Alfajores Boca Calle

por Federico Coguzza

El link abre una nueva ventana. Sobre la cartografía de la Ciudad de Buenos Aires que muestra el google maps, una treintena de corazones indican los puntos de venta. Son todos kioscos. Allí es posible comprar los alfajores Boca Calle. Son alfajores artesanales que, en marzo, lanzó a la venta la panificadora Siete Espigas, una cooperativa de trabajo creada hace más de 10 años por el Proyecto 7, la organización social que integran personas en situación de calle.


Si el link abre una nueva ventana, el trabajo que viene realizando hace casi 20 años Proyecto 7 abre nuevas oportunidades. El lanzamiento de los Boca Calle no es más que la muestra de la continuidad de esa tarea que lucha contra la indiferencia y la estigmatización, pero que por sobre todas las cosas expresa que la gente en situación de calle puede organizarse y desarrollarse, generando una posibilidad de trabajo genuino.

Más que un techo
“Yo cumplo años dos veces en el año: una es el 17 de marzo, el día en que nací; la otra el día en que recuerdo cuando llegué al Monteagudo hace 11 años, ese día en el que volví a la vida”, así es como se presenta a Periódico VAS, Fabio Manupella. Llegó a Proyecto 7 luego de vivir 15 años en la calle. Hoy es referente y además coordina distintos espacios.

“Conocí Proyecto 7 y me dieron la oportunidad de trabajar, que es lo que más necesitamos los que estamos en situación de calle para poder pensar en la posibilidad de tener otra vida y progresar”, le dice a Periódico VAS, Sergio Montalba, que llegó, en plena pandemia, a un centro de contención social en el Polideportivo del Parque Chacabuco, luego de estar años en la calle.

Ambos sostienen que “hoy en día es muy difícil que una institución te brinde un techo, un plato de comida, un bienestar social del que nosotros estamos totalmente marginados y por múltiples causas; si no es drogas, es choreo, si no es choreo es familiar…lo que sea, nosotros encontramos en este espacio contención y al mismo tiempo un espacio en el cual podemos trabajar y colaborar”.

Al respecto, Gabriela Crespo, integrante de la organización y coordinadora de Boca Calle, sostiene: “El Monteagudo y el Frida (centro de integración para que habiten mujeres cis y trans con o sin niños/as a cargo) son dos espacios ya formados, que cuentan con una coordinación bastante contundente y, sobre todo, con la participación de los compañeros y compañeras que lo cuidan no sólo en términos de mantener el espacio, sino también en el hecho de valorarlo  como un lugar de pertenencia, y que las situaciones que se dan por la convivencia, por el estar, el habitar y las propias problemáticas de cada uno, no tiren para atrás todo lo que con tanto esfuerzo se construye día a día”.

Hablar de Centro de Integración, es dar cuenta de la lucha colectiva de las organizaciones sociales nucleadas en La Red de la Calle, que lograron que en diciembre de 2010 en la Legislatura Porteña se sancione la Ley 3.706 de “Protección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle”.

Sin embargo, hablar de centro de integración es también, y sobre todo, hablar de un modelo de institución que considera a sus habitantes como sujetos activos, capaces de llevar a cabo un proyecto de vida. Un espacio donde la integración social no pasa solamente por ofrecer un techo, sino también un fortalecimiento subjetivo a través de la efectivización de sus derechos sociales, económicos, políticos y culturales.

Algo más que un alfajor
En el Centro de Integración Complementario Ernesto Che Guevara, donde funciona la panificadora Siete Espigas y se elaboran los alfajores Boca Calle, a Sergio le dicen “Pela”. Hasta allí viaja todos los días para, junto con otros compañeros y compañeras, “hacer un producto de calidad para todas y todos los que necesitan meter algo en la panza sin tener que gastar mucha plata”.

Es que los Boca Calle son algo más que un alfajor. Son mucho más que dos buenas tapas, un rico dulce de leche y un sabroso baño de chocolate. Son mucho más que un buen envoltorio. Son un espacio de encuentro, de contención, con una visión inclusiva. Premisa que se puede deducir desde la elección del nombre que es por demás simbólico: alimento y territorio, comida y necesidad, combustible, producto y trabajo ahí donde nadie lo cree posible.

“Nosotros arrancamos pensando en algo sencillo, como lo es un alfajor. Sin embargo, en eso que parece simple pero no lo es, lo que hay detrás es la mirada puesta en los que más lo necesitan, algo que a los que estamos en situación no nos pasa”, afirma Sergio.

En diálogo con Periódico VAS, Gabriela Crespo, sostiene: “Yo creo que lo que representa es el hecho de que las metas o el logro final dependen de contar con los recursos y las estructuras, más que con las capacidades personales. Como que viene a tirar abajo la idea de la meritocracia. Si yo cuento con la herramienta, voy a poder sacar el tornillo, si no la tengo es probable que no lo logre y hasta me lastime”.

En esa línea se inscriben entonces las palabras de Sergio, el “Pela”: “estoy orgulloso de ser parte del proyecto y me considero una persona que gracias a la institución tuvo y tiene la posibilidad de crecer, avanzar y asumir la responsabilidad de trabajar con 25 personas, desde la logística a la elaboración del alfajor”. Es por eso que para él los Boca Calle significan “mucho porque ofrecen una tarea, un cargo, la posibilidad de trabajar, de organizarse y el resultado es la satisfacción de cada una de los compañeras y compañeros involucrados en el proyecto”.

Al respecto, Gabriela Crespo sostiene “es un emprendimiento muy incipiente y se trabaja de forma artesanal, eso implica que para poder hacer alguna diferencia económica hay que saber balancear muy bien la circunstancia de inversión, de recursos, de puestos laborales. Es complejo, todavía estamos acomodando algunas cosas, por el hecho de que la autogestión y la organización colectiva siempre lleva más tiempo, lleva acuerdos, encontrar modos de que todos y todas avancen”.

Sí de avanzar se trata, el contacto y la buena recepción del producto por parte de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) fue fundamental para que los alfajores lleguen a más manos, a más bocas y, como si fuera poco, logren una mayor visibilidad que los otros productos que hace tiempo se vienen realizando desde la cooperativa Siete Espigas. Actualmente ellos son los que se encargan de la distribución, de la logística y la venta, porque desde un primer momento se decidió que no sean las personas en situación de calle quienes los vendan.

La calle no es un lugar para vivir
Según el segundo censo popular de personas en situación de calle, realizado durante días del mes de abril de 2019 por organizaciones de la sociedad civil, la Defensoría de la Ciudad y la Auditoría General porteña, las personas que vivían en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires eran 7.251. Hoy, pandemia mediante, se estima que el número se ha acrecentado hasta en un 30%.

En aquel momento, de las 7.251 personas, 5.412 vivían a la intemperie, entre ellas 871 niños y niñas. El 80% eran varones, un 19% mujeres y el 1% restante trans o travestis. Del total, el 52% se encontraba por primera vez en la calle. Mientras que un 42% afirmó que la principal causa que motivó su situación estaba vinculada con la ausencia de trabajo, incapacidad de pago de alquiler o ampliación de la familia. También se pudo relevar que 40 mujeres en condición de calle estaban embarazadas.

Cientos de globos negros se elevan y comienzan a dibujar lunares en el cielo, que es tan celeste como el color de la bandera que alta flamea en la Plaza de Mayo. Desde los colchones que cubren las baldosas de la plaza llegan los aplausos y el grito de justicia. También desde aquéllos y aquéllas de pie que sostienen las banderas con consignas o que golpean los bombos. Cada 19 de agosto se conmemora el Día de las luchas de las personas en situación de calle en Latinoamérica y el Caribe. Se recuerda la denominada “Masacre Sé”, donde quince personas en condición de calle fueron asesinadas entre el 19 y el 22 de agosto de 2004, en San Pablo, Brasil.

“La calle no es un lugar para vivir”, en letras negras sobre un fondo rojo, la frase puede leerse en la bandera que encabeza el “Colchonazo”. Porque no sólo es recordar, sino también luchar. Luchar contra la invisibilización, contra la indiferencia, contra la estigmatización y la violencia de la sociedad y especialmente del Estado. Porque estar en situación de calle no es sólo carecer de un techo donde guarecerse o pasar los días y las noches, es estar desprovistos de un plato de comida, de la posibilidad del aseo y del trabajo, de lazos y contención, de una comprensión subjetiva y emocional. Es estar ajenos y ajenas a políticas públicas que resuelvan la situación de fondo, ésa que expulsa día a día a personas a la mayor de las vulnerabilidades.

De chocolate y de dulce de leche, los alfajores Boca Calle son la voz de los sin voz. El relato de miles de historias, todas distintas, que merecen ser escuchadas. Testimonios de aquéllas y aquéllos que, a pesar de ser arrojados a la intemperie de una vida alejada de cualquier atisbo de dignidad, se animan a hacer lo que nadie hace por ellos y ellas: pensarse de otra forma, ni huéspedes eternos de las baldosas de la ciudad ni meros destinatarios de asistencialismo, sino protagonistas de sus propias historias para encontrar en ellas la oportunidad de realizarse.

Comprando estos alfajores, colaborás con las personas en situación de calle:

Ficha técnica
Sabores:
• Dulce de leche recubierto de chocolate
• Dulce de leche recubierto de chocolate blanco

Datos de contacto:
• Web: proyecto7.org
www.facebook.com/asociacionproyecto7
/www.instagram.com/proyecto_7_
• [email protected]
• Teléfono: 549.11.5504.8678

 

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