llegar antes de que anochezca, por los caminos desconocidos y para buscar hotel. Vienen varios camiones, algunos autos. La camioneta va a 130 km/h. A pesar de lo que sugiere el nombre, Pozo Hondo está a 270 metros de altura, marca el GPS. La ciudad de Santiago estaba a 170. Vamos al Norte y subiendo entre chacareras y zambas de Los Carabajal. Ahora vemos menos tránsito. La ruta es recta, gris, sin ondulaciones, se pierde en el horizonte como en un abismo. A los costados hay parches ocres y verdes, postes de luz, monte bajo, a veces campos roturados. La camioneta va a 150 km/h, como cayendo en el horizonte o yendo hacia una inmensidad. En realidad subimos pero no se nota, parece todo lo contrario, dice M. ¿Efecto alucinógeno? Puede ser… la RN 34 se conoce como la ruta blanca, digo. ¿Por? Porque es la ruta de los camiones que vienen de Bolivia con cocaína y marihuana. Entonces debe quedar algo flotando en el aire y entonces nos parece que bajamos, dice sonriendo M. ¿Saco la zamba y pongo Pink Floyd?
No bajamos, subimos. Y suena Comfortably Numb de Pink Floyd: “A distant ship smoke in the horizon. You are only coming through in waves”. Un barco distante humea en el horizonte. Pero no es un barco sino un pueblo, digo, y tampoco hay olas. Sólo espejismos. Cielo, velocidad y asfalto, dice M. Subimos, volamos. La camioneta va a 180 km/h. La RN 34 parece una pista de despegue. ¿Hay plan de vuelo? Sí. Cruzaremos Santiago y aterrizaremos en Metán, provincia de Salta, para cargar nafta y almorzar. Luego, cruzaremos Jujuy y haremos 400 km hasta Aguas Blancas, que está en la frontera con Bolivia.

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Atravesando espejismos alrededor del mediodía, vemos algo fantástico: enfrente y hacia el oeste de la RN 34, van apareciendo difusos, como si fueran nubes, los cerros azules. Y van haciéndose más nítidos; muestran sus faldas, las gargantas, los morros; y luego van haciéndose verdes, follaje, formas de árboles, pasto, caminos, ramas, y hojas moviéndose en el viento, como si fueran ellos los que se acercaran a nosotros viniendo desde muy lejos. Son los cerros de Metán, primera aparición que tenemos de Los Andes. El GPS marca 820 metros de altura. La ruta se hace arbórea y húmeda, la tierra naranja. Estamos en la yunga, selva fértil subtropical. Bajamos dos cambios. Entramos a Metán, que en la lengua de los aborígenes lules significa pueblo de la miel. La española del GPS nos guía hasta una estación de servicio. Al lado hay restorán con Wi-Fi. Almorzamos un vacío y una ensalada estupendos. La ventana da a un bulevar. Los movimientos de la gente son lentos. M se conecta a Internet con la netbook y nos informamos. Hay un grupo de Pueblo Hace Cultura que está varado en Buenos Aires, porque no consigue transporte, y otro grupo que está en Tarija. Todos: ellos y nosotros, vamos hacia el Congreso de Cultura Viva en la ciudad de La Paz, Bolivia. M busca hotel en Tarija por Internet y hace una reserva. Pasa por el bulevar un sulky y una mujer que lleva dos chicos a la escuela. La temperatura es agradable. Sobra vacío y ensalada, la dueña nos hace sándwiches para el camino.

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La camioneta va hacia el norte entre la yunga por la RN 34. Pasamos Lumbreras y a las 14 horas estamos en General Güemes. Aquí debe haber un ingenio azucarero, un taller de trenes abandonados durante el menemismo, y recuerdos del ejército de Belgrano, digo. Habrá eso y mucho más, dice M. ¡Es una ciudad de 50.000 habitantes! Tenés razón, digo. Me agarró el virus del guía turístico. La camioneta acelera. Dejamos la provincia de Salta y entramos en Jujuy. Poco tránsito. Vamos distendidos, veloces, hasta que la gendarmería nos detiene en Pampa Blanca. Tenemos luces cortas encendidas, cinturones, documentos. No es por la velocidad… Preguntan de dónde venimos y hacia dónde vamos (¡Enormes preguntas!). Explicamos lo que podemos. Quieren saber qué llevamos. Me bajo y abro la puerta trasera. Valija, bolso, pila de revistas de AReCIA (1). No registran la valija ni el bolso. Son revistas para un congreso de cultura en Bolivia, explico. Los gendarmes no hacen ni dicen nada (¿Qué esperan?). Les doy un Periódico VAS a cada uno, éste lo hacemos nosotros, digo. Miran la tapa. “Si no sabes adónde vas, vuelve para saber de dónde vienes”, les cito el lema de la tapa. ¿No será algo político?, preguntan. ¡No!, para nada, miento. Llévenlo con confianza, cuenta la historia de Buenos Aires, las cosas que pasan por allá. Se miran los gendarmes, uno consulta el reloj. Puede continuar, dice.
La camioneta acelera. Leo en un mojón Km 1572. ¿Qué buscarían?, pregunto a M. Esto es Pampa Blanca, ruta blanca, buscan droga, dice M. O tal vez una contribución para no encontrarla, dice. El GPS anuncia las ciudades de San Pedro y Fraile Pintado, curiosa dupla. Afuera, la temperatura sube a 25 ºC. Suerte de paraíso invernal y probable infierno estival de 50 ºC. ¡El invierno será de San Pedro y el verano de Fraile Pintado!, dice M. A las 15 horas llegamos a San Pedro. Ningún ángel a la vista. Zona tropical de yungas e ingenios azucareros. La ruta está seca, agrietada, quizá por los infiernos estivales. La camioneta va a 120 km/h. Pasamos Fraile Pintado. El paisaje ondula entre cerros verdes y azules. No hay autos ni camiones. La camioneta sube y baja las lomas. Entonces vemos algo imposible. Al llegar a la cresta de una loma, vemos a lo lejos, entre los cerros azules, el barco de Pink Floyd.
Nos detenemos. Dos chimeneas altísimas humean en el horizonte. No es un barco navegando por los cerros, pero sí algo que viene del infierno. Pueblo Ledesma. Pueblo e ingenio azucarero centenario, explotado por la familia Blaquier, donde fueron secuestradas cuatrocientas personas en 7 noches durante la Dictadura Cívico Militar de 1976. Esas noches, la empresa Ledesma cortaba la luz y el ejército, la policía y la gendarmería, usando vehículos propios y de la empresa, secuestraba gente en el Pueblo. Linternas, gritos, corridas, disparos, frenadas, bastonazos, ataduras. ¿Era esto algo político?, como decían los gendarmes hace un rato. Sí, era. Había que reprimir, hacer desaparecer a los opositores, y disciplinar al resto con el terror, para sostener la Dictadura, y también la empresa de los Blaquier. Era la política del infierno.

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Por una curiosidad geográfica, saliendo de Salta hacia el Norte encontramos a Jujuy, pero si atravesamos Jujuy volveremos a la provincia de Salta. Salta rodea la provincia de Jujuy. Luego de Ledesma, pasamos el Parque Nacional Calilegua y entramos a Salta. Ahora, si seguimos hacia el Norte y encontramos otra vez a Jujuy, querrá decir que estamos en problemas, le digo a M. Pero M no ríe y manipula el GPS. El GPS indica una próxima bifurcación en Pichanal, allí deberemos dejar la RN 34 y tomar la RN 50 hasta Aguas Blancas.
A las 16 horas estamos llegando a Pichanal. Pueblo centenario, agricultor, y durmiendo la siesta. Desde aquí, faltan sólo 72 km hasta Bolivia, informa M. ¡Estupendo! Veo la bifurcación y tomamos a la izquierda por la RN 50. Cartel. Construcción de la Autopista RN 50 Pichanal-Orán. Circule con precaución. La camioneta va a 80 km/h por una ancha calzada de tierra. Hay que llenar el tanque antes de pasar a Bolivia porque allá la nafta tiene menos octanos. Paramos en Orán, cargamos nafta, estiramos piernas y brazos, tomamos café. A las 17 horas, estamos en el puesto fronterizo de Aguas Blancas. Km 1830, desde Buenos Aires.

Continuará

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(1) Asociación de Revistas Independientes de Argentina

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