Aquí el Pueblo lloró a Eva Perón

El Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires, en 1952 era sede del Ministerio de Trabajo y Previsión de la Nación y de la Fundación Eva Perón. A pedido de la CGT, que la proclamó «Mártir del Trabajo» el cuerpo yacente de quien en vida estando en la cúspide del poder había hecho suyo el drama de los humildes, fue despedido durante 13 días consecutivos por el Pueblo argentino en el Hall de Honor.

La última vez que Evita estuvo en el Palacio Legislativo se encontraba gravemente enferma. Fue el 10 de abril de 1952. Compartió con su esposo el Presidente Perón una reunión con dirigentes gremiales, como lo hacían habitualmente, los miércoles de cada semana. Asistieron el gobernador electo de la Provincia de Buenos Aires, Carlos Aloé; el Secretario Administrativo de la CGT, Isaías Santín; el Ministro de Trabajo y Previsión de la Nación, José María Freire; el dirigente de la Federación Obrera de la Industria del Papel, Cartón, Químicos y Afines, Valentín Fernández y el Protesorero de la CGT, Armando Cabo.

Poco más de dos meses después, la fría noche del sábado 26 de julio de 1952 el locutor Jorge Furnot por cadena oficial dijo: «Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República, que a las 20.25 ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa espiritual de la Nación “.

El reloj de la torre se detuvo

El reloj de la torre que caracteriza al Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires, por entonces sede del Ministerio de Trabajo y Previsión de la Nación y de la Fundación Eva Perón, se detuvo marcando la fatídica hora como símbolo de que el tiempo se había paralizado con la muerte.

La CGT la proclamó “Mártir del trabajo” y solicitó al gobierno nacional que decrete los máximos honores, declaró duelo por 30 días, a la vez que dispuso un paro de actividades que no afectaría los servicios indispensables durante 48 horas en todo el país.

También a pedido de la central obrera la Capilla ardiente se instalaría en la actual Legislatura porteña. Inmediatamente, el Pueblo comenzó a concentrarse en los alrededores al mismo tiempo que llegaban las primeras flores. En menos de 24 horas hubo 18.000 coronas florales.

El Poder Ejecutivo decretó dos días de Duelo Nacional con suspensión de las actividades oficiales. La enseña patria se izaría a media asta, habría honores militares y la Cancillería gestionaría rogativas en todos los templos. Las Fuerzas Armadas durante el velatorio y sepelio desplegarían dispositivos correspondientes a un Presidente de la República que muere en el desempeño de sus funciones.

De inmediato, el Ministerio de Salud Pública previó la atención a los accidentados poniendo en las calles mil camas y cuarenta puestos sanitarios, operativo que dirigió y supervisó personalmente su titular, el gran médico sanitarista Ramón Carrillo.

El Cuerpo de Evita fue ingresado por Diagonal Sur 575…

El cuerpo de Evita intervenido por el anatomista catalán Dr. Pedro Ara para su conservación, al día siguiente fue retirado del primer piso de la Residencia Presidencial -hoy Biblioteca Nacional-, para ser conducido al actual Palacio Legislativo.

El féretro ingresó por la Puerta de Honor, situada en avenida Diagonal Sur Nº 575, el domingo 27 de julio de 1952 a las 11.25. Envuelto en una bandera argentina fue llevado por su esposo, el Presidente de la República; Juancito Duarte, su hermano y secretario privado de Perón; Oscar Bertolini, su cuñado; los ministros Nicolini, Méndez, San Martín y Carrillo; el gobernador Aloé, el diputado nacional Cámpora, el subsecretario Apold y el secretario general de la CGT, Espejo. Inició el cortejo el Cardenal Primado, monseñor Copello. Acompañaban el ministro Mendé, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, el presidente provisional del Senado, el ministro del Interior Borlengui y Renzi, entre otros.

… y puesto en el centro del Hall de Honor

Subido por la Escalera de Honor, cuando el féretro llegó a la planta principal fue colocado en el centro del Hall de Honor. El ataúd era de cedro con incrustaciones de plata vieja y un Cristo de gran tamaño del mismo metal.

Al quitarse la tapa orlada por una guirnalda de laureles que en la cabecera del revestimiento interior de cobre tenía un escudo peronista en esmalte, aparecía una cubierta de cristal que permitía contemplar el rostro de Eva Perón. Su cuerpo estaba cubierto con la túnica de hermana terciaria franciscana.

En el testero había un Crucifijo de marfil, plata y oro, con pedestal de estilo barroco colonial. Edecanes presidenciales, enfermeras de la Fundación con su uniforme de azul y trabajadores hicieron guardia permanente.

Ante los grandes ventanales que dan a la avenida Diagonal Sur colgaba una enorme bandera nacional cruzada con un crespón. A los costados ardían grandes sirios en dos candelabros y, más retiradas, de un lado la Bandera Argentina, y en el otro, la Peronista con moños de luto en el extremo superior de ambas astas. La gran araña central y las luminarias de las paredes fueron cubiertas con crespones. Desde la rotonda superior pendía un círculo de enseñas nacionales. En un nicho, a la izquierda del féretro, había un emblema partidario del peronismo de gran tamaño. Una parte del amplio espacio fue separada del resto por un cortinado alto, negro, que servía de fondo. Ante él y por turno, familiares, autoridades, altos dirigentes partidarios y amigos acompañaban los despojos y recibían las condolencias. Detrás de las cortinas descansaban quienes esperaban o acompañaban a los deudos.

El sacerdote jesuita Hernán Benítez, asesor espiritual de la Fundación Eva Perón, ofició una misa

Minutos después de las 13 horas del domingo 27 de julio de 1952 de uno en fondo y sin detenerse, pasó el Pueblo bordeando una barandilla especialmente colocada para ordenar el desplazamiento. Hubo quienes esperaron hasta 20 horas para vivir ese momento. Sólo una cosa pretendían: dar su último adiós a Evita tocando, besando el féretro o simplemente arrojándole a su paso flores, o besos o musitando su nombre en oración o mirándola a distancia o con el llanto.

Desde entonces, las enormes columnas con personas de todas las edades de la Ciudad, el Gran Buenos Aires y otras muchas llegadas desde los lugares más alejados del territorio nacional, confluían en Avenida de Mayo y Bolívar fundiéndose en una sola que pasaba frente al Cabildo, giraba en la avenida Diagonal Sur e ingresaba al edificio por la Puerta Principal y subía la Escalera de Honor, lentamente y con pesar.

«Lo único que uno se lleva al otro mundo es el amor…»

Las delegaciones escolares que llegaban en caravanas desde los distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires con sus guardapolvos blancos enlutados con moños negros, se desplazaban por el balcón que a la altura del primer piso contornea el Hall de Honor.

Durante los trece días del velatorio el Presidente Perón llegaba a primera hora de la mañana y permanecía hasta cerca de la medianoche. Estando en la Capilla ardiente dijo en reiteradas ocasiones a quienes le expresaban sus condolencias: “Esto es lo único que uno se lleva al otro mundo. El poder, la riqueza… termina aquí. Lo único que uno se lleva al otro mundo es el amor… el amor es lo único que construye”.

En el Gran Salón de Honor…

Contiguo a la Capilla ardiente, en el Gran Salón de Honor conocido también como Salón Dorado, personal de las distintas dependencias de la Fundación Eva Perón levantó al pié de un gran Escudo Nacional, un altar simbólico con el retrato de la creadora de la institución.

Allí, el Presidente Perón saludaba a las delegaciones gremiales y de colectividades, gobernadores, intendentes, legisladores y funcionarios públicos, miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, y diplomáticos que se acercaban a presentarle sus condolencias.

La gente se retiraba por la puerta de Perú 190

Durante esas jornadas tras pasar por la Capilla ardiente, la multitud salía por la puerta de la calle Perú N° 190, esquina Diagonal Sur.

Una multitud en las calles del centro de Buenos Aires

Fueron 13 días consecutivos, 311 horas de continuo y silencioso homenaje popular de día y noche con bajas temperaturas, lluvia, granizo, lloviznas intermitentes o cielo nublado.

“Eran filas con una extensión de una treintena de cuadras aproximadamente. No pocas fueron las personas que, en estas formaciones, debieron aguardar 10 y 12 horas hasta llegar al féretro para rendir allí tributo de su congoja. Y cuando, promediaba la mañana y en otras oportunidades de la tarde y de la noche, las nubes descargaron fuertes aguaceros, no hubo nadie que desertara para buscar amparo, inconmovibles todos en el puesto en que les fijara su deseo”, publicó Clarín el martes 29 de julio de 1952.

Por expresa disposición presidencial, personal de Gendarmería y del Ejército con la colaboración de la CGT, la Fundación Eva Perón y la Cruz Roja llegada la noche suministró café, mate cocido y alimentos a quienes integraban las grandes columnas, para aliviar la espera. Además, camiones de la Fundación entregaron pequeños paquetes mientras la Policía se encargaba del mantenimiento del orden. Esta tarea también se hizo al comienzo del día, a las 12 y a media tarde.

El jueves 31 de julio de 1952, a causa de la impresionante cantidad de personas que acudían al velatorio se debieron ampliar los servicios de emergencia.

Los días en que se agotaron las flores

El interior del Palacio Legislativo de la Ciudad y su entorno en veredas y calles era un gran jardín, desbordante. Las flores llegaban continuamente y excedían muchos millares, identificarlas resultaba imposible. Junto a las enviadas por sindicatos, organismos públicos, empresas y embajadas hubo modestos ramilletes de elaboración casera dejados silenciosamente y hasta con cierta timidez por miles de ciudadanos.

Tal fue la demanda que hacia la tarde del lunes 28 de julio de 1952 las florerías de la Capital Federal y alrededores acabaron su provisión. Y al día siguiente, en varios aviones, se trajeron de Chile grandes cantidades; lo curioso es que al promediar la tarde del mismo martes también esas se agotaron.

Otras expresiones del dolor popular

El dolor del Pueblo expresado ante el agravamiento de la enfermedad de Evita y una vez conocida la noticia de su fallecimiento, no sólo fue espontáneo y masivo sino que alcanzó ribetes originales.

La congoja cubrió el territorio nacional. Casi todas las instituciones en los poblados y ciudades adhirieron al duelo, y de inmediato en los espacios públicos se multiplicaron millares de altares a su memoria.

Un gesto inédito fueron, por ejemplo, las marchas o procesiones con antorchas en las principales ciudades y capitales de provincia.

En la Ciudad de Buenos Aires a las 20.25 del martes 29 de julio de 1952 –exactamente al cumplirse las primeras 72 horas de la muerte de Evita- en la Plaza Miserere, al pie de un gran retrato, se le rindió un homenaje apagándose las 5.000 antorchas que allí se habían congregado.

Actos similares hubo en la Plaza de Mayo, Constitución, Retiro, Flores, Parque de los Patricios, Montes de Oca al 800, Nueva Pompeya, Luis María Campos y Echeverría, plaza Colombia y en el barrio Presidente Perón.

En el Obelisco, por disposición de la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación, se instalaron cuatro pantallas que por las noches proyectaban permanentemente su rostro con la leyenda “Eva Perón – Eterna- en el alma de su pueblo”. Una densa y silenciosa muchedumbre se concentró durante esas  jornadas en la Plaza de la República.

“Nada es tan impresionante como el silencio de una multitud acongojada”, comentó una crónica periodística de la época.

El sábado 9 de agosto por la mañana…

El homenaje a Evita en el Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires concluyó el sábado 9 de agosto de 1952 a las 10 con un responso rezado por el superior de la Orden Franciscana, R.P. Miguel A. Oviedo; auxiliado por el secretario provincial, R.P. Rogelio Maza; y el R. P. Pugliese. Luego se cerró el féretro, que fue cruzado con Banderas argentinas enlutadas.

… del Palacio Legislativo de la Ciudad al Congreso de la Nación

Entre doble fila de cadetes y soldados el féretro salió del Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires el sábado 10 de agosto, a las 10.15 hacia el Congreso de la Nación donde en el Salón Azul, ámbito del Monumento de la Constitución Justicialista, se había instalado otra Capilla ardiente.

Fue puesto sobre una cureña conducida por 35 dirigentes obreros e integrantes del Partido Peronista Femenino. A lo largo del trayecto los frentes de los edificios, de las casas de comercio, las portadas y balcones estaban ornamentados con banderas y crespones. Una lluvia de flores caía al paso del féretro mientras se oía la «Marcha fúnebre» de Chopin ejecutada por todas las bandas militares. La Fuerza Aérea sobrevoló el cielo de Buenos Aires. Y esa noche la CGT le brindó otro homenaje: el desfile de antorchas que se extendió por el centro de Buenos Aires como un río ardiente y deslumbrante.

Conforme los deseos reiteradamente expresados por Evita en sus últimos días, el domingo 10 a las 15, sus restos fueron trasladados a la sede de la CGT en la calle Azopardo N° 802. En el trayecto del cortejo se arrojaron un millón y medio de flores donadas por el Emperador del Japón.

Sólo ese día alrededor de dos millones de personas presenciaron acongojadas el paso de la cureña. Fue acaso el funeral más grande del mundo en tiempos modernos, tal vez sólo superado por el de los faraones egipcios, cuatro mil años antes.

Se dijo que el cuerpo yacente de Evita permanecería en la CGT hasta su traslado definitivo al monumento que se erigiría frente a la Residencia Presidencial, según la ley nacional N° 14.124.

El monumento más grande del mundo

Con motivo del primer aniversario del fallecimiento de Evita, en el mismo lugar donde había sido velada, en el Hall de Honor del Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires, el domingo 26 de julio de 1953 a las 10:30, el primer mandatario argentino acompañado por ministros del Poder Ejecutivo y altos funcionarios, presidió la inauguración de la maqueta del Monumento a Eva Perón.

Tendría 137 metros de altura, 43 mil toneladas de peso, 100 metros de base, 14 ascensores y 14 mil metros cúbicos de hormigón armado. Una figura escultórica de 60 metros de altura sobre un basamento de 77 metros que pesaría 4 mil toneladas, otras 16 de 5 metros cada una y el sarcófago de plata en cripta, de 400 kg. de peso. El costo de aproximadamente 100 millones de pesos se financiaría con donativos depositados en el Banco Nación.

Aquel día, el escultor Leone Tommasi y los miembros de la Comisión de Homenaje creada por la Ley N° 14.124, examinaron los detalles de la obra que sería el monumento más grande del mundo a levantarse frente a la Residencia Presidencial de la calle Agüero.

La Comisión integrada por tres representantes del Poder Ejecutivo Nacional, tres senadores nacionales, tres diputados nacionales, dos representantes de la CGT, dos del Partido Peronista femenino y dos del masculino, tenía dos años de plazo. Había sido puesta en funciones en éste lugar el 17 de julio de 1952, por el ministro del Interior de la Nación, Ángel Borlenghi, dirigente de los empleados de comercio que Perón convirtió en el primer trabajador que integró un gabinete nacional en la historia argentina.

En la crónica del 27 de julio de 1953 La Nación dijo: “A un año de la muerte de la señora Eva Perón, en todo el país evocóse ayer, con la solidaridad de multitudes, la figura de quien animó un vasto movimiento popular y, por la acción de su presencia y de sus realizaciones, de su prédica ardorosa y de su intensa faena de todos los días, suscitó el amor que mantiene vivo su recuerdo”.

Un lugar insoslayable de la historia nacional

El Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires en el año 1951, fue declarado Monumento Histórico Nacional por ley N° 14.036 del Congreso de la Nación, por albergar el despacho del primer secretario de Trabajo y Previsión. La autodenominada Revolución Libertadora en 1955, derogó la norma. Además, desactivó la Fundación Eva Perón, ordenó investigarla y no encontró ningún hecho que pudiera ser sospechado de corrupción.

Desde el año 2008 el edifico es Monumento Histórico de la Ciudad de Buenos Aires –Ley N° 2746- y el 26 de setiembre de 2011 -en el marco del 80 aniversario de su inauguración-, el Gobierno de la Nación le reintegró la declaratoria de Monumento Histórico Nacional mediante el Decreto N° 1495.

60 años después…

Ningún dolor es infecundo, porque frecuentemente precede a algo mejor. El dolor redime. Es una ley inexorable. Los grandes aconteceres en la vida de los hombres y mujeres se engendran con dolor. El dolor por Evita no sería una excepción para el Pueblo argentino.

Sesenta años después las multitudes siguen recordando su memoria. Su entrega servicial y su pensamiento son un testimonio irrefutable de lo que es capaz la juventud. Su obra continúa siendo un modelo y completarla es un desafío enorme para los gobernantes.

Héctor Daniel Vargas
Historiador
Comisión Asesora del Archivo Histórico del Palacio Legislativo

2 comentarios en “Aquí el Pueblo lloró a Eva Perón”

  1. resulta extraordinaria la descripción del dolor pueblo como así mismo de los detalles sobre la muerte y velatorio de nuestra amada EVITA…Gracias por dejar este traajo como la flor eterna de la memoria en nombre de quien ofrendara su vida por amor al prógimo …el artículo tiene valor histórico, testimonial y afectivo.(deseo estar en comunicacion con Udes a traves de [email protected] porque los otro email me fueron jaqueados)y humildementesiento que tengo material inedito para compartir. gracias.

  2. Otra vez en contacto con Udes.(Ya que volvieron a hakear mi email – éste es el actual); releyendo el maravilloso artículo tan conmovedor como descriptivo sobre el dolor y la consternacion del pueblo argentino ante la muerte de la Compañera EVITA les comparto la alegría y el honor de haber puesto en el «Salón Dorado» de la Legislatura de la C.A.B.A., el 30 de julio de 2013 , la obra de mi autoría :» Cantata Popular Eva Perón, La Mujer Universal».Alí donde la querida Evita atendiera las necesidades del pueblo y a metros del sitio donde se levantó la Capilla Ardiente, pude ofrecerle mi honor en un espectáculo que el público coronó con su emocionado aplauso … Agradezco infinitamente a la Directora Gral.de Cultura Sra. Patricia Malanca, a su eficiente y cálido Equipo y a las demás Autoridades de la Legislatura el haber puesto a disposición de esta obra un sitio transitado y amado por EVITA, digno de su santa memoria.

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