Zoom Histórico: Restaurante Zum Edelweiss

Por Gabriel Luna

Libertad 431 -entre Corrientes y Lavalle-

En 1580 el demiurgo Juan de Garay imagina la aldea Trinidad, futura ciudad de Buenos Aires, como una sencilla red rectangular. Garay tiende esa red junto al Río de la Plata, sobre una meseta desolada de gramíneas y tunales, entre dos zanjones que desembocan en el río. La zona que nos ocupa está en el ángulo formado por las actuales calles Libertad y Viamonte, y la cruza el arroyo Tercero del Medio. En 1690 se registra un crecimiento de la aldea pero como la zona suele inundarse permanece en relativo descampado. 1720. Las cuatro manzanas del ángulo tienen una docena de ranchos. No hay calles sino sendas, tampoco alumbrado. Viven allí cuchilleros, troperos eventuales, proxenetas, artesanos, el lugar se conoce como Barrio Recio. Allí se juega a la taba, se trabaja el cuero, se toma vino cuyano y, en 1744, llega una novedad: la cerveza, traída de una fábrica clandestina en la calle San Francisco. 1756. El barrio es desalojado y las tierras se anotan como fiscales. En 1769 la zona forma parte de la parroquia San Nicolás y toma su nombre. 1782. El Cabildo le asigna a Ambrosio Zamudio las cuatro manzanas.1801. Zamudio vende sus tierras a Felipe Arguivel. 1810. Revolución de Mayo. La Junta Provisional expropia las tierras de Arguivel e instalará en la manzana comprendida entre las actuales Libertad-Tucumán-Cerrito-Lavalle la Fábrica de Armas, en la manzana lindante, una plaza para ejercicios militares, y en la siguiente –donde hoy está el Palacio de Tribunales- el Parque de Artillería. De donde surgirán tropas y fusiles para las guerras de la independencia. 1822. Lograda la Independencia, el fervor patriótico impone a la zona el nombre de Barrio del Parque. 1850. Llega a la ciudad Otto Bemberg, riquísimo banquero e industrial prusiano que abre una casa de exportación de cueros, lana y cereales. En 1857, en la manzana de Libertad-Viamonte-Cerrito-Tucumán se construye la Estación del Parque. De allí sale un tendido de rieles hasta Floresta, y la locomotora La Porteña tirando tres vagones: es el primer ferrocarril del país. Parte del acontecimiento fue el empedrado de las calles Libertad, Lavalle, Tucumán, Talcahuano y Viamonte. Y un terraplén en las orillas del Tercero del Medio para evitar las inundaciones. 1860. Emilio Bieckert, nacido en Estrasburgo, monta un pequeño local en el barrio de Palermo para elaborar cerveza. 1880. Se prohíbe el paso del ferrocarril por el Centro debido a los accidentes, la Estación se desmantelará en 1883. La plaza del Parque se convierte en paseo y toma el nombre de plaza General Lavalle. El intendente Torcuato de Alvear decide anular el Tercero del Medio que baja por la calle Libertad y manda rellenarlo con el terraplén. 1886. Hay en la calle Libertad entre Corrientes y Lavalle una fonda, cuatro cafés, y veintidós casas de tolerancia para solaz de los vecinos y del regimiento 10 estacionado en el Parque de Artillería. 1888. Otto Bemberg funda la Brasserie Argentine S.A. (Cervecería Argentina) con sede en París y fábrica en Quilmes. En 1890 estalla la Revolución del Parque. La causa es una crisis económico-financiera producida por el endeudamiento externo. Surge el partido Unión Cívica Radical para derrocar al gobierno. Aristóbulo del Valle decide sublevar al Parque de Artillería. Se pelea encarnizadamente desde baterías y cantones instalados en nuestras cuatro manzanas. La revolución cívica-militar fracasa. 1895. Emilio Bieckert es el dueño de una fábrica cervecera valuada en 600.000 libras esterlinas. 1900. Se construye el Teatro Colón en el predio que ocupara la Estación de Ferrocarril. Otto Bemberg (h) expande en Quilmes su fábrica cervecera y compite con Bieckert. En 1903 se demuele el Parque de Artillería para construir el Palacio de los Tribunales. 1907. La cervecería Zum Edelweiss abre sus puertas en la manzana de Cerrito-Tucumán-Pellegrini-Viamonte. Zum se traduce como Hacia, y Edelweiss es un flor blanca y romántica de los Alpes, difícil de obtener porque crece a gran altura, y que significa noble sabiduría (también difícil de obtener). La cervecería tiene boisserie oscura, vitrales, boxes, y una de las primeras choperas que distribuyó la Quilmes. En 1908 se inaugura el Teatro Colón y en 1910 el Palacio de los Tribunales. 1915. En la calle Libertad entre Lavalle y Corrientes hay una serie de cambalaches y ropavejerías donde conviven polainas con peinetas, abanicos con sables, fonógrafos con corsés y rebenques, bacinillas con gorras militares, samovares con tabas, y demás enseres, que configuran a su manera la intrincada historia de la zona. 1920. El día está marcado por la actividad comercial y de los tribunales; y la noche, marcada por el Teatro Colón y la calle Corrientes, es espectáculo y bohemia. En 1936 se ensancha Corrientes y se expropia la manzana de Cerrito-Tucumán-Pellegrini-Viamonte para construir la Av. 9 de Julio. Zum Edelweiss se muda a su lugar actual de Libertad 431. Edelweiss, ya convertido en restaurante, ocupa la planta baja de un edificio de tres. La fachada es ecléctica, tiene revestimiento de mármol y dos ventanas con cortinas flanqueando la puerta; y arriba una marquesina con tejas coloniales, la flor alpina destaca sobre los muros burdeos y los balcones con balaústres de crema. 1940. Edelweiss es punto de reunión de gourmets, abogados, políticos, artistas, y un “puerto” para los náufragos de la noche que encarnan la bohemia. Esa bohemia fue la que a través de peñas itinerantes, publicaciones, y polémicas tales como si la revolución era para el arte o el arte para la revolución, logró apasionar a las clases medias por la cultura y configurar así una literatura argentina. El 20 de junio de 1954 hubo en Edelweiss una de esas polémicas, fue entre David Viñas y Oliverio Girondo, terminó con botellas y platos rotos. Pero era lo que hacía falta. Por los años 50 brillan en Edelweiss José Luis Lanuza que amenizaba sus peñas literarias con un par de vedettes, y un personaje increíble: Arturo Jacinto Alvarez (Arturito). Arturito solía recibir en el restaurante como si fuera su casa. Vivía un tiempo en París y otro en Buenos Aires; era un ser generoso pero perdido entre la belleza y la fantasía, entre el coleccionismo, el despilfarro, y los oportunistas de siempre. Tuvo una editorial. Tuvo un cuadro gigantesco hecho por Picasso (imposible para cualquier pared), que Arturito se llevó enrollado desde París hasta su quinta de Moreno donde lo desplegaba en verano, cada quince días para que se ventilase, y lo miraba durante una hora, vestido absolutamente de blanco, mientras tomaba el té o recitaba a Racine. La década del 60 marca una revolución en el arte, aparece el Instituto Di Tella con el arte conceptual y los happenings, surge el tango de Astor Piazzolla, crece el teatro independiente, y el escritor Manuel Mujica Lainez festeja en Edelweiss el estreno de su opera Bomarzo con música de Alberto Ginastera. En los 70 no irrumpe el arte en la revolución social –como querían los bohemios- sino la represión más cruenta y el miedo asfixiante. Atravesar entonces la doble puerta de Edelweiss y encontrar la boisserie oscura de la barra, las sillas vienesas, el salón de techo alto y sus boxes con jarrones de cobre y helechos resultaba un bálsamo. Durante los 80 llega el final de las dictaduras militares. Pero en los 90, tras un telón de prosperidad y progreso, vuelve a construirse una economía devastadora –la misma que hace 100 años provocara la Revolución del Parque- que desemboca en una crisis financiera y en la revuelta de diciembre de 2001. (Una diferencia es que la Revolución del Parque la hacen los radicales, y la revuelta de 2001 se hace contra un gobierno radical). Hoy, en la calle Libertad entre Lavalle y Corrientes hay joyerías, negocios de compraventa de oro, de artículos de video y electrónica. Todo ha cambiado. Lo inalterable es Edelweiss: la noble sabiduría o el refugio de los soñadores. Es la magia del exquisito sabor de su cocina lo que permanece inalterable en la memoria: el choucronte garnier, el goulash a la húngara con ñoquis de espinaca, el medallón de lomo a la pimienta con papas a la crema… Y lo inalterable es el agradecimiento de sus clientes que consta en cinco gruesos libros de visitas. ¿Qué es? ¿qué provoca Edelweiss?, explica Mujica Lainez: “Este es uno de los sitios de Buenos Aires donde he sentido más próxima la misteriosa felicidad”.