Viendo a Biondi

Parte II

Por Rafael Gómez

El artista popular suele ser un intérprete de malestares y sueños. La gente hace catarsis y se identifica con su obra. La obra y la vida del artista se funden para el gran público. Y ambas transcurren, en el caso de Biondi, por un camino de golpes y equivocaciones, desde la desgracia al alivio, desde la desgracia al éxito. Así fueron los sketches -hizo en Argentina más de 400-, y así fue su propia vida.

De la Desgracia al Éxito

En 1934, Biondi se casó con María Teresa Moraca, una cantante de tango. Fue de golpe, explica Biondi asombrado, fue como un salto mortal sin red. La familia de ella estaba en contra porque Biondi no era buen partido. Tuvieron sólo una hija: Margarita Biondi, que nació en un conventillo frente al viejo Hospital de Clínicas. Entonces no había trabajo. Hacía dos días que Teresa no comía, cuenta Biondi.

Descubrimos que el dúo Dick y Biondi funcionaba en Latinoamérica, pero no en Argentina, explica Dick. Salíamos de gira para sobrevivir.

En 1941, a los 32 años, Biondi tuvo un accidente dando un espectáculo en Chile. Cayó mal en una prueba y se fisuró la columna vertebral. Pasó 8 meses enyesado, un año en reposo, y debió abandonar la acrobacia para siempre. ¡Qué suerte para la desgracia! Fue el epílogo de Pepe Biondi -y la frase pasó de su vida a los sketches-. Mi esposa tuvo que salir a parar la olla, volvió a cantar tangos y hacer escenas en los varietés mientras yo estaba en el yeso. El yeso me modelaba a mí, y yo me dedicaba a modelar otro tipo de espectáculo: con más voces, más humor, y menos acrobacia. Tuve que escribir en serio. Al principio copiaba los chistes de la revista Rico Tipo, después fueron apareciendo mis propios libretos.

El dúo Dick y Biondi volvió al ruedo con el nuevo formato; y tuvo gran repercusión. Podría decirse -parafraseando a Biondi- que el accidente de Chile había sido una desgracia con suerte; pero habría que considerar, además de la suerte, el tremendo esfuerzo intelectual hecho por Biondi, que no tuvo instrucción adecuada y había aprendido a leer y escribir por su cuenta a los 16 años, para convertirse en libretista. La lucha contra la pobreza la dio en todos los frentes.

Y el éxito contundente sucedió en México, la tierra de Cantinflas. El 10 de octubre de 1947, Dick y Biondi debutaron en el cabaret más importante de la Ciudad: El Patio. La ovación fue tal, que debieron hacer otras rutinas, y  Josephine Baker, la artista principal de la noche, tuvo que esperar 40 minutos para entrar a escena. Entonces llegaron los grandes contratos. A los cuatro meses de permanencia en El Patio, el dúo trabajaba también en dos teatros, y Biondi tenía un programa de radio.

En 1948, CMQ Televisión de Cuba contrata a Dick y Biondi para actuar durante 8 meses. Nos fue muy bien, cuenta Biondi. Lo que más me asombraba, además de mal acostumbrarme a comer bien todos los días, era que podía comprarme un automóvil último modelo al contado, recuerda Biondi.

Tenía 39 años y había vencido la pobreza.

El Éxito y una Curiosidad

En 1950 el dúo salió de gira por España y Portugal, y volvió a México en 1952. Volvió a El Patio y a los teatros del éxito, pero surgía entonces un fenómeno mundial ineludible para los artistas dedicados al gran público: la televisión. Dick y Biondi fueron contratados para hacer un programa en la TV. La televisión obligó a Biondi a otro cambio de formato: ya no eran posibles los chistes sueltos y las rutinas urdidas según las reacciones del público. La nueva forma era el sketch. Una escena cómica base para fijarse en el telespectador, que volvía a repetirse con variaciones en los sucesivos programas. El primer sketch que escribió Biondi en 1952 se llamó El Filo de la Navaja, y fue todo un éxito. La escena ocurría en una peluquería de barrio y tenía tres protagonistas. Un peluquero sabiondo y fabulador, una manicura sexy monosilábica, y un cliente galancete simpático y algo tonto, con pretensiones de seducir a la manicura. La escena terminaba siempre con el cliente sin afeitar, la cara enjabonada, y el peluquero enojadísimo persiguiéndolo, navaja en mano. Es curiosa la similitud con el sketch escrito por los hermanos Sofovich llamado La Peluquería, que empezó a emitirse en 1966 por canal 11, con Fidel Pintos como el peluquero, Javier Portales como el cliente, y la entonces esposa de Gerardo Sofovich, Carmen Morales, como la manicura Alelí. Después, en 1981, la escena cambió de nombre por La Peluquería de Don Mateo, con las interpretaciones de Porcel y Rolo Puente, pero no cambió en esencia. Sofovich explotó este sketch con gran éxito durante más de 40 años sin darle un solo crédito a Biondi ni a sus herederos. Otra curiosidad es que Carmen Morales se había formado como actriz de sketch en el año 1961, precisamente con Pepe Biondi.

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