Cartografía de una destrucción

Un atlas del agronegocio transgénico en el cono sur, será lanzando online. En el mismo se analiza en detalle el impacto del modelo de cultivo transgénico en cinco países del cono sur: la Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay y los perjuicios que ese método de producción está generando en los territorios de esas naciones.

El trabajo desarrollado en 22 capítulos por parte de investigadores de los cinco países, a los que también se conoce como «la República Unida de la Soja», bautizados así por la multinacional Syngenta, se podrá descargar gratuitamente desde el lunes desde la página http://www.biodiversidadla.org

«Se trata de una herramienta para visibilizar los daños del modelo y para los movimientos sociales que vienen planteando que otro sistema es posible. El libro contiene respuestas no solo críticas y denuncias. Apenas salgamos de la cuarentena, el libro se va a imprimir y distribuir gratuitamente entre organizaciones y dirigentes sociales y dirigentes políticos», explica Carlos Vicente de Acción por la Biodiversidad, editora del libro.

Los temas van desde la utilización de agrotóxicos vinculados a las semillas transgénicas, la ciencia al servicio de este modelo, la concentración de tierras y criminalización de pobladores, los intentos de modificación de las leyes de semilla para establecer un sistema de patentes, la destrucción de ecosistemas y economías regionales.

También el control oligopólico del mercado por parte de un puñado de corporaciones, el impacto del agronegocio sobre los cuerpos de las mujeres y la agroecología como una alternativa al modelo dominante, indicó Vicente al destacar que el trabajo fue sistematizado para su publicación por el periodista argentino Darío Aranda.

En total, agregó el entrevistado, actualmente existen en el cono sur o en la «República Unida de la Soja» unas «60 millones de hectáreas sembradas con soja y maíz transgénico» como consecuencia del modelo de agronegocios.

«Este nuevo atlas está focalizado en el cono sur y es inédito, nunca antes se hizo, queremos que se visibilice y queremos que sirva para cambiar el modelo», aseguró el entrevistado y aclaró que la Fundación Rosa Luxemburgo y Heinrich Boll –entre otras– presentaron en el 2018 el «Atlas del Agronegocio» pero a nivel global con el daño que, según este sector de la sociedad, hace la agricultura industrial al planeta.

El libro está dirigido principalmente a las organizaciones sociales y activistas que están en los territorios donde se desarrollan las resistencias, por eso, Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, señala en el prólogo que este Atlas «seguirá nutriéndose y actualizándose con el aporte de las comunidades que se lo apropien y lo transformen en una herramienta para fortalecer sus luchas, resistencias y siembras».

Por su parte, en el segundo prólogo, Marielle Palau, paraguaya e integrante de Base Investigaciones Sociales, resalta: «Hay muchos materiales en los países de la región sobre estos temas. Sin embargo, ninguno tiene una mirada regional tan acabada, que evidencia que vivimos –sufrimos– una estrategia regional de las corporaciones del agronegocio, que violentan los derechos humanos y los derechos de la naturaleza, al tiempo que somos –sin previo aviso– un gran campo de experimentación».

En cuanto a las propuestas que los ambientalistas oponen y que están planteados en el Atlas se encuentran las resistencias de los pueblos con las luchas para frenar fumigaciones; testimonios e investigaciones sobre el impacto de los agrotóxicos y la propuesta que existe en cuanto a la agroecología de base campesina y la soberanía alimentaria que, entienden, «puede y debe ser la salida para reemplazar a este modelo».

«Esto exige muchos cambios porque no es sólo la agroecología sino la redistribución de la tierra a través de una reforma agraria integral o de colonias agrícolas como lo vienen planteando los movimientos sociales o impedir que se apruebe una ley de semillas que ponga en manos de las corporaciones el control de nuestras semillas. No solo es critica sino respuestas que tienen los pueblos al respecto», declaró finalmente Vicente.

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